MENSAJE DEL DÍA 2 DE OCTUBRE DE 1993, PRIMER SÁBADO DE MES,

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     LA VIRGEN:

     Hija mía, mi Corazón viene lleno de dolor, porque los hombres cada día están más obstinados en hacer desaparecer mi nombre. Soy la Madre de Dios y los hombres no quieren reconocerme como Madre de Dios; me ven como madre del hombre.

 

     EL SEÑOR:

     Sí, hijos míos, mi Madre es la Madre de Dios y los hombres tienen que reconocerla como Madre de Dios. Ella me trajo en sus entrañas para redimir al mundo; ¿cómo es tan despreciada y tan poco venerada?

     Seguid acudiendo a este lugar, hijos míos, donde mi Madre ha puesto sus plantas virginales. Yo soy el Buen Pastor que di la vida por mis ovejas, y vosotros sois mi rebaño, y yo os conozco a todas mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí; y el Pastor está pendiente siempre de sus ovejas, para protegerlas del mal. No tengáis miedo, hijos míos. Yo no huí de los lobos, yo os defendí de los lobos y os sigo defendiendo de los lobos, hijos míos. Estáis entre lobos que quieren hacer desaparecer el nombre de María.

     ¡Ay, hombres de poca fe!, ¿hasta dónde queréis llegar con vuestras maldades? Vuestro corazón está lleno de odio y de egoísmos; habéis apostatado de Cristo, ¿cómo podéis gobernar sin Él, hijos míos?

     Y vosotros no tenéis nada, hijos míos, que temer, ni esconder. Todo se puede ver, hijos míos, y no tenéis ningún secreto que puedan revelar. Todo está a la luz, hijos míos, porque los hijos de Dios trabajan en la luz y los hijos de la tiniebla trabajan en la oscuridad. Por eso, hijos míos, tenéis que amar a vuestros enemigos; pero defended con amor y con energía la verdad. No tengáis miedo por vosotros, tened compasión por sus pobres almas y por sus pobres cuerpos. Yo les di la luz y se arrastraron a la tiniebla, ¿no son más dignos de lástima ellos que vosotros, hijos míos?

     Y no sólo reniega (1) de Cristo, sino que se deja arrastrar por los que aborrecen a Cristo. Yo le di luz y tuve su alma en mis manos, pero él se dejó arrebatar por la astucia del enemigo. ¡Ay, alma infiel!, ¿hasta dónde quieres llegar? ¿No has tenido bastante con ser infiel al Creador, que quieres que las criaturas también sean infieles a las leyes de Dios? Yo te amé y te tuve en mis manos. Tú me despreciaste y te fuiste a la tiniebla; ¿cómo puedes gobernar un pueblo sin Dios, hijo mío? Nada te saldrá bien.

     Pedid por ellos, hijos míos, son dignos de compasión. ¿No os dije, hijos míos, que ésa sería la jugada(2): hacer desaparecer la fuente de este lugar? Y miles y miles de almas han bebido del manantial. No os dejéis engañar por mentiras y palabras engañosas. De este manantial han bebido miles de peregrinos que han pasado por él. Es la jugada para hacer desaparecer de aquí el nombre de María.

     ¡Ay, hijos míos!, ¿hasta dónde queréis llegar? Rechazáis mis mensajes, hijos míos. Os aseguro que si en Sodoma y Gomorra hubiera habido tantos milagros como aquí, no hubieran desaparecido; pero seréis castigados peor que en Sodoma y Gomorra. Si no pido a los hombres nada más que amar a Dios, ¿por qué os interponéis en su camino? Dejad la libertad cristiana, hijos míos. ¿Creéis que los hombres se rinden? Los verdaderos hijos de Dios no se rinden con vuestras jugadas, hijos míos. Vosotros habéis apostatado y no dejáis a los cristianos que vivan su fe. No vengáis con buenas palabras, hijos míos, que esas palabras son mentirosas. Sólo os importa hacer desaparecer de aquí el nombre de Jesús y María.

     Y vosotros, como hijos de Dios, defended este lugar; no permitáis que desaparezca mi Nombre de aquí, ni el nombre de María. Han desviado esas aguas, hijos míos, pero vosotros bebéis de otras fuentes, que os ensalzan a la eternidad, que ellos no son dignos de beber. Y gracias a tantas y tantas almas como oran y hacen penitencia, detendré mi justicia. Pero, hijos míos, ¡ay de los culpables!, porque mi... caerá sobre vosotros.

     Ya estáis recibiendo el mal que estáis haciendo, hijos míos; estáis encolerizados y vuestro corazón está lleno de odio para perseguir a los cristianos y a los hijos de Dios. ¿¡Dónde está la libertad de los cristianos!?; habláis de libertad y ponéis condiciones. Sólo Dios es el que pone condiciones.

     Orad y amad a la Iglesia, hijos míos, que nosotros esperamos a los pecadores, y al más pecador que venga y se arrodille a las plantas de Jesús, por muy graves que sean sus pecados, le dirá lo que a la Magdalena: “Vete y no peques más, tus pecados te son perdonados”. Acercaos al sacramento de la Penitencia y al sacramento de la Eucaristía, fortaleceos en él. ¡Cómo se nota el sello de Dios, hijos míos! Si no, ¿cómo comprendéis que tanta y tanta persecución iban a ser capaces de aceptar, si no es por Dios Creador?

     Nada os asuste, porque nada tenéis que ocultar, hijos míos. Todo está en la luz, no tenéis escondrijos. Orad mucho, hijos míos, y haced mucha penitencia. Y acudid a este lugar y todos seréis bendecidos y marcados con una cruz en la frente.

     Besa el suelo, hija mía, por la conversión de todos los pecadores...

     Y el que quiera ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, coja su cruz y me siga; porque aquél que me niegue ante los hombres, yo le negaré ante mi Padre; y aquél que dé testimonio de mí ante los hombres, yo daré testimonio a mi Padre de él. No seáis cobardes, hijos míos, sed valientes; pensad en los grandes santos, que cantando iban al martirio. Hay muchas maneras de martirizar a las almas; hijos míos, sed pacientes y hablad con caridad y energía. Defended mi Obra y seguid haciendo obras de amor y misericordia. Les pasa lo que a los paganos: ni hacen ni dejan hacer; viven para sí mismos, sin repartir con los pobres. ¿Y cómo hablan de solidaridad, si la solidaridad es amar al prójimo? Eso es la solidaridad, hija mía: el amor al prójimo. Hablan de paz y ellos forman la guerra; hablan de amor y no extienden la mano al necesitado. ¿Eso es compartir con los demás?

     Vivís para vosotros mismos y no dejáis que los demás ayuden a los necesitados. Ni entráis en el Cielo ni queréis que los demás entren.

     Reuníos todos juntos, hijos míos, y amaos como los primeros cristianos y defended a Cristo, no seáis cobardes. Los hijos de Dios tienen que ser fuertes. Amad al Santo Padre, amad a la Iglesia; éste es el camino directo del Evangelio.

     Y pedid por ellos, hijos míos.

 

     LA VIRGEN:

     Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para los pobres pecadores... Todos han sido bendecidos con una bendición especial.

     Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

 

 

 

 

 

 

__________________________

(1) Habla ahora en singular, refiriéndose a una persona concreta.

(2) “Jugada” o “acción mala e inesperada contra alguien”, según uno de los significados de esta palabra.