MENSAJE DEL DÍA 6 DE JULIO DE 1985, PRIMER SÁBADO DE MES,

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     LA VIRGEN:

     Gracias, hijos míos, gracias por haber venido. ¡Qué alegría habéis dado a mi Inmaculado Corazón, hijos míos, porque veo que todavía tengo almas que pueden reparar los pecados de los demás, hijos míos!

     Amad mucho a vuestra Madre, hijos míos, no tengáis miedo; si estoy yo con vosotros, ¿a quién podéis temer, hijos míos?

     Por eso os pido, hijos míos, que hagáis actos de reparación por tantos pecados como se cometen en el mundo, hijos míos. El mundo está al borde del precipicio; los hombres ingratos, cada día ofenden más mi Corazón.

     Amad mucho, hijos míos, amad mucho a vuestros semejantes.

     Y tú, hija mía, quiero que aceptes con humildad estas pruebas tan duras, hija mía. Las almas víctimas tienen que sufrir hasta el final, hija mía. Refúgiate en mi Inmaculado Corazón. Mi Inmaculado Corazón será el que triunfe sobre toda la Humanidad, hija mía.

     Haced actos de desagravios por las ofensas tan graves que se cometen a mi Inmaculado Corazón, hijos míos. También os pido que vayáis, de pueblo en pueblo, publicando la palabra de Dios y extendiendo los mensajes de vuestra pura e inmaculada Madre, hijos míos. Haced actos de reparación, hijos míos. Besad el suelo, hijos míos, en acto de reparación a mi Inmaculado Corazón, porque mi Corazón Inmaculado os protegerá, hijos míos.

     No tengáis miedo a los humanos, hijos míos; pueden matar vuestro cuerpo, pero ¿y vuestra alma, hijos míos? El cuerpo sólo no se mata de un tiro, ni de una puñalada, hijos míos. ¡La lengua mata, hijos míos! Tened cuidado, porque Satanás está alerta y quiere apoderarse de las almas. Por eso os pido: sacrificios, hijos míos, sacrificio y oración, porque en el sacrificio Satanás no está, hijos míos, ni en la penitencia ni en la oración. Pero que la oración salga de vuestro corazón, de lo más profundo de vuestro corazón, hijos míos.

     Amad a vuestra Madre y amad a mi Hijo, hijos míos, y refugiaos en mi Inmaculado Corazón.

     Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo, hijos míos.

     ¡Adiós!