MENSAJE DEL DÍA 6 DE JUNIO DE 1992, PRIMER SÁBADO DE MES,
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN:
Hija mía, hoy vengo con el manto lleno de gloria. Derramaré muchas gracias sobre todos los que han sido fieles y han acudido a este lugar. Muchos, hija mía, empezaron bien y terminaron mal... Pero mira todo lo que tengo preparado para los que han sido fieles a este lugar, donde mis plantas se han posado, hija mía. Te digo muchas veces que no es bueno empezar bien y terminar mal; sino empezar, hija mía, y ser fiel hasta el final. Yo dije que todos los que acudiesen a este lugar serían bendecidos y marcados con una cruz en la frente, pero para todos aquéllos que han sido fieles y constantes, hija mía. Dije que la capilla orante saldría si ellos eran fieles, pero buscan la mala oración sin querer hacer la acción. Quiero capillas vivas, capillas obrantes para llegar a las orantes. Eso te lo he repetido muchas veces, hija mía: ¿qué es la palabra sin obras? Hoy derramaré todas estas gracias sobre todos los que acudan a este lugar, sobre sus almas, hija mía. Y, sobre todo, derramaré torrentes de gracias para todos aquéllos que son fieles a mi Obra de amor y de unidad.
EL SEÑOR:
Sí, hija mía, todos los que acudan a este lugar recibirán gracias especiales; los amamantaré como una madre amamanta a sus hijos; los sentaré sobre mis rodillas y bendecirán mi Nombre; les enseñaré la sabiduría y nunca jamás se les olvidará, para todos los que sean fieles y vivan según el Evangelio, que muchos dicen vivir el Evangelio y lo viven a medias, hija mía. Para vivir el Evangelio tienen que seguir mis huellas, y mis huellas son de desprendimiento, de humildad, de obediencia, de caridad. Dije que el primer mandamiento y segundo, en él están todas las leyes, hija mía; el que cumple esos dos primeros, cumple los ocho siguientes.
Desprendeos del mundo y de los apegos del mundo, para que vuestros corazones puedan sentir paz, hijos míos. Os pido que todos los que podáis viváis en comunidad; desprendeos de vuestra herencia y ponedla como los primeros cristianos, hijos míos; pero no hagáis lo que Ananías y Safira. Servid a un solo Señor de señores. Quiero que vuestros corazones reverdezcan como la hierba y vuestros frutos sean dignos, hijos míos; y para esto tenéis que dejar los apegos mundanos.
Muchos dicen cumplir la doctrina de Cristo y sólo viven para sus intereses propios. Por eso, un día no muy lejano, muchos serán los llamados y pocos los escogidos, porque pocos viven según el Evangelio. Vivid como los primeros cristianos, hijos míos; y para no tener apegos mundanos, tenéis que retiraros del mundo y que lo de todos sea de uno y lo de uno sea de todos.
Alabad y glorificad a Dios, hijos míos. No os glorifiquéis a vosotros mismos. Alabad mi Nombre.
LUZ AMPARO:
¡Santo, Santo, Dios de los ejércitos, lleno está el Cielo y la Tierra de tu gloria! ¡Hosanna en el Cielo! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Santo es el Nombre de Dios!... ¡Santo es el Nombre de Dios!...
Bendito, bendito, bendito sea Dios, los ángeles cantan y alaban a Dios.
EL SEÑOR:
¡Cuánto le gusta a mi Padre esta alabanza, hijos míos! Alabadle y glorificadle. Trabajad con alegría y dad con alegría, para que yo pueda amaros, hijos míos. Todo este mes derramaré gracias muy especiales para la salvación de las almas y la protección de las familias.
LA VIRGEN:
Humildad pido, y que vuestra Obra sea el nombre de “unión, amor y paz”. Y quiero que se extienda por todas las partes del mundo. La paz, el amor entre los hombres y la unidad es muy importante, hija mía.
Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con unas bendiciones muy especiales para los moribundos...
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
La paz sea con vosotros, hijos míos.