"Yo
prometo a todo el que rece el Santo Rosario diariamente y comulgue los
primeros sábados de mes,
asistirle en la hora de la muerte."
(El Escorial. Stma. Virgen, 5-03-82)
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"Todos
los que acudís a este lugar, hijos míos, recibiréis
gracias muy especiales en la vida y en la muerte."
(El Escorial. El Señor, 1-1-2000)
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BENDICIÓN DEL DÍA 6 DE ENERO
DE 2007, PRIMER SÁBADO DE MES,
EN PRADO NUEVO
DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN:
Levantad
todos los objetos; todos serán bendecidos para la conversión de los pobres
pecadores...
Yo
os bendigo como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
COMENTARIO
A LOS MENSAJES
El día 4 de mayo de 2002, primer sábado de mes, Luz Amparo
recibió el último mensaje en Prado Nuevo. A partir de ese momento, en vez del
mensaje mensual que se venía repartiendo en hojas impresas, se comenzó a
distribuir la bendición correspondiente de
la Virgen
con un comentario a los
mensajes. Si Dios quiere, seguiremos cumpliendo con la petición que el Señor
hiciera en aquel mensaje conclusivo: «Sólo
pido, hijos míos, que meditéis todos los mensajes, que todo se va cumpliendo;
meditad desde el primero hasta el último», en el que anunciaba igualmente: «No habrá más mensajes, pero habrá
bendiciones muy especiales y marcas que quedarán selladas en las frentes»;
lo cual viene sucediendo desde entonces cada primer sábado. No hay duda de que
Prado Nuevo es un lugar bendecido por la presencia de
la Virgen
Santísima
, donde Ella
derrama continuamente gracias:
- «También
hoy es un día muy especial para daros una santa bendición, con una
bendición especial, hijos míos, y esas bendiciones servirán para las almas
consagradas» (
La Virgen
,
2-2-1985).
- «Todos
aquéllos que acudáis a este lugar, seréis bendecidos con bendiciones
especiales» (El Señor,
2-5-1992).
- «Acudid a
este lugar de bendiciones y gracias; aquí recibiréis gracia para ir a los
sacramentos, hijos míos» (
La Virgen
,
1-7-2000).
- «Acudid a
este lugar, que recibiréis gracias corporales y espirituales, hijos míos» (
La Virgen
,
2-12-2000).
Tras esta introducción, ofrecemos este mes un comentario acerca
de las bendiciones (definición,
etc.), puesto que tan presentes se hallan en las manifestaciones del Señor y
de
la Virgen
en Prado
Nuevo.
Conviene, en primer lugar, entender bien lo que significa
«bendición» o «bendecir». Esta última palabra está compuesta por otras dos:
«bien» y «decir»; por tanto, bendecir es decir bien de otro. Tipos de
bendiciones:
1.
La bendición dirigida
a Dios es igual que alabanza, adoración, acción de gracias, invocación,
etc. hacia Él. Recitamos en el Salmo 103
(102): «Bendice a Yahveh, alma mía, del fondo de mi ser, su santo Nombre;
bendice a Yahveh, alma mía, no olvides sus muchos beneficios» (vv. 1-2).
2.
La bendición que procede de Dios al hombre y sus cosas, significa el favor divino, los dones
y beneficios de Dios: «...cada cual ofrecerá el don de su mano, según la
bendición que Yahveh tu Dios te haya otorgado» (Dt 16, 17). «Porque la tierra, que recibe frecuentes lluvias y
produce buena vegetación para los que la cultivan, participa de la bendición de
Dios» (Hb 6, 7).
3.
Se llama también bendición a la manifestación del deseo de estos favores, la súplica a favor de aquél que deseamos sea bendecido por el Señor.
Este último sentido es el que se aplica generalmente en
la Liturgia.
La
bendición
litúrgica es un rito mediante el cual el ministro de
la Iglesia
, por la autoridad que le ha
sido conferida, pide a Dios que se digne conceder un favor o gracia a las
personas por las que reza.
