MENSAJE DEL DÍA 5 DE JUNIO DE 1999, PRIMER SÁBADO DE MES,

EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

 

     LA VIRGEN:

     Hija mía, aquí está tu Madre, Madre de los desconsolados, Madre del triste y afligido. Sé que a veces tu alma siente una soledad muy grande, hija mía, pero no te angustie esa soledad; aquí estamos nosotros para extenderte los brazos.

 

     EL SEÑOR:

     Tú, sigue reprendiendo a las almas, hija mía, aquello que no les beneficia y aquello que a mí no me agrada. Las almas, hija mía, cuestan dolor y alegrías; pero tú, sigue aplicando la caridad. Nunca, hija mía, abandones esa virtud, aunque te calumnien, aunque te desprecien. Tú repréndelos, hija mía. Si ellos no tienen gratitud a esos favores son dignos de compasión. Pero tu misión es ayudar a las almas y corregir la mala deformación. Pero, hija mía, les cuesta mucho agachar la cerviz; el orgullo no las deja.

     También hago un llamamiento a todos los monitores que traen almas a este lugar: que todos unidos encuentren la paz unos con otros y que nadie forme discordia porque uno hace más que otro; que todos lo hagan para la gloria de Dios; que no sea ni para beneficio propio ni para vanidad ni para glorias terrenas; que todo sea para la gloria de Dios, hijos míos, y para beneficio de las almas. Trabajad, hijos míos, que todos seréis remunerados con una gran recompensa en la eternidad; pero que nadie se crea más que el otro, ni que ninguno se vea más valores que los demás, todos trabajáis para la gloria de Dios.

     Conducid a las almas para que beban de esta fuente, que muchas vienen sedientas, hijos míos. Eso es lo que os tiene que preocupar: la salvación de las almas, hijos míos; pero no arméis discordias unos con otros y queráis unos abarcar todas las cosas. Compartid, hijos míos, y ayudaos unos a otros. Todo el que trabaje para mi Obra recibirá gracias especiales, pero no encendáis una vela a Dios y otra al diablo, hijos míos; el que está conmigo no está contra mí.

     Amaos unos a otros, ése es el mandamiento más importante: la unidad, el amor y la paz, hijos míos.

 

     LA VIRGEN:

     Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para los pobres pecadores...

     Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.