MENSAJES 1981
- 1982, TOMADOS DEL PRIMER LIBRO:
¿CONTINÚA
DIOS MANIFESTÁNDOSE A LOS HUMILDES?
NOTA HISTORICA DE AMPARO CUEVAS
Nace en la provincia de Albacete el 13 - 3 - 31. Casada. Siete hijos. Reside en San Lorenzo de El Escorial. Apenas sabe leer y escribir. Gravemente enferma de corazón, sanó en una peregrinación a Lourdes. Su marido, de poca salud, cultiva un huerto y es portero suplente en la casa donde Amparo trabaja de asistenta.
Criada en suma pobreza, sacrificio y duro trabajo, desde niña, sin saber rezar, ha invocado filialmente a la Stma. Virgen. Siempre ha sentido tierno amor compasivo hacia el prójimo necesitado. Afirma ella que, aunque suponía ha de haber un Ser Supremo, vivía despreocupada de sus deberes religiosos que no practicaba. Pero, a mediados de noviembre de 1.980, oye una voz que le dice: "reza por la paz del mundo y por la conversión dc los pecadores. Amaos los unos a los otros. Vas a recibir pruebas de dolor". Efectivamcnte, comienza a sangrar por la frente y las manos sintiendo agudos dolores y clama: "Pero ¿qué es esto?". Se le muestra el Señor clavado en la cruz y le dice: "Hija mía, esto es la Pasión de Cristo. La tienes que pasar entera". Dice Amparo: "Yo no lo resisto". Le arguye Él: "Si tú en unos segundos no lo resistes, ¿cuánto pasaría Yo, horas enteras en una cruz, muriendo por los mismos que me estaban crucificando? Puedes salvar muchas almas con tus dolores". Le pregunta Jesús si acepta, y ella responde: "Con vuestra ayuda, Señor, lo soportaré".
Desde este momento Amparo es otra: al mismo tiempo que intensifica ejemplarmente su vida espiritual, se multiplican en ella tan raros como extraordinarios fenómenos: sangraciones por la frente, ojos, boca, un hombro, espalda, costado, manos, rodillas, pies; unas veces con llagas visibles, otras con sangre sin llagas y otras sin llagas y sin sangre, pero con el correspondiente agudo dolor, según la escena de la pasión que contempla. Se le ha visto en relieve un corazón en el centro del pecho, sangrante atravesado por una espada en figura.- Apariciones del Señor, de la Virgen y de ángeles.- Intenso aroma como de rosas percibido de lejos y como a oleadas.- Idioma desconocido.- Bilocación.- Repetidos mensajes.- Profecías.- Multiplicación de alimentos.- Signos en el cielo.- Numerosas conversiones.- Levitación.- Comunión mística.- Inexplicable grabación de cintas magnetofónicas.- Curación de ajenas dolencias tomándolas en sí misma, etc. Varios de estos fenómenos son muy recicntes.
Parece que el Señor permite al "Poder de las tinieblas" actuar contra ella, ya por el mismo diablo, ya por quienes la insultan, se burlan de ella y de estas cosas, y la calumnian con palabras por ella oídas o por escritos. Pero también parece que el Señor le tiene anunciado todo esto y le da paciencia para soportarlo.
CONTENIDO DE LOS MENSAJES RECIBIDOS POR AMPARO:
Desde su conversión, Amparo considera su ideal preferente ayudar a Jesús a salvar almas. Es lo que entiende que le pide el Señor con tan variados carismas. Así lo expresa sus mensajes recibidos en éxtasis frecuentemente muy dolorosos. Veamos el principal contenido de tales mensajes.
El Señor y la Virgen instan a los hombres a convertirse; de no hacerlo, vendrá un gran castigo. - Se quejan de los pecados de blasfemia, impureza, incredulidad, hipocresía, ingratitud, difusión de doctrinas falsas, incumplimiento de votos religiosos, desamor al prójimo. - En algunos sacerdotes: vida impura, abandono de la oración y del vestido distintivo.- Recepción sacrílega de la sagrada Eucaristía; no se cree en la presencia real; olvido del Sagrario.- No hay agradecimiento ni compasión para el Corazón de Jesús al que se rechaza.- Ofensas a la Stma. Virgen.
