MENSAJE DEL DÍA 4 DE ABRIL DE 1992, PRIMER SÁBADO DE MES,

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     EL SEÑOR:

     Hija mía, sólo vengo a pedirte que me ames y me glorifiques y me hagas amar por las almas; salva almas, hija mía. Los hombres no paran de ofender a Dios, y Satanás hace tiempo que ha desencadenado su mal y lo ha extendido por todo el mundo. Por eso pido a los hombres que todo el que pueda se retire del mundo y viva en comunidad, pues no es fácil salvarse en el mundo, porque el que está en el mundo vive del mundo. Retiraos todos los que podáis con vuestra familia y vivid en comunidad, hijos míos. Yo sellaré con un sello especial vuestros nombres, si os entregáis a la gloria de Dios, hijos míos.

     Los hombres viven en la tiniebla. Buscad la luz, hijos míos, y amad a Dios y glorificadle.

     El Santo Padre sufre mucho, hija mía, porque muchos de sus pastores y muchos fieles de la Iglesia se desvían del camino del Evangelio; y ese sufrimiento le va agotando y acortando sus días en la Tierra; porque muchos de los sacerdotes no hacen caso al Pastor que hay en la Cátedra de Pedro. Obedeced al representante de Cristo, hijos míos, que muchos de vosotros os habéis desviado. Amad a la Iglesia; pertenecéis a ese Cuerpo Místico y no os alimentáis de su savia.

     Pido a todos los seglares, que quieran seguir el camino del Evangelio, que vivan en comunidades como los primeros cristianos, que yo, como Hijo de Dios vivo, tengo poder para sujetar el relámpago en mis manos y hacer que mis carros de fuego cojan a todos mis escogidos y los transporten a este lugar, hija mía. Mira mis carros, hija mía, y cuenta cómo son.

 

     LUZ AMPARO:

     Veo grandes carros con grandes ruedas; van dentro de ellos hombres vestidos de león y de águila con grandes alas, mirando siempre hacia adelante; se juntan unas alas con otras; bajan. Hay millones y millones de ojos alrededor de ellos. Salen brazos de hombres para coger a las criaturas; se posan en la Tierra con pezuña de león. Llevan sobre sus cabezas escafandras de zafiro y sobre su cuerpo piedras de jaspe; esas ruedas se dirigen hacia los cuatro puntos cardinales... (Dice algunas palabras en voz muy baja). Vienen envueltos en una nube de luz... ¡Ay! Billones y billones se posan en la Tierra. ¡Ay, ay...! Abren sus ojos y salen sus brazos y escogen a todas esas criaturas. ¡Ay, Dios mío, ay...! Todos están dentro, cierran sus ojos y meten sus pezuñas, y sus ruedas se dirigen hacia el mismo lugar. ¡Ay! ¡Ay! Van juntos unos contra otros... ¡Ay! Sólo se ven las alas, que llevan hasta otro mundo, otro mundo distinto... ¡Ay! Hay resplandor y belleza. ¡Ay, ay, ay...! Se paran todos, se vuelven a abrir los ojos, empiezan a salir todos. ¡Huy, cuántos, y cuántos y cuántos! ¡Ay, qué belleza hay en ese lugar! Ahí estarán hasta el día del Juicio Final. ¡Ay..., uf! Hay un gran altar; ese gran altar es muy grande, alto, muy alto. Todos llevan libros en la mano. En medio del altar hay un hombre con cuerpo de león y cabeza de águila. Coge un gran libro, lo abre y explica el Evangelio tal y como está escrito. ¡Ay! ¡Ay, qué belleza! ¡Ay, qué belleza! ¡Ay! Todos son transportados, todos estos carros. Se oirán silbidos como de truenos... ¡Ay!, y trompetas de gloria. ¡Ay, qué grandeza! ¡Ay, qué grandeza, ay!

 

     EL SEÑOR:

     Por eso os pido, hijos míos, vivid el Evangelio, que la mayoría de la Humanidad no vive el Evangelio; y no podrán ser transportados a la Tierra del Edén. ¡Ay...! ¡Y cuántos..., unos serán tomados y otros serán dejados! Entre padres e hijos, unos quedarán y otros serán arrebatados.

     Por eso os pido, hijos míos, que dejéis el mundo y os dediquéis a vuestro espíritu y a vuestra alma. Cumplid el primer mandamiento de la Ley de Dios, que es el amor. Si los hombres no se aman no podrán llegar a la Tierra del Edén. Aquí sólo hay amor, sólo paz y unidad. Todos seréis marcados, los que acudáis a este lugar, y protegidos de las asechanzas del enemigo.

 

     LA VIRGEN:

     Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

     Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para el día de las tinieblas...