MENSAJE DEL DÍA 1 DE ENERO DE 1994, SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS

(PRIMER SÁBADO DE MES),

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     LA VIRGEN:

     Hija mía, yo soy la Madre de Dios, yo soy la Madre de los hombres; la Divina Majestad de Dios así lo quiso: que la divinidad increada entrase dentro de mis entrañas y se juntase con la humanidad creada. Cuando el arcángel san Gabriel me dijo: “María, darás a luz un Hijo, al que pondrás el nombre de Jesús, que quiere decir Salvador”, yo no comprendí esas palabras, pero la humanidad se juntó con la divinidad, y la divinidad me empujaba. Sentí un gozo en mi corazón y una alegría, y me empujaba esa divinidad a decir “sí” sin comprender esas palabras. Yo di un “sí” y el Verbo encarnado salió de mis entrañas, para que los hombres entendiesen el misterio de la creación, pues los hombres estaban deshumanizados. Los hombres actuaban como animales y Dios quiso que su propio Hijo se encarnase de una Virgen pura e inmaculada, para enseñar al mundo las verdades de la creación. Los hombres no tenían corazón,...

 

     LUZ AMPARO:

     ¡Ay, Dios mío, qué cosas!

 

     LA VIRGEN:

     ...estaban tan enfrascados en el pecado, que habían perdido la razón y actuaban como animales. Los padres no respetaban a los hijos y se convirtió la creación en pasión, en placer. Dios creó al hombre para amarle y glorificarle, y el hombre, en su desobediencia, se metía en los planes de Dios. El Verbo se engendró dentro de mis entrañas y, cuando nació, los hombres habían perdido el amor y la caridad. Con mi esposo José busqué refugio para que mi Hijo naciese. Todos los corazones de los hombres estaban endurecidos, y encontré un establo sucio y pobre donde mi Hijo se pudo reclinar...

 

     LUZ AMPARO:

     ¡Ay, Madre mía!

 

     LA VIRGEN:

     ...para enseñar a los hombres la humildad y la pobreza, pues sólo vivían para sí mismos, y cada día deseaban más y más meterse en la profundidad del abismo. Por eso vino un Redentor para redimir sus almas. Treinta años enseñando a los hombres...

 

     LUZ AMPARO:

     ¡Ay, Dios mío!

 

     LA VIRGEN:

     ...cómo tenían que humanizarse y aprender a divinizarse. Puso unas leyes para que los hombres se arrepintiesen y caminasen con pasos firmes el camino de la verdad. El Redentor de las almas quiso que fuese Corredentora con Él. Así enseñamos a los hombres a vivir ocultos para resplandecer en la gracia. Mi Hijo murió en la Cruz, para que los hombres alcanzasen una morada eterna; dejó un Evangelio y unas leyes, unos profetas para explicar a los hombres esa verdad de la creación. Pero los hombres siguen sin ver ni oír; los hombres están como en aquel tiempo que vino Cristo a engendrarse para que los hombres se salvasen.

     ¿Hasta cuándo, hijos míos, os van a estar enseñando la verdad y los misterios de Dios? Escuchad, hijos míos, y abrid vuestros oídos: el tiempo se aproxima y vuestros corazones cada día están más endurecidos. No habéis sabido aprovechar el misterio de la Encarnación ni el misterio de la Redención. Acudid a este lugar, que yo, la Madre de Dios, os prometo que os conduciré a Él por el camino de la verdad. Yo soy la Madre de la Iglesia y yo os conduciré a ella, y ahí lavaréis vuestras almas por esos canales de vida y de gracias que hay en ella. Pues yo soy vuestra Madre, así lo dijo mi Hijo al pie de la Cruz, y como Madre de la Humanidad me preocupo de los males que hay en ella: de la corrupción de la juventud y de la maldad que hay en los corazones.

 

     EL SEÑOR:

     Venid, hijos míos, que yo os prometo derramar gracias sobre vuestras almas. Por eso quieren los hombres hacer desaparecer mi Nombre, porque los secuaces del Anticristo están extendidos por todo el mundo, para hacer desaparecer el nombre de María, pues María es odiada por Satanás, porque en María vino y por María, por el “sí” de su palabra, vino la salvación al mundo.

     Ella trajo la luz en sus entrañas. Ella trajo la salvación de los hombres. ¿Cómo los hombres son capaces de despreciarla y ultrajarla? Quiero que en todos los hogares reine el Corazón Inmaculado de María. La Madre tiene que estar junto al Hijo y el Hijo junto a la Madre. Yo estoy siempre junto a mi Madre porque la amo.

     Sed buenos hijos, hijos míos, y respetad a vuestros padres.

     También os digo que luchéis por este lugar; todos juntos podéis formar un gran rebaño. Los hombres intentan hacer desaparecer este lugar; pero mi Madre puso sus plantas virginales en él y, aunque los hombres se jacten y se burlen, aquí dejó sus plantas y aquí seguirá posándolas. No hay lugar ni distancia, puede ser más largo o más cerca, pero este lugar lo he escogido yo y no se moverá de aquí. Si no estáis dentro, estáis fuera, pero ya sabéis que para Dios no hay distancia. Acudid, hijos míos, no sólo a pedir, sino a dar gracias por tantos favores recibidos.

     Pedid hoy a la Madre de Dios que no os desampare, hijos míos, porque ninguno de los que acuden a mi Corazón es desamparado. Acudid, hijos míos, e impregnaros de mis gracias. Amad a la Iglesia, amad al Papa y amad a los componentes de ella. Los hombres la quieren hacer desaparecer, y la Iglesia no puede desaparecer, porque es la Piedra Angular la que la sostiene; es Cristo, y contra Cristo los hombres no tienen poder.

     Hijos míos, defended este lugar sagrado donde las plantas virginales de María han posado sus pies.

 

     LA VIRGEN:

     Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos pecados como se cometen en el mundo.

     Tenéis que ser fuertes, hijos míos; yo estaré con vosotros. Si yo estoy con vosotros, ¿a quién podéis temer? Hoy derramaré gracias como Madre de Dios y Madre de los hombres sobre vuestras almas; hoy es un día especial, hijos míos; hoy está la Madre de Dios entre vosotros, y serán vuestras frentes selladas y os protegeré de las asechanzas de Satanás. Llevad mi escapulario, hijos míos, pues el Escapulario es una protección para vuestra alma. Sed humildes y caritativos, y amaos los unos a los otros; que se os distinga por el amor y la unidad.

     Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales... Todos han sido bendecidos con bendiciones especiales para la salvación de vuestra alma.

     Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.