MENSAJE DEL DÍA 5 DE JUNIO DE 1993, PRIMER SÁBADO DE MES,

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     LA VIRGEN:

     Hija mía, ¡qué tristeza siente mi Corazón viendo la perversidad de los hombres! Los que están entre vosotros, pero que no son de vosotros, hijos míos...; tendréis una gran persecución en ellos. Os lo dijo mi Hijo que seréis perseguidos, queriendo destruir la Obra de Dios.

 

     EL SEÑOR:

     No temáis, vosotros, hijos míos, estáis ungidos por la gracia de Dios. Sed fuertes, hijos míos y venceréis al malo. Estando la gracia con vosotros, ¿a quién podéis temer?

     Piensa, hija mía, que los hijos de la luz son perseguidos; pues los hijos de la luz no ponen tropiezos sobre los hermanos, y los hijos de las tinieblas son avispas que os rodean, hija mía, para clavar el rejón sobre vosotros. Donde está la luz no hay tropezones, hija mía; los hijos de las tinieblas hacen el mal; los hijos de la luz buscan el bien. En eso se diferencian los hijos de la luz de los hijos de las tinieblas, hijos míos. El que está en la luz está en la verdad; el que está en la tiniebla está en la mentira, hijos míos; sois odiados y perseguidos por ser hijos de la luz. Si fuerais hijos de las tinieblas, hijos míos, no seríais perseguidos, porque el hijo de la tiniebla no ama; ni ama ni deja amar. Fijaos en Caín, hijos míos, era de la raza del mal porque se fue a la tiniebla y mató a su hermano por hacer buenas obras.

     Seguid, hijos míos, abriendo vuestras entrañas a todos los que os necesiten. Esto es lo primero que el hombre oyó: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. ¡Ay, los destructores!, ¡ay de aquéllos que destruyen a sus hermanos!, ¡ay, perseguidores de los hijos de Dios! ¿Qué daño os hace a vosotros que los hijos de Dios practiquen el bien, hijos míos? ¡Ay, que sólo os amáis a vosotros mismos y amáis al mundo, despreciando a vuestros hermanos! ¡Ay de vosotros, caínes, que ni amáis ni sois capaces de dejar amar! No dejáis a vuestros hermanos hacer las buenas obras, ni vosotros tampoco las hacéis, hijos míos. Vivís para vosotros y para los vuestros; ¿qué clase de hijos sois, hijos míos? El que permanece en el mundo no está en la caridad, y si alguno de vosotros está en el mundo no permanece en la caridad, hijos míos. El que permanece en la caridad está pendiente del hermano y se olvida de sí mismo. Y vosotros, gobernantes incultos, ¿qué podéis gobernar y cómo vais a poder gobernar vuestro pueblo, si no amáis a vuestros hermanos, si los estáis introduciendo en la tiniebla?; los arrastráis hacia el mal, como vosotros estáis metidos en el mal. ¿Cómo podéis decir que la Madre de Dios no está pendiente de sus hijos? No hay pasado ni futuro para nosotros, es el presente en el que estamos presentes, hijos míos, y por eso aviso al hombre del presente que camine en Dios hacia el futuro. Vosotros, que no abrís vuestras entrañas a vuestros hermanos, sois homicidas.

     Hijos míos, el “mal” que habéis cometido es el de hacer el bien a los demás. Por eso sois perseguidos, y seguiréis siendo perseguidos, hijos míos. Los hijos de las tinieblas no permiten que los hombres amen, porque ellos no pueden amar; están ciegos, y el que está ciego no permanece en la luz ni en el amor. Vosotros, hijos míos, obrad con justicia, que obrando con justicia estaréis en el camino de Dios. Defendeos, hijos míos, pero con justicia santa, pues el que está en la justicia ha nacido de Dios, y el que no obra con justicia es el hijo del mal. Quieren hacer desaparecer todo principio religioso y todo amor hacia los hermanos.

     Vosotros, hijos míos, que no sois capaces de amar, ni dejar vuestra herencia para los pobres, ¿por qué no dejáis a los que aman en paz y en gracia de Dios? ¡Si no podréis contra ellos, porque el que está ungido de Dios está por encima del hombre que es hijo del diablo! Y sí, repito: ¡apóstatas! ¿O es mentira, hijos míos, que habéis apostatado de vuestra fe? Cuando os presentéis ante Dios, hijos míos, ¡qué juicio os espera! ¡Ay, ingratos, que tantas gracias he derramado sobre vosotros y las habéis rechazado por un ideal destructor, hijos míos! ¡Con qué desprecio nombráis el nombre de María! María es la Puerta del Cielo; es la Madre de toda la Humanidad. Todos los que queráis ir a María, por muy pecadores que hayáis sido, hijos míos, Ella os llevará a Jesús y Jesús os llevará al Padre.

