MENSAJE DEL DÍA 4 DE JUNIO DE 1988, PRIMER SÁBADO DE MES,

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     LA VIRGEN:

     Hija mía, ya está aquí María, la llena de gracia, la bendita entre todas las mujeres, hija mía.

     Voy a explicar a los hombres el porqué María es llena de gracia y bendita entre todas las mujeres, porque así la Divina Majestad de Dios quiere que lo explique.

     Antes de nacer mi Hijo, la Divina Majestad de Dios me elevó al Cielo y me hizo ver toda la gloria que tenía preparada para todos los hombres. Me hizo ver también la descendencia cómo venía del linaje de Adán y Eva; pero también me hizo ver que era concebida sin mancha, me hizo ver los pecados de la Humanidad, cómo el hombre había perdido el Paraíso y cómo era necesario que otra Mujer y otro Hombre reparasen los pecados de la Humanidad.

     Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos pecados como se cometen en el mundo...

     Mira, hija mía, Dios me elevó al Cielo, ante su divinidad, y me hizo participar de su gracia y de su sabiduría, y me otorgó grandes dones, y me atribuyó también grandes atributos de sus atributos, para que reinara sobre la Humanidad. Me concedió ser Madre de amor y de misericordia y me dio gracias como a ningún ser humano le otorgó, para que yo estas gracias pudiera distribuirlas sobre los mortales. Mandó a las estrellas, al Sol y la Luna, que todos me obedeciesen, a todos los llamó por su nombre: a los peces, a las aves, a los reptiles, a todos les dijo que me obedeciesen y me nombró como Madre de toda la Humanidad. También me dio el título de Reina de las estrellas y Señora de todo lo creado. Por eso María es tan odiada, hijos míos, por eso el enemigo hace que desaparezca el nombre de María.

     Dios mi Creador quiso que María trajese a Jesús al mundo para redimir a la Humanidad, y que todos los hombres le conociesen; y ahora pide la Divina Majestad de Dios que María sea la que prepare el camino para que reine su Hijo. Por eso soy Reina y Madre de misericordia, consuelo de los pecadores y de los afligidos.

     Hoy, hija mía, van a aparecer diez coros de ángeles y sellarán frentes de todos los que acudan a este lugar. Todos aquéllos que estéis sellados recibiréis gracias, amor y protección mía. Todos serán sellados en el cuarto misterio de gloria. Y unos a otros verán sus frentes selladas. Que acudan todos a este lugar, que todos serán bendecidos y sellados en sus frentes. La hora se aproxima más y más y los hombres no dejan de ofender a Dios, hija mía. Orad, orad y haced oración para que toda la Humanidad se salve, hija mía.

     Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantas almas consagradas como ofenden a Dios...

     Vosotros, almas consagradas, despertad de ese eclipse que tenéis, invocad al Espíritu Santo, para que vuestra luz vuelva a vuestra alma y no os desviéis del camino de la salvación y de la penitencia. Estáis fríos por falta de oración, hijos míos.

     Rezad el santo Rosario todos los días. Con el santo Rosario, hijos míos, se arreglarán muchos problemas espirituales y morales; nacionales e internacionales. Pero la mejor oración, hijos míos, es la Santa Misa. Acudid todos los días a recibir a Cristo; Él instituyó la Eucaristía y dijo que el que comiera su Cuerpo y bebiera su Sangre viviría eternamente.

 

     LUZ AMPARO:

     ¡Ay!... ¡El gozo que siente el alma cuando se recibe a Cristo!...

 

     LA VIRGEN:

     Y vosotros, jóvenes, acudid a vuestros hogares a una hora temprana. El Castigo puede suceder en la oscuridad de la noche. Uníos en vuestros hogares y rezad el santo Rosario. Venid a nuestro Corazón, que nuestro Corazón os protegerá, hijos míos.

     Vas a beber unas gotas del cáliz del dolor, hija mía; está casi acabando... Cuando el cáliz se acabe será terrible, hijos míos.

     Orad, hijos míos, para no caer en tentación.

     Frentes serán selladas...

     Levantad todos los objetos, hijos míos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para la salvación de las almas...

     La paz os dejo, hijos míos.

     Adiós.