MENSAJE DEL DÍA 7 DE MARZO DE 1998, PRIMER SÁBADO DE MES,
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN:
Hija mía, aquí estoy como Pura Dolorosa y Madre de los afligidos. Pido oración, hijos míos; oración, sacrificio, penitencia. Lo habéis olvidado, hijos míos; el sacrificio y la penitencia, la oración es la que ayudará a los hombres a cambiar sus vidas. Dios ama tanto al mundo y le amó, que mandó a su único Hijo a él, para salvarlo. Para salvar el mundo mandó a su único Hijo para sacar a los hombres de la tiniebla y transportarlos a la luz; pero los hombres quieren vivir en la tiniebla, y el que vive en la tiniebla no se salvará.
EL SEÑOR:
Yo vine para salvarlos pero ellos permanecen en la oscuridad. El que está en la oscuridad hace malas obras y no hace el bien. El que está en la luz está en la verdad y camina con pasos firmes y seguros, haciendo buenas obras que le agraden a Dios. El que quiera salvarse que permanezca en la luz y el que quiera condenarse que permanezca en la tiniebla. Yo soy la luz, el que venga a mí, tendrá vida eterna.
Yo prometo que el que
acuda a este lugar los primeros sábados de mes, acercándose al sacramento de la
Penitencia y de la Eucaristía, le daré gracias especiales para caminar en la
Tierra, y le aseguro la vida eterna, porque lo conservaré en la luz y no se
perderá.
LA VIRGEN:
Penitencia, hijos míos, oración y sacrificio.
Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos para el día de las tinieblas, con bendiciones especiales...
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.