MENSAJE DEL DÍA 3 DE DICIEMBRE DE 1994, PRIMER SÁBADO DE MES,

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     EL SEÑOR:

     Sí, hijos míos, éste es el perfume de los bienaventurados.

     Hijos míos, vuelvo a repetir que el mundo está hundido. Muchos gobernantes de los pueblos —corruptores de ellos y corruptores de la juventud—, con promesas que no cumplen y con palabras de engaño, conquistan a la juventud. Sí, hija mía, para sus fines diabólicos. Los hombres han perdido la mirada de Dios, buscan cosas que yo no les he prometido en mi Evangelio. Yo soy divino y los hombres no me ven como divino; y como soy divino, soy purificador; yo vendré a purificar la Tierra. Quiero acrisolar a los hombres como al oro. Yo vendré a prender fuego a la Tierra y arderá toda.

     ¡Ay, ingratos, cómo os reís de mis palabras y de mis mensajes! ¿Hasta cuándo la Divina Majestad de Dios tiene que avisar a los hombres? Mi voz es como juez y mis palabras son de justicia.

     Ya he dicho todo lo que tenía que decir, hijos míos, y los hombres siguen obstinados en el pecado. Yo haré retirar el grano de la Tierra; haré que metan los trigos en los graneros y prenderé fuego a la cizaña.

     ¿Hasta cuándo, corruptores de los pueblos, queréis desafiar a la Divina Majestad de Dios?

     Aquéllos que cumplís mis leyes, permaneced unidos, hijos míos, que vuestra conducta sea santa, y permaneced en oración, en penitencia y en sacrificio; combatid al enemigo con buenas obras. No os importe que os llamen fanáticos, hijos míos, que os llamen locos, que os llamen despreciables. Cumplid mis leyes, hijos míos, y coged el arma del Evangelio, para que nadie os confunda: tuve hambre y me disteis de comer, estuve desnudo y me visitasteis(1)...

 

     LUZ AMPARO:

     (Pausa de silencio en la que Luz Amparo da la impresión de querer captar las palabras exactas del Señor; va rectificando ella misma).

     ¡Ah!, en la cárcel... (Nueva pausa de silencio). Y desnudo me vestisteis.

 

     EL SEÑOR:

     Desnudo y me vestisteis, en la cárcel y me visitasteis. Sí, hija mía, ahí se conocerá quién cumple mi Evangelio. El que no está conmigo, está contra mí; el que quiere seguirme tiene que coger su cruz, negarse a mismo y seguir mis pasos. Ahí está la Ley; que nadie os confunda, hijos míos. El que quiere a su padre, a su madre, a su hermano, a su hermana más que a mí, no es digno de llamarse hijo mío; ése es el Evangelio, hijos míos; que nadie os confunda; ahí está toda la palabra de todo un Dios. Amaos los unos a los otros y permaneced unidos, que nada os afectará. Pero ya es hora de segar la cizaña y traspasar el trigo a los graneros.

     Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos y tantos pecados como se cometen en el mundo...

     Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para el día de las tinieblas...

     Todo el que acuda a este lugar recibirá gracias muy especiales.

     Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

 

 

 

 

 

 

 

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(1) Se ha preferido respetar esta frase tal como se pronunció, a pesar de no ser correcta; el error está en usar “visitasteis” por “vestisteis”, verbos parónimos, semejantes en su forma y sonido. La misma vidente espera unos instantes hasta que logra comunicar el sentido exacto de lo que el Señor quiere enseñar.