MENSAJE DEL DÍA 1 DE NOVIEMBRE DE 1983, TODOS LOS SANTOS,

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     LA VIRGEN:

     Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

     En este día tan importante, hijos míos, no podía faltar vuestra Madre para bendeciros, hijos míos. Me seguiré manifestando, hijos míos, aunque muchos humanos piensan que no es posible que me pueda manifestar tantas veces en este lugar; me manifiesto tantas veces, hijos míos, porque el tiempo se aproxima y los hombres no dejan de ofender a Dios; por eso, hijos míos, me he manifestado tantas veces. Hace muchos años os he dado estos mismos avisos, pero habéis cerrado vuestros oídos, hijos míos; por eso, hijos míos, mi mensaje es de sacrificio y de oración, hijos míos, para que podáis salvar vuestras almas.

     Besa el suelo, hija mía, por las almas consagradas... Por las almas consagradas, hijos míos, ¡cuánto las ama mi Corazón!, y ¡qué mal correspondido es este amor!

     Sí, hija mía, seguirás sufriendo pruebas físicas, pero ofrécelas para la salvación de la Humanidad. Piensa que hemos cogido muchas almas víctimas para reparar los pecados de los hombres, hijos míos.

     Sacrificio, hijos míos, sacrificio y oración.

     Vuelve a besar el suelo, hija mía, por la salvación de toda la Humanidad... Por todos los pecadores, hija mía, por todos sin distinción de razas, hija mía.

     Pedid gracias a mi Inmaculado Corazón, que mi Inmaculado Corazón las derramará sobre todos vosotros, hijos míos, porque este Corazón será el que triunfe sobre toda la Humanidad, hijos míos; por eso os pido que hagáis oración acompañado de sacrificio, hijos míos.

     Levantad todos los objetos, hijos míos; todos los objetos serán bendecidos, hijos míos, y servirán para la curación de los enfermos y la conversión de los pobres pecadores...

     Sacrificio, hijos míos. Os repito, hijos míos: no defraudéis a vuestra Madre.

     Me agradaría, hijos míos, que en este lugar se levantase una capilla en honor a mi nombre, hijos míos, y para que vengan a meditar la Pasión de mi Hijo, que está olvidada, hijos míos, que vengan de todas las partes del mundo.

     Tu, hija mía, sé humilde y hazte pequeña, muy pequeña, que a mi Hijo le gustas pequeña.

     Adiós, hijos míos. ¡Adiós!