     Pero, ¡ay de vosotros, destructores de vuestras mentiras, que aplicáis la ley a vuestro gusto con mentiras y engaños! El hombre sin Dios no es nada. Toda rodilla será doblada ante Dios el Creador. ¡Ay de vosotros! ¿Qué entendéis por sectas, si las sectas sois vosotros, hijos míos, que os dedicáis a destruir y a separar a las almas de la Iglesia y a renunciar de Cristo? Ésas son las sectas, hijos míos; ¿cómo podéis llamar a los hombres de buena voluntad, a los hombres que siguen el camino del Evangelio, a los hombres que aman a su prójimo como a sí mismo, cómo podéis llamarlos sectas, hijos míos? Mirad vuestros corazones y recapacitad si sois vosotros las sectas; pues una secta se dedica a destruir no a construir, y vosotros estáis destruyendo el Nombre de Dios, y estáis separados de Dios y de su Iglesia. ¡Ignorantes!, ¿sabéis, acaso, lo que es la secta? ¡Vosotros sois las sectas, hijos míos! La secta se dedica a separar, no a unir y a amar. Vosotros os reís de mis mensajes, pero ¡ay, cuando lleguéis ante los ojos de la Divina Majestad de Dios..., no será escuchado vuestro llanto ni vuestro rechinar de dientes!

     Y vosotros, hijos míos, os repito: obrad con justicia santa, pero ¡no os dejéis engañar y defendeos, y defended el Evangelio, defended la Iglesia, hijos míos, aunque tengáis que dar la vida por ella! ¿No veis que quieren hacer desaparecer este lugar, y se valen de medios comunicativos, y se valen, hijos míos, del mal para destruiros? Pero el bien está por encima del mal. Dad ejemplo de cristianos y seguid amando a los necesitados y protegiendo a los necesitados. ¿Qué pueden decir de vosotros, hijos míos, que os amáis unos a otros y habéis dejado vuestros bienes unos para otros, para los pobres y necesitados? Si éste es el Evangelio: “Vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y sígueme”.

     Pero ¡ingratos!, que dañáis a vuestros hermanos por no perder vuestros puestos, ¿cómo sois tan hipócritas y fariseos, si no estáis en la verdad?, y hay que defender la verdad, y la verdad un día lucirá y aplastará a la tiniebla. Sed fuertes, hijos míos, que estáis rodeados de avispas con un gran aguijón, persiguiéndoos a ver dónde pueden clavar el aguijón. Amad a la Iglesia, amad al Papa, hijos míos, amaos unos a otros; éste es el primer mandamiento de la Ley de Dios: “Amarás a Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con todos tus cinco sentidos y al prójimo como a ti mismo”. Cumplid mis mandamientos, hijos míos, y no os importe la persecución; ahí se nota que sois hijos de Dios; por eso sois perseguidos, hijos míos. No penséis que los apóstatas y paganos os persiguen por otra cosa que no sea porque quieren hacer desaparecer el Nombre de Dios y de María. Luchad con vuestras fuerzas, con la unción del Espíritu Santo y amad a nuestros Corazones, hijos míos. ¡No temáis!, si el alma no la puede matar nadie, y ellos están muertos a la gracia; su alma la tienen totalmente muerta; ¿cómo hablan de alma, si no la tienen ejercitada en el amor?

     Seguid acudiendo a este lugar y no hagáis caso de la calumnia y de la falsedad, hijos míos. Os repito que la luz resplandecerá y todos la veréis; y por mucho que la tiniebla quiera acercarse a la luz, te lo enseñé, hija mía, que nunca puede la tiniebla dar luz; pero la luz a la tiniebla la puede alumbrar. Por eso los hijos de la luz se buscan y los hijos de la tiniebla también se buscan, hijos míos, porque no se pueden acercar los de la tiniebla a destruir la luz. Y os repito que si alguno de vosotros está en el mundo, no permanece en la caridad, porque se jacta de los bienes del mundo y olvida a su hermano, no tiene entrañas y no es nacido de Dios.

     Orad y haced sacrificio, hijos míos, lo vais a necesitar. Pero contra Dios no puede el mal. Intentarán destruir vuestros cuerpos, pero no podrán tocar vuestras almas. Ya que ellos no os aman, hijos míos, amad vosotros y conquistar almas para el rebaño de Cristo.

     Acudid a este lugar sagrado, donde nuestras plantas han posado, y muchos recibiréis curaciones de cuerpo y otros muchos curaciones de alma, hijos míos.

 

     LA VIRGEN:

     Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para los pobres pecadores... Todos han sido bendecidos con unas gracias especiales para fortalecer vuestras almas.

     Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

     Adiós, hijos míos.