MENSAJE DEL DÍA 5 DE DICIEMBRE DE 1998, PRIMER SÁBADO DE MES,
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN:
Hija mía, una vez más, estoy aquí como Madre de los afligidos, como Madre de los pecadores. El mundo está necesitado de oración y de sacrificios, penitencias. Ya sé, hija mía, que los hombres pierden el tiempo en persecuciones, en calumnias y en difamar. Tú, ten confianza en nosotros, hija mía. Yo te impregnaré de mi amor. El que participa en mi dolor, participa en mi gozo. Ya he dicho todo a los hombres, hija mía, y los hombres siguen sordos a mis palabras.
Se necesitan almas que prediquen el Evangelio, pero que crean en él, no que lo prediquen y no lo practiquen ni lo crean. Hay mucha mies, hija mía, y pocos operarios; pero los hombres, cada día, escuchan menos la palabra de Dios; por eso el mundo camina a pasos agigantados a la perdición. Sólo pido, hijos míos, que no os abandonéis en la fe, que perseveréis en la oración. Oración pido y sacrificio; lo demás, todo está dicho, hijos míos.
Acudid a este lugar que recibiréis gracias especiales para los pobres pecadores y para vuestras propias almas, hijos míos.
Orad y amaos unos a otros. Amad a la Iglesia y amad al Papa, hijos míos.
Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con una bendición especial para las almas del Purgatorio. Estas gracias, que hoy reciben los rosarios, servirán para salir muchas almas del Purgatorio. Todo el que rece con él sacará un alma del Purgatorio[1].
Todos han sido bendecidos con unas bendiciones especiales para las almas del Purgatorio.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
[1] “Todo el que rece con él sacará
un alma del Purgatorio”. Según aclaración de Luz Amparo, el rezo con estos
rosarios benditos contribuirá a que muchas almas salgan del Purgatorio para
entrar en el Cielo, dependiendo su liberación definitiva del grado de
purificación de cada alma.