En sentido estricto, sólo Dios bendice; es decir, Él es el único
que puede conceder los favores y las gracias de las bendiciones. Si nos fijamos
en el Antiguo Testamento, observamos cómo Dios aparece bendiciendo
la
Creación
(cf. Gn 1, 22), bendiciendo a Adán y Eva (cf. Gn 5,
2), a Noé y sus hijos (cf. Gn 9, 1), Abraham (cf. Gn 12, 1-3; 24, 1), Isaac (cf. Gn 25, 11), Jacob (cf. Gn 32, 30; 35, 9), etc. Pero el Señor
concede también a los hombres este poder para bendecir, especialmente a los
ministros de
la Iglesia
, asimismo a
los ángeles como enviados suyos. De este modo, Jacob pidió la bendición al
ángel que luchó con él, según nos narra el libro del Génesis (cf. Gn 32,
27-30). Los Patriarcas bíblicos referidos bendecían a sus hijos: Isaac bendice
a Jacob (cf. Gn 28, 1; Hb 11, 20); «Jacob, moribundo, bendijo a
cada uno de los hijos de José» (Hb 11,
21); «Moisés, hombre de Dios, bendijo a los israelitas antes de morir» (Dt 33, 1); etc. Con mayor razón, por su
dignidad, puede hacerlo la santísima Virgen, como ocurre en Prado Nuevo; Ella
es el canal por el que descienden las bendiciones de Dios.
En los Evangelios, comprobamos cómo Jesucristo bendice con
frecuencia a las personas y cosas; lo que hicieron igualmente sus más
inmediatos sucesores, los Apóstoles. Desde
la Iglesia
primitiva se comprueba que
el sacerdote tiene el poder de bendecir, de imponer las manos, de ungir con
aceite bendito... Con el paso del tiempo,
la Iglesia
ha determinado quienes
podían otorgar ciertas bendiciones.
Clases de bendiciones:
- Constitutivas: imprimen
a las cosas una especie de carácter, quedando constituidas como sagradas y
destinadas al culto divino o a algún uso religioso (cálices, altares,
vasos sagrados, etc.).
- Invocativas: los
ministros piden al Señor se digne conceder su favor y alguna gracia
espiritual o temporal a las personas y objetos bendecidos; así se bendice
a los niños, las casas, las tierras, el agua, las velas, etc.
Efectos de las
bendiciones: no producen la gracia santificante, pues esto es propio de de
los Sacramentos, pero sí tres clases de gracias:
- Obtienen de Dios gracias actuales de inspiraciones e impulsos para hacer el
bien.
- Proporcionan auxilios y protección contra el mal, contra el demonio, las
tentaciones, contra el pecado venial, pues sirven para que sea perdonado,
además para disponernos a la contrición en cuanto a los pecados mortales.
- Nos obtienen beneficios temporales y nos libran de calamidades; como cuando
se bendice a los enfermos, se reza contra los desastres naturales, las
plagas, etc. Por eso es tan conveniente el uso de objetos benditos y
llevar algunos consigo, como el escapulario, rosario, cruces, etc.
Entre los libros litúrgicos que se utilizan en
la Iglesia
, existe el denominado Bendicional, que es el Ritual de bendiciones actual y que fue
aprobado por el papa Juan Pablo II en 1986. Allí se señala en las
«Orientaciones Generales»:
«Glorificando a Dios en todas las cosas y buscando principalmente la
manifestación de su gloria ante los hombres —tanto los renacidos como los que
han de renacer por la gracia—,
la Iglesia
, valiéndose de
las bendiciones, alaba al Señor por ellos y con ellos en las diversas
circunstancias de la vida, invocando la gracia divina sobre cada uno de ellos.
A veces
la Iglesia
bendice
asimismo las cosas y lugares relacionados con la actividad humana o con la vida
litúrgica y también con la piedad y devoción, pero teniendo siempre presentes a
los hombres que utilizan aquellas cosas y actúan en aquellos lugares. El
hombre, en efecto, en cuyo favor Dios lo quiso y lo hizo todo bien, es el
receptáculo de su sabiduría y por eso, con los ritos de la bendición, el hombre
trata de manifestar que utiliza de tal manera las cosas creadas que, con su
uso, busca a Dios, ama a Dios y le sirve con fidelidad como único ser supremo»
(n. 12).
Vamos a incluir dos sencillas oraciones de dicho Bendicional:
para pedir la bendición de los alimentos en las comidas y para dar gracias al
terminar. Esperamos contribuir así a recuperar una costumbre, tan poco
practicada hoy en los hogares cristianos:
«ANTES
DE LAS COMIDAS
918. Al
comenzar, todos se santiguan, y el que preside (haciendo la señal de la cruz, si es
sacerdote o diácono) dice:
Bendícenos, + Señor, a
nosotros y estos dones tuyos que vamos a tomar y que hemos recibido de tu
generosidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/ Amén».
«DESPUÉS
DE LAS COMIDAS
923. El
que preside dice:
Te
damos gracias, Dios todopoderoso, por todos tus beneficios. Tú que vives y reinas por los siglos de
los siglos. R/ Amén».