MENSAJE DEL DÍA 7 DE AGOSTO DE 1993, PRIMER SÁBADO DE MES,

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     LA VIRGEN:

     Hijos míos, quiero que en este lugar sigáis honrando y venerando mi nombre de Madre Dolorosa. No permitáis, hijos míos, que hagan los hombres de mala voluntad desaparecer de este lugar sagrado esta cadena de mi Rosario, que os unirá del Cielo a la Tierra. Reuníos todos juntos, de un extremo a otro del mundo, en este lugar sagrado, y juntad todas vuestras plegarias, para que los secuaces de Satanás, hijos míos, no puedan hacer desaparecer algo tan grandioso.

     El ejército del Infierno se ha desencadenado, y los hombres impíos y apóstatas, que viven en la tiniebla, se refugian en la oscuridad para maquinar sus males y no quieren buscar ni acercarse a la luz, porque serán descubiertos, hija mía.

     Este ataque es contra la Iglesia, hijos míos, es contra Dios y contra los hijos de Dios. No saben los hijos de las tinieblas que la Iglesia está protegida por ministros fieles al Evangelio y apóstoles celosos y no podrán destruir el Nombre de Dios. ¡Cuantos más ataques, hijos míos, mayor será el triunfo! Luchad; el arma del Rosario es muy poderosa, hijos míos; por eso el enemigo está furioso; luchad todos juntos como buenos cristianos y rezad la plegaria favorita de mi Corazón. Mi Corazón Inmaculado triunfará en el mundo, aunque los hombres se opongan. Quieren destruir vuestra fe, hijos míos; intentan destruir las grandezas de Dios. Pero, ¿cómo pensáis, criaturas corrompidas, que vais a poder hacer desaparecer el Nombre de Dios en los corazones? ¡Luchad por este lugar, hijos míos, no os dejéis vencer! El enemigo es muy astuto y os repito que trabaja en la tiniebla, pero la tiniebla no ve y la luz resplandece.

     Sed fieles hijos de la Iglesia, hijos míos, amadla con todo vuestro corazón. Si estáis con Dios, ¿quién contra vosotros?, si Dios es el Poderoso, el principio y el fin de todas las cosas. Os dije, hijos míos, hace tiempo, que vosotros tenéis que luchar para sacar este lugar adelante. En Lourdes, hijos míos, los hombres fueron los que lucharon; los hijos de Dios con los hijos de las tinieblas; y ¿quién venció? La luz, hijos míos. Pero tenéis que ser valientes, no os acobardéis. Os persiguen y os persiguen, pero no podrán con vosotros. Mi Hijo aplicará la justicia y una justicia severa sobre todos aquéllos de mala voluntad, y el árbol podrido será cortado con el hacha. Por eso os pido, hijos míos, oración, oración.

     El mundo va de hora en hora cada día peor, porque los hombres de mala voluntad ni entran en el Cielo ni dejan entrar a los demás, y los arrastran con palabras y mentiras. Ahí tenéis el Evangelio, hijos míos; no os dejéis conducir por la astucia de Satanás. Satanás destruye, hija mía, y todas sus obras son destructoras; hacen desaparecer el Nombre de Dios, intenta rebatar (1) la vida de los inocentes. ¡Y cómo, hijos míos, estáis ciegos y no os dais cuenta que es una obra de Satanás! El Dragón de las siete cabezas está desatado, y llegará el momento, hijos míos, como os dije al principio, que cada individuo se gobernará por sí mismo. Y quieren hollar el poder eclesiástico. Pero la esposa de Cristo triunfará, nadie podrá derribarla, porque es la Piedra Angular, es el mismo Cristo el que la fundó.

     Por eso os pido a todos, hijos míos: sed Iglesia y sed apóstoles celosos y amarla con todo vuestro ser. Los que aman a Cristo, los que aman a la Iglesia, el poder de Satanás no podrá contra él...

     Hija mía, los hombres hieren mi Corazón, porque yo soy Madre de amor y suplico por ellos; pero ellos, a cambio, me rechazan y quieren hacer desaparecer mi nombre. Orad, hijos míos, orad y reuníos todos y formad una gran familia unida para que los hijos de las tinieblas huyan, invocando el nombre de María.

