-
Nuestra mentalidad occidental fácilmente divide unos hechos, que en la mente de Cristo y en el ambiente de la época no son sino una sola cosa.
-
La cena para Cristo es un empezar la pasión.
-
Ha empezado a ser entregado el cuerpo y ha empezado a ser derramada la sangre.
-
Si penetramos un poco en la concepción popular de los orientales, no nos parecerá tan inverosímil lo que estamos diciendo.
-
Por parte de Cristo su cuerpo ya ha sido entregado, su sangre ya está siendo derramada.
-
Los hechos que han de seguir después no han de ser sino una culminación del drama.
-
Un llevar hasta el fin esto que está empezando ahora.
-
El dispositivo ha sido puesto en marcha. Pensémoslo y procuremos ponernos en la mentalidad de estos pueblos orientales y descubriremos que no es tan extraño lo que decimos.
-
Y desde luego para todos los cristianos de los primeros siglos la Misa es «sacrificio».
-
Los documentos históricos de los siglos I y II (Didajé, Justino, Ireneo...) nos afirman rotunda e insistentemente dos cosas:
-
1ª, la Misa es sacrificio.
-
2ª, la Misa es el cumplimiento de la profecía de Malaquías:
-
«...desde el levante del sol hasta su ocaso grande es mi Nombre entre los pueblos. Y en todo lugar ha de sacrificarse, ha de ofrecerse a mi Nombre; y ha de ser una oblación pura; pues grande es mi Nombre entre los pueblos, dice Yavé de los Ejércitos» (Mal 1,11).
-
Consecuencia: Los primeros escritos canónicos (San Pablo) y los autores cristianos de los siglos I y II están completamente de acuerdo con la doctrina católica del siglo XXI:
-
«La Misa es el Sacrificio del Cuerpo y de la Sangre de Cristo bajo las apariencias de pan y vino.»