EL EVANGELIO DE SAN JUAN.19

Desde el comienzo al final del Evangelio de Juan, éste asocia estrechamente dos cosas, que parecen excluirse:

  • La Majestad soberana y tranquila del Verbo”.

  • Con la debilidad y flaquezas del hombre que vivió en Jesús”.

En Jesús, la carne, nada tiene que ver con el pecado, o sea, en Él no había pecado.

Pero excluido éste,

  • La carne es la sede de todos los sentimientos humanos.

Y porque “se hizo carne”, como nosotros:

  • Come y bebe.

  • Se cansa y reposa.

  • Es sensible a la amistad.

  • Llora.

  • Se turba.

  • Y muere.

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CARNE:

En el lenguaje Bíblico, no es carne sin vida, sino que es el hombre todo entero.

Fijaros:

  • Así como Yavé, habitaba en el Tabernáculo, en medio de “su pueblo”, llenando la morada, con su Divinidad.

  • Así la humanidad que asume el Verbo, es como el Tabernáculo, y de esa manera mora el Verbo, en medio de todos los hombres redimidos: “su pueblo”.

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El Verbo se encarna:

  • No por la transformación de su Divinidad en nuestra humanidad.

  • Ni por la confusión en Él de las dos naturalezas.

  • Sino por la unión “hipostática” (o sea, personal).

Que lo lleva a cabo:

  • Sin que sufra mutación alguna, con la naturaleza humana.

En el Verbo hecho hombre, no hay más que una persona:

  • Aquella que se dijo que estaba con Dios desde el principio.

No se unió con la naturaleza humana en general:

  • Sino con una NATURALEZA CONCRETA Y SINGULAR.

  • Que no termina en persona humana, porque,

  • Desde el primer instante de su existencia pertenece al Verbo, y en Él subsiste.

Este es un hecho singular:

  • Cuya comprensión sobrepasa la capacidad de nuestra razón.

Y por eso lo llamamos:

  • Misterio de la Encarnación”

Todas las explicaciones que se puedan dar, resultan inadecuadas.

Todas las comparaciones, sucumben ante la realidad.

(SEGUIRÁ)