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¿Cómo es posible que en el tiempo de una vida tan corta (3 años) haya podido Juan espigar cosas tan maravillosas, ignoradas u omitidas por los tres primeros Evangelistas?
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¿Por qué han dejado de contarnos lo que Juan nos refiere, como la garantía de una indudable historicidad?
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La respuesta es simple:
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“Por la riqueza inagotable de la vida terrena del Hombre-Dios”, que no termina aquí.
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Juan selecciona los milagros de Jesús. Narra seis, que no cuentas los otros Evangelistas, y dos que son comunes con ellos:
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Milagros que narra Juan:
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Bodas de Caná.- Aumenta la fe de sus discípulos.
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Curación del funcionario real.- Fue curado porque creyó.
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El paralítico de la piscina.- Jesús se hace igual a Dios.
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El ciego de nacimiento.- YO soy la Luz.
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Resurrección de Lázaro.- Yo soy la Resurrección y la Vida.
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Pesca Milagrosa (después de la Resurrección).- Para ratificar a Pedro como Pastor de la Iglesia
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Milagros comunes:
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Multiplicación de los panes.
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Andar sobre las aguas.
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Juan incluye estos dos milagros como signos de veracidad para las cosas que Jesús va a decir y hacer:
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“Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”.
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“El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”.
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Esto fue repetido muchas veces, machaconamente, para que entendieran bien su contenido.
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No obstante, fue rechazado por muchos discípulos, que le abandonaron.
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Por eso había hecho esos grandes milagros, para que vieran que ÉL podía hacer lo que prometía.
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Para ÉL no había dificultad, pues era el Creador de todo lo existente, y podía manejar las leyes de la Naturaleza como quisiera.