
BIBLIA - SÍNTESIS.124
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12-09-22
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Como Eva estuvo tan íntimamente asociada al primer pecado, así lo estará María respecto a la Obra de la Redención.
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Así lo ha sentido a través de todos los siglos la conciencia de la Iglesia, por boca de los Santos Padres -sus mejores doctores en teología-. Y consecuentemente: María cooperadora con Cristo en la Redención, no podía haber estado inficionada con el pecado.
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Pero hay un texto más radiante aún en la Sagrada Escritura respecto a esta excelsitud de María.
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El evangelista Lucas nos narra la aparición del ángel y las palabras que dirige a María: «Alégrate, llena de gracia...» (Lc 1, 28-33).
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En ese conjunto, la salutación «llena de gracia» (el original dice: «rebosante de gracia»), tiene una luminosidad sin comparación.
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La abundancia de gracia a que se alude, es la que corresponde a la mujer destinada a ser Madre de Dios.
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Abundancia, pues, sin medida, incomprensible, inimaginable.
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M.S.G. |