MENSAJE DEL DÍA 4 DE SEPTIEMBRE DE 1999, PRIMER SÁBADO DE MES,

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     LA VIRGEN:

     ¡Cuánto gozo siente mi Corazón, hija mía, por tantas y tantas avemarías como se han desgranado en este lugar! ¡Cuántas conversiones, cuántos frutos salen de él! ¡Qué gozo sienten nuestros Corazones!

     Hijos míos, acudid a este lugar con pureza de corazón, para alegrar nuestros Corazones.

 

     EL SEÑOR:

     ¡Ay, guías de los pueblos, que no queréis reconocer los frutos que salen de este lugar! ¿No os dais cuenta, hijos míos, que exigís cumplir las leyes y vosotros las infringís y no dejáis a los que las cumplen? Cogéis el fruto y apaleáis el árbol. Pero, hijos míos, ¿no tenéis orejas para oír ni ojos para ver? ¿Cómo no os dais cuenta, hijos míos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello? ¿No os dais cuenta de vuestra soberbia, que no os deja reconocer que Dios puede manifestarse a quien quiera y donde quiera? ¿Por qué ponéis un límite a Dios? Queréis coger vosotros los signos, no los signos que yo mande, sino los que vosotros queráis. ¿Hasta cuándo os tengo que estar avisando, hijos míos? Cambiad vuestras vidas, dejad el hombre viejo y revestíos del hombre nuevo. Algunos de vosotros, hijos míos, sois un desierto helado. Yo quiero almas que sean como la mostaza, que sean levadura y que crezcan las virtudes en su alma. Sólo el amor os puede ayudar, hijos míos. ¿Cómo podéis atropellar y perseguir y calumniar así a los que se llaman míos y me quieren seguir? Ni entráis en el Cielo ni dejáis entrar, hijos míos. ¡Ay de vosotros, que no queréis escuchar mi palabra!

     Hija mía, sigue pidiendo por ellos. Mi Corazón los ama, a pesar de todo.

     Orad, hijos míos, orad, para no caer en tentación.

     Y vosotros, guías de los pueblos: el que no está contra mí está conmigo. Quedaos con lo bueno. ¿Cómo un árbol bueno puede dar mal fruto, hijos míos? ¿Por qué reconocéis el fruto y pisoteáis el árbol? ¡Ciegos, necios! ¿Hasta cuándo, hijos míos? No os deja ver vuestra soberbia. Si sois puros de corazón, creeréis en los signos. Es Dios el que hace al hombre, no el hombre a Dios. El hombre es la criatura. No queráis quitarle el puesto al Creador.

     Orad, hijos míos, pedid por ellos. Sacrificio y penitencia. Mi Corazón sufre porque hay una rebelión entre ellos, que no quieren reconocer.

     Besa el suelo, hija mía, en reparación de todas las ofensas que cometen contra mi Corazón.

 

     LA VIRGEN:

     Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos para la conversión de los pobres pecadores...

     Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.