4.- CRISTO UTILIZO LOS LIBROS SAGRADOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Es Lucas el que tiene particular interés en presentarnos a Jesús predicando en la sinagoga de su pueblo, Nazaret, y exponiendo el impresionante pasaje del profeta Isaías sobre el amor de Dios a los pobres (Lc 4, l6ss).
El uso y el aprecio que Cristo hizo de estos libros, siguiendo la tradición de su pueblo, quedó profundamente grabado en la mente de sus discípulos.
Especialmente, nos refiere San Lucas, cómo en una ocasión, Jesucristo, ya resucitado, fue haciéndoles ver cuanto en estos libros se refería a El (Lc 24,27).
Los Apóstoles no hicieron sino ser fieles a este aprecio y a este amor de su Maestro.
5.- LA IGLESIA AÑADE A LA BIBLIA LOS LIBROS DEL NUEVO TESTAMENTO
A esos 46 libros, que componen la Biblia utilizada por los Apóstoles;
libros recibidos por ellos en griego del Pueblo de Israel disperso en el mundo pagano, la Iglesia ha unido otros 27 escritos posteriores a Cristo.
Los llamamos Nuevo Testamento, por ser expresión «inspirada» de la Nueva Alianza, superior a la Sinaítica.
Alianza que Dios realizó con los hombres por el sacrificio de Jesucristo.
La Iglesia -guiada por el Espíritu Santo- fue separando los libros del Nuevo Testamento inspirados por Dios, de aquellos otros que no lo son y que llamamos apócrifos.
Los Apóstoles, como los demás hombres de su raza, llamaron «Libros Santos» a los escritos del Antiguo Testamento.
Al ampliarse el número de éstos, con los escritos inspirados posteriores a Cristo, siguió el conjunto llamándose con el mismo nombre.
El título algo tardío, que finalmente se ha impuesto de «La Biblia» -plural de la palabra «biblion», libro- equivale a decir, «los libros» por excelencia, «La Biblioteca» sagrada, «Las Obras completas de Dios».