EL EVANGELIO DE SAN JUAN.22

  • No lo usó el azote con sus dueños, sólo con los animales.

  • Claro, los dueños se marcharon detrás de los animales.

  • A los cambistas les esparció las monedas.

  • A las palomas las trató mejor, les dijo:

  • ¡Quitad eso de ahí!

Después, dijo a todos:

  • No hagáis de la casa de mi Padre, casa de mercado”.

Jesús está en la casa de su Padre, y exige que se la respete como tal.

Los judíos se obstinaron en:

  • Hacer “cosa propia”, la casa de Dios.

A causa de esta impiedad:

  • Jesús les abandonará, con una palabra de anatema:

  • Mirad que se os queda desierta vuestra casa” (Mt. 23,38).

Orígenes, dice:

  • Desde entonces, Jesús, el Cristo de Dios”, comienza siempre por reformar los abusos y purificar el pecado.

  • Esto lo hace, tanto cuando visita su Iglesia, como cuando visita al alma cristiana.

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Cuando pasó la sorpresa:

  • Los Príncipes de los Sacerdotes.

  • Los Doctores de la Ley.

  • Y los Jefes del Pueblo.

Pidieron a Jesús una justificación de su conducta.

  • No censuran su conducta.

  • Les parece conforme en honor de la Casa de Dios.

Y le preguntan:

  • Si no eres Sacerdote ni Escriba,

  • ¿Con qué derecho se atreve a reprimir los abusos?

Si es Profeta, que lo pruebe:

  • ¿Qué señal nos das para obrar así?

La respuesta de Jesús, no les convence y les crea un equívoco:

  • Destruid este Templo y en tres días lo levantaré”.

Ellos no entienden, y no entienden, por:

  • La perversidad permanente de las disposiciones interiores, con las que los judíos abordan a Jesús.

  • El espíritu de incredulidad, que les lleva a pedir una señal, para arrinconarle y anularle.

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(SEGUIRÁ)