Se inculcan la Confesión sacramental y la dirección espiritual.- Se pondera el poder inpetratorio del santo Rosario cuya devota recitación diaria se recomienda.- La Virgen promete asistir en la muerte a quienes lo rezan diariamente y comulgan los primeros sábados.- Aconseja algo de meditación sobre cada misterio.- Se piden sacrificios para que se salve el mayor número posible de almas.- El dolor es camino ordinario para el cielo.- Comunión los primeros viernes y sábados y también diaria.- Se inculcan repetidamente la humildad y la obediencia.
Se insiste en la necesidad y el poder de la oración.- Orar por los que no oran y hacer penitencia por los que no la hacen.- Pedir mucho por España, especialmente por el País Vasco y por todo el mundo.-- Acudir al Padre Eterno. La Virgen nos protegerá siempre.-- Pedir por la conversión de Rusia y por el Papa que va a sufrir mucho.- Oración especial por los sacerdotes.- Rezar por los pecadores y los incrédulos.
Ha tenido visiones del cielo y del infierno.- Vida eterna feliz sobre los astros.- La Virgen Dolorosa está siempre pidiendo misericordia por nosotros. Dice la Virgen que se ha manifestado en varios lugares de España, pero que no creen en Ella. Con sus lágrimas está deteniendo el castigo que provocan nuestros pecados.- No hacemos caso de sus avisos.- El Señor y la Virgen dan sus mensajes valiéndose de los más incultos y humildes para que se vea que no son falsos, que son de Dios.- A mediados de junio de 1.981 la Virgen Dolorosa, sobre la copa de un fresno, junto a la fuente, en Prado Nuevo, le ha dicho:
"Soy la Virgen Dolorosa. Quiero que se construya en este lugar una capilla en honor de mi nombre. Que se venga a meditar la pasión de mi Hijo que está completamente olvidada. Si se hace lo que Yo digo, habrá curaciones: este agua curará... Haced penitencia, haced oración."
"El castigo está muy próximo. Será el juicio de las naciones, el día del Creador. Si no hacemos caso de la Virgen, no habrá trabajo, habrá muchas miserias, sobre todo en España. Los que están en gracia de Dios, que no teman no les afectará en nada el castigo que enviará el Señor".- "Di a todos que procuren hacer apostolado en cualquier parte del mundo; que necesitan muchas almas el mensaje de su Madre celestial".- "Haced, hijos míos, haced muchos sacrificios por los pecadores. Muchos están en el infierno porque no han tenido quien rece por ellos".- "Haced caso. Mandad mis mensajes por todo el mundo".- "Sé humilde. Sin humildad no se ganan almas".- "Muchos creen que esto tuyo es obra de Satanás. No lo creas, hija mía, Satanás destruye, no construye".- "Para darles las moradas celestiales a las almas su Padre misericordioso está esperando que se conviertan".- "Me están crucificando diariamente por su falta de amor a los demás. Por su impiedad, Dios va a castigar sin piedad".- "Llamo a los que han sido humillados, calumniados por mi causa. Hijos míos, estoy en vosotros ¿a quién podéis tener miedo?".-"Tenéis que ser fuertes. Date cuenta, hija mía, de que Yo estoy con todos los que tienen buena voluntad. Y, estando Yo, nada temáis".- "Reparemos ¡pobres almas, qué pena me dan! ".- "Estoy día y noche en el Sagrario por todos. Me encuentro. allí presente como el mejor de los padres, como el amigo más fiel, con un amor inmenso ¡Pobres pecadores! No merecen estos sacrificios tuyos, míos y los de tantas almas escogidas para su salvación. Tú, hija mía, no te alejes de Mí. Te espero día y noche, Dame consuelo. Abandónate en Mí y diles a todos que los espero, que quiero salvarlos a todos con mi Corazón. Que visiten a su Prisionero".- "Sé humilde. No te abandones. Haz penitencia por los pobres pecadores. Adiós, hija mía, te doy mi santa Bendición."
¿CONTINUA DIOS MANIFESTANDOSE A LOS HUMILDES?
