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Juan, el discípulo predilecto, es el que introduce la narración de la Ultima Cena de Cristo con los suyos, con estas palabras impregnadas de profundísimas ideas:
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1.- «Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, al fin extremadamente los amó» (Jn 13,1). ¡Hasta el fin!
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El texto original griego tiene en este caso una doble acepción.
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a) Se sobrepuso al instinto personal de conservación, pues pesaba como una losa sobre El la perspectiva inmediata de su pasión desgarradora y de su deshonra total. Olvídase de Sí, para atender como a hijos pequeños a sus discípulos.
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b) Hasta el fin, significa también, «de una manera desmesurada», «con locura». Ambos sentidos son plenos en Cristo en tales momentos.
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2.- Poco después viene el acto profundamente expresivo de Jesús comportándose como un esclavo. Se quita sus vestiduras, se ciñe cual un siervo un lienzo y se echa a los pies de aquellos hombres para lavárselos como si fuera el esclavo de ellos, antes de comenzar la cena normal.
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Exactamente como lo podía hacer cualquier esclavo a su propio señor.
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3.- Viene a continuación la consecuencia que Cristo saca a los suyos para mayor claridad:
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«Haced vosotros también como Yo he hecho» (Jn 13,15).
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4.- Y tras este comportamiento personal de Cristo viene la aplicación natural que es su lección suprema:
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«Un precepto nuevo os doy: Que os améis los unos a los otros. Como Yo os he amado, así también amaos mútuamente» (Jn 13, 34).
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Aparentemente, al lector superficial no le dirá nada nuevo esta frase de Jesús. En realidad es profundísima la enseñanza.
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El amor máximo que hasta ahora habíamos creído había que tener al hermano, es el que nos tenemos a nosotros mismos «amarás a tu prójimo como a ti mismo».