MENSAJE DEL DÍA 16 DE SEPTIEMBRE DE 1982[1]

 

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     (Al ir a rezar el santo Rosario a Prado Nuevo, Luz Amparo, en el camino que conduce a dicho lugar, comienza a sentir intensos dolores y a sangrar copiosamente por la frente, manos y pies, a la vez que emite fuertes lamentos).

 

     LA VIRGEN:

     La salvación del mundo, hija mía, será por intercesión de María, vuestra Madre gloriosa. Haced sacrificio y penitencia. Rezad el santo Rosario. Pedid al Padre Eterno. Las moradas celestiales están preparadas, hija mía, para toda la Humanidad que quiera salvarse. Diles a todos que confiesen sus culpas, que el Castigo está muy próximo. Oración y penitencia es lo que pido, hijos míos. Hija mía, reza por la conversión de los pecadores.

     Mira cómo está mi Corazón por todos mis hijos, hija mía, sin distinción de razas. Diles a todos mis hijos, hija mía, que el que quiera seguir el camino de Cristo tiene que coger la cruz. El tiempo se aproxima, hija mía, y el Hijo del Hombre vendrá para dar la recompensa a cada uno según sus obras.

     El Vicario de Cristo está en un gran peligro. Haced penitencia y oración. Publicad mis mensajes por todo el mundo; no os acobardéis, hija mía. Tienes que sufrir mucho, pero piensa que Cristo sufrió por toda la Humanidad hasta el final.

     Recibid las calumnias con humildad, hijos míos, y haced lo que os pido. Mira qué morada, hija mía; las moradas celestiales están preparadas y son la recompensa que espera para todo aquél que quiera seguir por el camino del dolor. Pensad, hijos míos, que esta recompensa será para toda la eternidad. ¿De qué sirve el placer del mundo si se pierde el alma? También te voy a enseñar las cavernas del enemigo... El venir aquí será horrible. Hija mía, pide que se conviertan; que quiero que se salven todos mis hijos. Hija mía, esto que has visto no es nada para lo que les espera a todos los que no quieran salvarse. No sufras, que el que viene aquí es porque quiere; estoy dando oportunidades de salvarse.

     Rezad por mis almas consagradas. La Iglesia de Cristo se está destruyendo. Satanás se está metiendo en la Iglesia. Han abandonado la oración. Muchas almas consagradas, por su mala vida, por su impiedad, han abandonado la oración y el sacrificio, y el enemigo se ha apoderado de ellos; muchos de ellos son lobos disfrazados con piel de cordero ¡Qué pena me da!

     Rezad las tres partes del Rosario; con el santo Rosario se puede salvar la mayor parte de la Humanidad; es mi plegaria favorita. El Anticristo se va a desenmascarar; está ya en la Humanidad. Haced oración. Tú, hija mía, serás calumniada y te verás muy sola. Serás calumniada por las almas consagradas. Sé fuerte, hija mía, hasta el final, como lo fue mi Hijo hasta la Cruz.

     Hijos míos: meditad la Pasión de Cristo, que está olvidada. Pensad en los dolores que pasé yo viendo morir a mi Hijo siendo inocente.

     Tú, hija mía, no te abandones. Visitad todos los días al Santísimo, que mi Hijo está muy triste y solo esperándoos a todos. Con vuestro sufrimiento se pueden salvar muchas almas. Deja que hagan lo que quieran de ti. Sé como un juguete en manos de un niño. Piensa lo que te he dicho otras veces: que el cuerpo no vale ni para estiércol; el alma es lo que vale. Que se vista el cuerpo con pudor; que se están cometiendo muchos pecados de impureza. Ofrécete, hija mía. Haced penitencia y oración por los que no quieren salvarse. Tú, hija mía, sé humilde.

     Adiós, hija mía.



[1] No existe grabación en audio de este mensaje; fue transcrito por uno de los asistentes al Rosario en Prado Nuevo. Cf. o. c., nº 1, pp. 78-79.