Ya que nosotros con Cristo formamos un cuerpo armónico, podemos decir que todos nosotros somos necesarios, pues, un cuerpo no está completo si no posee todos sus miembros.
Esta idea la expone también Pablo en este capítulo 12 que estamos tratando.
Ningún miembro puede decir a los otros que no los necesita, pues todos estamos tan trabados unos con otros que nos somos mutuamente necesarios (1 Cor 12, 20-22).
Y es que Dios quiere valerse de cada uno de nosotros. Es que Dios quiere como necesitarnos a nosotros. Cristo quiere como completarse con nosotros y por nosotros como más adelante diremos.
Esto no quiere decir que todos hayamos de tener las mismas funciones. Cada miembro tiene su función especial, que precisamente es en lo que puede servir a los demás.
Precisamente la gloria de los miembros es poder cooperar al bien del cuerpo total mediante el servicio que sólo él puede prestar. Esto es lo que nos dice San Pablo (1 Cor 12, 8-11. 27 y 28).