MENSAJE DEL DÍA 3 DE MAYO DE 1997, PRIMER SÁBADO DE MES,
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN:
Hija mía, hoy vengo con mi manto de oro, de todas las oraciones y avemarías que recibo en este lugar. Aunque hay muchos curiosos, hija mía, pero muchas almas se han convertido y han cambiado la vida de pecado por la vida de la gracia; por eso hoy protegeré a todos con mi manto, sus cantares llegarán a la corte celestial. El mes de María: en la mayoría del mundo se ha olvidado este mes tan hermoso y tan bello, cuando los hombres y mujeres y niños levantaban su corazón y lo juntaban junto al mío con plegarias y canciones. Los niños elevaban su corazoncito, y se juntaba junto a los ángeles, esas poesías que salían de lo más profundo de su corazón inocente. En muchos lugares, hija mía, se ha perdido esa devoción: la devoción a María.
Yo soy María, vuestra Madre Pura e Inmaculada, que Dios hizo un paraíso dentro de mí e hizo maravillas en ese paraíso. Él tuvo sus complacencias y se recreaba en mi Corazón. Permitió que fuese el Verbo encarnado en mis entrañas; se encarnó dentro de mí y me divinizó. Por eso, hija mía, pido que los hombres se acerquen a mí, aquéllos que estáis afligidos y apenados, aquéllos que estáis lejos de mi Hijo; yo soy el camino más corto para llegar a Él. Yo os amo, hijos míos, y quiero conduciros a mi Hijo. Por eso os digo que el que ama a María, ama a Jesús. Por eso Dios quiere que sea la Puerta del Cielo, el Refugio de los pecadores, el Consuelo de los afligidos, y tantos y tantos títulos como he adquirido: ser Pura e Inmaculada en el parto, después del parto, y antes del parto. ¿Cómo los hombres quieren apartarme como la mujer que tiene al hijo por medio de varón, y quitarme todas las gracias y los títulos que Dios ha querido para mí? Dios quiso que los adquiriera y por eso soy la llena de gracias.
LUZ AMPARO:
¡Ay! ¡Qué belleza, Madre mía!
LA VIRGEN:
La bella entre todas las mujeres.
LUZ AMPARO:
¡Ay, qué belleza, ay!
LA VIRGEN:
No me arrinconéis, hijos míos; que no contentáis a Dios, si me quitáis del lugar que me corresponde como Madre de Dios.
EL SEÑOR:
Sí, hijos míos, es el mes de María. María, la Madre del Redentor, de toda la Humanidad. El que no ama a María, no ama a Jesús. ¡Cuántas veces os he repetido que somos dos Corazones en uno!: el Corazón de mi Madre está unido al mío y nadie lo puede separar. Pero los hombres han perdido toda la atención y devoción a esta Madre Pura e Inmaculada. Si es la Puerta del Cielo, hijos míos, tendréis que entrar por ella. Es el Arca de la Alianza, el Paraíso donde yo me recreé en Ella. No la apartéis, hijos míos, que yo le he dado muchas gracias para derramarlas sobre la Humanidad. Ella es la que intercede por vosotros. Es la Madre de todos los pecadores. Quiere que se arrepientan todos y vengan a mí; constantemente, hijos míos, está intercediendo por todos vosotros. Amadla mucho. Si no amáis a mi Madre, no me podéis tener contento a mí. En el mundo ha desaparecido el amor, la unidad entre los cristianos. Sed misericordiosos como yo fui misericordioso. No juzguéis y no seréis juzgados; con la medida que midáis, con esa medida seréis medidos.
Tú, hija mía, ama a los que te calumnian, ora por los que te difaman. Piensa que el hombre malo no puede hablar cosas buenas. El hombre malo habla de lo que lleva en su corazón. El hombre malo es parecido al árbol malo. Un árbol malo no puede dar buen fruto; el fruto estará podrido; pero un árbol sano y bueno su fruto será sano y bueno, hija mía. Piensa que de un espino no se pueden sacar manzanas, hija mía; ni de un enebro, peras. Son árboles punzantes y amargos. Por eso te digo que no te angusties, hija mía, por todas esas lenguas malvadas y perversas, que quieren tapar su perversidad y su maldad ante los hombres repartiendo libros y aparentando hacer buenas obras. Un alma perversa, hija mía, y soberbia, que sólo se dedica a ir de lugar en lugar, a sacar toda la maldad que lleva dentro y hacer la vida imposible a todo el que vive a su alrededor. ¿Cómo crees, hija mía, que esas almas pueden estar en gracia? Sigue pidiendo por ellas, para que su maldad y su perversidad desaparezcan de sus mentes desequilibradas y trastornadas. Piensa que donde está Dios no podrá el enemigo.
Orad mucho, hijos míos, porque hay muchas almas trastornadas, que no aparentan su trastorno y dañan a la Humanidad, y arrastran a las almas, hijos míos.
LA VIRGEN:
Orad, orad y haced penitencia, hijos míos, por los que no oran ni hacen penitencia. Amaos unos a otros como Cristo os ama.
Acudid a este lugar, que recibiréis gracias especiales en vuestros corazones, hijos míos. Este mes de María será un mes que yo derrame todo mi Corazón en rayos de luz hacia los hombres.
Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para el día de las tinieblas...
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.