TESTIMONIO DE F. V. :

Recibido: martes, 04 de marzo de 2003-13:45 h.

Paz y bien, queridos hermanos en el amor de Nuestro Señor Jesucristo:

Mi nombre nada importa, soy un humilde servidor de Dios y vuestro. Mi fe en la Santísima Virgen se acrecentó hacia el año 1992, en una peregrinación que hice a éste hermoso y Santo Lugar, donde nuestra Madre derrama tantas y tantas Gracias hacia los pobres pecadores como yo.

Desde que comenzó aquel mensaje, que escuchaba por primera vez, el primer sábado de mayo de aquel mismo año, mis lágrimas no cesaron un momento, sintiendo dentro de mí la angustia y el dolor desgarrador de una Madre que nos ama como jamás puede llegar a amar ninguna madre.

Muchas cosas han pasado desde entonces, pero mi corazón siempre ha permanecido aquí. Recuerdo una vez que una compañera de trabajo me entregó un pañuelo para pasarlo por el árbol de las apariciones y un frasco vacío de perfume para llenarlo de agua del pozo. Lo hice, pidiéndole a la Santísima Virgen que la curara de la grave enfermedad que padecía. A los pocos días me salió al encuentro emocionada para decirme que el médico la había dicho que estaba mejor y no hacía falta que volviera en un plazo largo de tiempo. El fragante perfume a flores frescas, también me ha acompañado en otras visitas a éste Prado Nuevo Bendito.

Y la Santisima Virgen me acaba de conceder hace solo unos días otra Gracia, en una causa que veía perdida. Ha sido en un juicio que, en opinión de mi abogado, lo tenía difícil. Por eso, no dudé en acudir y suplicar a la Santísima Virgen. Petición que se hizo desde éste mismo lugar Santo, durante el rezo del Santo Rosario el pasado día 1 de Febrero. El día 28 de Febrero, al llegar a casa, mi abogado me llamó por teléfono, comunicándome la buena noticia: la juez había dictado sentencia a mi favor.

Hermanos míos en Cristo Jesús, no dejéis nunca de confiar en la Santísima Virgen, que siempre espera nuestra llamada, como Madre que es de amor y misericordia. Que Dios os bendiga a todos,

Vuestro humilde servidor.

(F.V.)