MENSAJE DEL DÍA 7 DE ENERO DE 1995, PRIMER SÁBADO DE MES,

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     LA VIRGEN:

     Hija mía, mi Corazón viene transido de dolor, porque los pecados aumentan cada día más en esta Humanidad. Yo intercedo a mi Hijo por toda la Humanidad, pero los pecados han traspasado la bóveda del cielo, hija mía, y Dios ha querido dejar las cosas en mis manos.

     Rezad el santo Rosario, hijos míos —os lo exijo—, todos los días. El Rosario será la salvación de la Humanidad. Amaos unos a otros; el mundo está falto de amor, hijos míos.

     Mi Corazón está muy afligido porque no puedo sujetar el brazo de mi Hijo.

     Los hombres hablan de paz, mueven los labios, hija mía, pero su corazón no lo ejercitan en el amor; tienen un corazón frío y tibio; sólo piensan en almacenar riquezas. Y el segundo mandamiento de la Ley de Dios, la mayor parte de los hombres no lo practican: amar al prójimo como a ti mismo. Cada uno, hija mía, mira para sí mismo y para los suyos.

     ¡Ay, ¿hasta cuándo, hijos míos, os voy a avisar que de un momento a otro la Divina Majestad de Dios va a mandar a sus ángeles a hacer justicia a la Tierra?! Los hombres se ocupan del cuerpo pero no se ocupan del alma.

     Hijos míos, mi Corazón está triste. Yo quiero con mis lágrimas ablandar el Corazón de mi Hijo; pero mi Hijo ha dejado las cosas en mis manos. Yo soy la llena de gracias, yo soy la puerta del Cielo; yo traje la luz al mundo y os daré la luz para vuestra salvación. Así lo quiere mi Hijo, y los hombres me retiran de sus corazones. Muchos mueven sus labios y creen que vale la plegaria, pero no ejercitan su corazón; sólo se preocupan en almacenar y guardar y tener llenos sus graneros. ¡Qué pena, hijos míos!

     Mira, hija mía, el lugar reservado para todos aquéllos que han dejado padre, madre, hermanos, hermanas, herencia y haciendas; un lugar privilegiado tendrán en el Cielo. Pero aquéllos que mueven los labios y no mueven el corazón, Satanás es dueño de su alma, y vendrá por su alma, hija mía, y la transportará con él a un lugar tenebroso.

     Mis palabras son cortas, porque lo he dicho todo ya, hija mía. Mi Corazón está muy afligido. Yo derramo gracias y Dios quiere que me manifieste en muchos lugares del mundo para salvar a la Humanidad, pero los hombres se hacen los sordos y no quieren escuchar mis palabras; están encenagados en el pecado. Hija mía, mira mi Corazón, me lo han puesto los pecados de los hombres. Los pecados de la carne afligen mucho mi Corazón, hija mía.

     Sed puros, hijos míos, amaos los unos a los otros y rezad la plegaria favorita del santo Rosario, que agrada tanto a mi Corazón.

     Levantad todos los objetos, hijos míos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para vuestra salvación. Yo derramaré gracias en abundancia sobre todos vosotros.

     Acudid a este lugar, hijos míos, que, aunque se acaben mis palabras, no se acabarán mis gracias, hijos míos.

     Todos han sido bendecidos con bendiciones especiales para la salvación de las almas.

     Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.