MENSAJE DEL DÍA 1 DE NOVIEMBRE DE 1997 (TODOS LOS SANTOS),
PRIMER SÁBADO DE MES,
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN:
Hoy vengo, hija mía, con el manto de oro, con todos los santos y con los bienaventurados; muy en especial por todos aquéllos que se han convertido en este lugar. Hoy estarán presentes con todos vosotros. Mira las gracias, hija mía, y mira para qué sirve la gracia...
Por eso hago un llamamiento a mis sacerdotes, aquellos sacerdotes entregados, frescos y lozanos, a religiosos y religiosas: sed firmes, hijos míos, y sed fieles a vuestra vocación. Y pido a esos sacerdotes que unan sus corazones a los corazones de los fieles en Dios; y que sean manantiales santos, para ayudar a los pobres pecadores. Quiero que sufran con los que sufren y participen de la alegría de los que son felices. Sacerdotes queridos por nuestros Corazones: sed luchadores de la Iglesia de Dios.
Sabéis que la Iglesia es el tesoro más grande que Jesucristo puso para las almas, y que hay manantiales divinos en ella, y almas que están sedientas para beber de esas fuentes. Vivid vuestro ministerio, hijos míos, conquistad a las almas. Hay mucha necesidad de que el sacerdote conquiste a las almas. Sed obedientes al Santo Padre, hijos míos, obedeced a los obispos. Vuestra obediencia será la que guarde vuestra vocación, porque la fidelidad ante Dios, hijos míos, es lo más importante.
Mis palabras se van acortando, porque, hijos míos, todo lo he ido recordando: el Evangelio, palabra por palabra, para que a los hombres no se les olvide. Tú, hija mía, piensa que estás para sufrir, y que los enemigos más dolorosos son los que más cerca están de ti. No sufras porque esas almas se hayan ido, hija mía. Al final ha triunfado el demonio en ellas, porque se han dejado conducir por él. Tú les diste confianza, hija mía, y ellas, a cambio, te han clavado el aguijón; pero el demonio está moviendo el Infierno entero contra esta Obra; pero Dios está por encima de todas las cosas, hija mía. Esa traición que han hecho en esta Obra, hija mía... Dios es el autor de dar y quitar las gracias. La infidelidad de un alma es muy grave. ¡Cómo, con engaños y mentiras, el demonio las ha deslumbrado! No hay nada, hija mía, oculto aquí. Que nada te asuste; son venganzas que el demonio mete en las almas, pero todo está cristalino y transparente.
Te calumniarán, te ultrajarán, te levantarán falsos testimonios; ¿no te lo he dicho? Y sabes, hija mía, que te lo he repetido últimamente muchas veces. Claro, hija mía, el demonio los deja ciegos, y les hace ver donde no hay; y él no se fue solo, arrastró a un montón de almas. Ha sido mejor, hija mía, que se vaya ese alma que intentaba arrastrar a las demás. ¡Si Dios saca de los males bienes, hija mía!... Lo mejor que ha podido pasar. Tú diste confianza, amor y cariño, y te devuelven desprecios, calumnias y mentiras. Pero yo te he enseñado a no luchar contra el enemigo(1), sino a dar bálsamo, caridad y amor. La lucha no es buena, hija mía; sólo para vencer el pecado. Tú refúgiate en nuestros Corazones y nuestros Corazones te protegerán, hija mía.
LUZ AMPARO:
¡Ay, Señor, si yo no tengo nada que darte! Nada, Señor...
EL SEÑOR:
Tienes algo muy grande, hija mía: el sacrificio para los pobres pecadores; eso es algo grande. ¡Cuántos pecadores se han convertido, hija mía! Mira cómo gozan de la presencia de Dios... Hoy, muchos de ellos, estarán presentes en este lugar. ¿Ves, hija mía, cómo se ven los frutos? Esto es lo que te tiene que alegrar; pero no te inquietes, hija mía. Y el que se va de esta Obra es porque no la ha amado ni la ama, y lo mejor de todo es que salga de ella. Un alma infiel en ningún lugar permanecerá en paz.
Mis mensajes se van acortando, hija mía, pero mi bendición estará presente en todos vosotros. Que nada te angustie. Tú les has dado amor, dulzura y comprensión, y ellas, a cambio, te clavan el aguijón y seguirán, hija mía, intentando clavarlo; pero Dios está por encima de las cosas. Y ¡ay de aquél que critique y levante falsos testimonios contra esta Obra! ¡Ciegos, más que ciegos, que al final os habéis dejado arrastrar por la astucia de Satanás! ¡Ay, hija mía, cuánto les he dado a estas almas, que las he sacado de la tiniebla para llevarlas a la luz, y cómo el demonio las ha cogido! Una arrastra a la otra, como hizo él mismo arrastrando a millones de ángeles. ¿Sabes por qué, hija mía? Por falta de oración y de sacrificio. Reza y sacrifícate por ellas.
LA VIRGEN:
Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para la salvación de vuestras almas...
Hoy será un día muy importante, porque los santos se comunicarán con vosotros por medio de la oración, hijos míos.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
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(1)
No se trata aquí del enemigo de las almas por antonomasia: el demonio, sino de
los que se declaren enemigos de ella; por lo mismo, le recomienda la Virgen
corresponderles con “bálsamo, caridad y amor”.