La primera parte de nuestra misa actual es un compendio de lo que se hacía en la Sinagoga, de donde nació la Iglesia, y lo que las primeras comunidades cristianas realizaban, aun cuando ya se habían desgajado de la Sinagoga.
Es un conjunto de lecturas bíblicas, es un conjunto de oraciones que brotan de la contemplación de tales pasajes bíblicos.
Es Dios hablando al hombre con palabras inspiradas por El.
Es el hombre respondiendo a Dios con palabras tomadas, en general, de la Sagrada Escritura.
Y es el hombre formulando al Padre sus más íntimos sentimientos y deseos.
Ese conjunto de lecturas y oraciones queda sellado con la profesión de fe, expresión de nuestra total adhesión intelectual y afectiva a las enseñanzas de Cristo que recibimos de mano de la Iglesia.
LITURGIA DEL SACRIFICIO.-
Consta de tres partes principales:
Presentación de las ofrendas, Consagración y Comunión.
En la «Presentación de las ofrendas» el hombre pone sobre el altar lo que es símbolo de su vida.
En estos países mediterráneos el pan y el vino formaban la base del alimento popular.
De ahí que en el pan y el vino, símbolo de la vida humana, el hombre ofrezca a Dios algo suyo, algo ganado con sus sudores y en lo que sintetiza todo su ser.
La parte central de la Misa llamada «Canon» es la gran oración, inalterada durante tantos siglos, y que aún en sus variantes actuales contiene los mismos rasgos esenciales antiguos,
encierra ese momento sublime en que un hombre, delegado de la Iglesia y consagrado en el nombre de Cristo, repite sus mismas palabras.
Es el momento en que, actuando en nombre de Cristo, transforma la ofrenda del hombre en el Cuerpo y la Sangre del Señor, renovando así el sacrificio mismo de Jesús.