BIBLIA - SÍNTESIS.74

  • 12-01-22

    • Paso a paso, podemos seguir este áspero itinerario en la cuádruple narración de estos relatos fidedignos.

    • Y por si fuera poco, ha habido constancia oficial: la declaración del centurión romano, encargado de hacer cumplir la sentencia de muerte del reo.

    • Sólo entonces ha sido concedida la autorización a los amigos y familiares para llevarse y enterrar el cuerpo en vez de arrojarlo a la fosa común (Mc 15, 42-45).

    • Jesús, pues, parece haber fracasado totalmente en su empresa de coronar el desarrollo espiritual y la entrega a Dios de su pueblo.

    • El ha muerto, y sus discípulos, pobres pueblerinos, han huido; se han agazapado, temerosos, en un oscuro rincón de una casa desconocida de Jerusalén. Sólo les queda el recuerdo desolado y el llanto.

    • Prevista y querida por Cristo. Eso sí... todo ha sido previsto mucho antes por el mismo Jesús. Y El se ha resistido a poner medio alguno para impedirlo.

    • Es más, lo ha aceptado con plena conciencia, como quien cumple un deber sagrado:

    • «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no he de beberlo?» (Jn 18,11).

    • Más aún, la humanidad entera de Cristo, parece como que estaba orientada hacia ese hecho bellamente trágico de su muerte.

    • El Cuerpo de Cristo, sano y vigoroso, tuvo una sensibilidad especial, una singular capacidad de sufrimiento.

    • Eso significa la frase inspirada de la carta a los Hebreos: «No quisiste sacrificio ni oblaciones, pero me has preparado un cuerpo» (10,5)... apto para sufrir (ya que rechazaste todos los demás sacrificios).

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M.S.G.