     Defended la Palabra de Dios y no os dejéis engañar por palabras de mentira y palabras destructoras, hijos míos; ¿cómo un árbol malo va a dar buen fruto, hijos míos? Estáis ciegos. ¡Ay, pueblo, que estáis como el pueblo de Israel! Os habéis quedado ciegos, os habéis dejado invadir por la tiniebla.

 

     EL SEÑOR:

     Sí, hija mía, serán castigados severamente, porque Dios aplica la justicia contra los hombres de mala voluntad. Intentan destruiros, pero está Dios con vosotros, hijos míos. Ahora es el tiempo de la batalla; coged el arma poderosa del Rosario y derribaréis al enemigo. Todo el que ha acudido a mi Corazón jamás ha sido defraudado. Tenéis vosotros las mejores armas, hijos míos, las más potentes: el Rosario, el Evangelio, la gracia, hijos míos, y con esa gracia podréis rebatir al enemigo. No os durmáis, hijos míos, os repito, y sed valientes, que nadie rompa esta cadena del santo Rosario que tanto agrada a mi Madre y que tanto poder tiene contra el enemigo. Sois odiados y despreciados por el Nombre de Dios. Bienaventurados aquéllos que son perseguidos por la justicia a causa de mi Nombre.

     Quiero que este lugar sea un lugar de oración y donde se construya una casa de amor y misericordia para los pobres y necesitados. En vuestras manos lo dejo, hijos míos.

 

     LUZ AMPARO:

     ¡Ay, Señor!, ¡Señor!, te pido por Carlos, ¡ten misericordia, Señor!

 

     EL SEÑOR:

     Él, hija mía, está más en el otro lugar que en éste, y encontrará más felicidad que aquí. Yo, cuando veo que un alma se pierde, la cojo para mí y la pulo y la refino para mis fines, hija mía. Él es la vasija, yo soy el alfarero, y lo estoy refinando y quedará limpio como la nieve. Y llegará a este lugar a gozar con los bienaventurados. Él es más feliz que otras muchas almas que no han tenido la dicha de conocerme.

     Pedid por los que no me conocen, pedid por los que me desprecian; ésos son dignos de lástima, hija mía, y pedid por los hombres de mala voluntad. Él estará conmigo en el Paraíso; le digo, como le dije al buen ladrón, porque él ha invocado mi Nombre, y todo el que invoca mi Nombre, lo amarro con unas cadenas de oro y le llevo a la mansión eterna para que goce con los bienaventurados.

     Para que veáis, hijos míos, el poder de la gracia y la misericordia de Dios. Orad por los pobres pecadores y haced sacrificios y seguid, hijos míos, con vuestras obras de amor y misericordia. Ayudaos unos a otros para que mi Obra crezca como las estrellas. Y sonreíd ante la persecución y amad a vuestros enemigos; pero luchad y defended vuestros principios, hijos míos. Y el principio y el fin es Dios. No temáis, hijos míos, ya os dije que los ataques serían fuertes, y mirad cómo se están cumpliendo.

     ¡Ay, hombres ingratos!, ¡ay, malvados, que tenéis sed de venganza y no os importa destruir vuestras almas por la venganza de un pasado!; si no perdonáis no seréis perdonados. No perdáis el tiempo, hijos míos, en refugiaros en las tinieblas, y enseñad a vuestros hijos el camino del Evangelio, porque tenéis conocimiento de él, y ¡ay de los que tenéis conocimiento de mí y me negáis! Yo no condeno a los que no me conocen, sino a los que me conocen y me desprecian y me odian.

     Levantad vuestro corazón a Dios, que cuando os presentéis ante su Divina Majestad, seréis arrojados. ¡Cómo os habéis dejado envenenar por un ideal satánico!

     Orad y pedid por todos, hijos míos; reuníos todos aquí y defended este lugar sagrado. Yo derramaré gracias en abundancia sobre vosotros y sobre vuestros hijos.

 

     LA VIRGEN:

     Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para los pobres pecadores...

     Os bendigo como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

 

 

 

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(1)Rebatar”= En desuso: “arrebatar”.