MENSAJE DEL DÍA 6 DE NOVIEMBRE DE 1982, PRIMER SÁBADO DE MES,
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN:
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice en el nombre del Hijo y del Espíritu Santo.
Hija mía, soy vuestra Madre, sólo vuestra Madre os puede salvar, hijos míos; os quiero salvar, hijos míos. Os pido, hijos míos, que publiquéis por todas las partes del mundo mi plegaria favorita, hijos míos, esta plegaria del santo Rosario, hijos míos; con la luz de mi Rosario os salvaréis. Hijos míos, con el santo Rosario venceréis a Satanás, hijos míos.
Mira, hija mía, cómo sufre mi Corazón Inmaculado por todos los pecadores. ¡Ayúdame, hija mía, a salvar almas! Tú también eres madre, hija mía. Si uno de tus hijos, hija mía, fuese al fondo del abismo, piensa en el dolor que sentirías por él; pero piensa en mí, hija mía, que todos los días van al abismo montones de mis hijos, hija mía.
Mira mi Corazón, hija mía, cómo sufro... por todos mis hijos, sin distinción de razas, hija mía. Para mí siempre existe el dolor, hija mía; piensa que no sólo sufrí al pie de la Cruz, hija mía, sino que sigo sufriendo día a día por toda la Humanidad, hija mía.
Pedid, hijos míos, a mi Inmaculado Corazón; pedid, hijos míos, por la consagración de Rusia; hijos míos, el mundo está en un gran peligro.
España no quiere salvarse, hijos míos, no se quiere salvar.
Escribe otro nombre, hija mía... Este nombre, hija mía, no se borrará jamás.
Hija mía, no permitáis que el enemigo se apodere de vosotros; pedid mi ayuda, hijos míos; yo estaré siempre contigo, hija mía. ¿Qué madre buena, como te he dicho anteriormente, puede abandonar a sus hijos?
Levantad los objetos, hijos míos.
Hija, sé humilde.
Adiós.