En la festividad de Santa Cecilia, en Noviembre de 1.980, en San Lorenzo de El Escorial, parece que el Señor se manifiesta a una señora de condición y situación humilde, cuyo nombre es Amparo, por medio de la palabra y signos exteriores; ella acepta con resignación sufrir la Pasión de Jesucristo, sufriendo periódica y principalmente los viernes, los estigmas durante unas horas, y después se cierran las heridas sin dejar huellas ni cicatriz alguna, recibiendo en aquella fecha este significativo y literal mensaje:
"EL QUE TEME A DIOS TENDRA SU RECOMPENSA EN EL CIELO. EL QUE LE DESPRECIA Y LE BLASFEMA NO ENTRARÁ EN EL REINO DE LOS CIELOS".
"Dios siembra la semilla en los corazones, pero sucede que la mayoría de los corazones, llenos de abrojos, no dejan crecer la semilla; más les valiera no haber nacido, porque a ellos les estoy dando muchas oportunidades de salvarse. Cuando llegue el momento terrible no habrá lamentos, no tendré oídos para escucharlos; el tiempo está muy cerca, no cerréis vuestros oídos; dichosos los que se arrepientan, pues ellos podrán entrar en el Reino de Dios; porque Dios lo puede todo, y en un segundo puede arrojar al fondo del Infierno al blasfemo, al impuro, al incrédulo, a los hipócritas. . . Yo estoy dando pruebas para que se salven, que pidan a Dios, que es su Padre Celestial. Yo dí mi vida para redimirlos a todos y que no sean tan ingratos. Diles que Dios con su gran poder puede iluminar la Tierra y hacer arder en ella a toda la gente impura, blasfema, sacrílega. . . Diles que Dios persigue a aquellos que publiquen doctrinas falsas. Diles que practiquen la Doctrina Cristiana, y que el sacerdote o religioso que haga votos de pobreza, de castidad y de obediencia, cumpla con esos votos y, si no, luego vendré YO y rendirán cuentas".
El Señor continuó diciéndole: "Hija mía, reza mucho por la paz de España y de todo el mundo, haz muchos sacrificios y pide a todos que lo hagan; pide que no ultrajen el Divino Corazón de Jesús y que pidan por intercesión de mi divina y purísima Madre, que tiene el Corazón traspasado de dolor por tantas ofensas hechas a su Hijo".
Que recen todos los días el santo Rosario por la paz del mundo y que hagan muchos sacrificios. Esto me lo ha repetido mucho.
La vidente nos relata: El día 1 de Mayo de 1.981 vi a la Virgen. Estaba rezando y pidiendo a su Hijo que tuviera misericordia de todos los pecadores, que les diera más oportunidades, que son "mis hijos", y los quiero a todos con todo MI CORAZON.
Volví a ver a la Virgen por la noche, estaba muy triste y le caían dos lágrimas por las mejillas. Estaba hincada de rodillas con un manto negro, con una capucha por la cabeza, me miró muy triste, tenía una vela en cada mano y estaba pidiendo al Señor por la paz del mundo.
Tiene una cara bellísima y aparenta unos diecinueve o veinte años. Y me ha dicho: "Hija mía no dejéis de rezar el santo Rosario, diles que si no me escuchan habrá muchas muertes y la Iglesia irá decayendo y no habrá trabajo y habrá muchas miserias, sobre todo en España". Y me ha dicho: "Hija mía el santo Rosario rezado con devoción tiene mucho poder, os pido muy poquito, que recéis, que con vuestra oración y penitencia nos ayudaréis a mi Hijo y a M í a salvar muchas almas que están errantes, esperando que alguien las salve.
Yo me he manifestado en muchos sitios, pero están vacíos y no quieren saber nada y si no me escuchan, en España habrá otra guerra y la Iglesia espaola padecerá.
Rezad mucho y haced mucha penitencia para que todos os salvéis. Os quiero a todos porque todos sois hijos míos; hay que ser más constantes en recibir la Sagrada Eucaristía; es muy importante comulgar los primeros viernes de mes con mucha devoción y pedir para que todos los sacerdotes sean buenos católicos y con sus buenos ejemplos el Espíritu Santo los ilumine para servir a Dios y amar al prójimo, y que colaboren en salvar almas."
Me ha repetido: "Haced oración y diles que hagan mucho sacrificio, que cuanto más sufráis y más sacrificios hagáis más os amo; porque así me ayudáis a sufrir y a pedir por tantos pecadores que tanto lo necesitan."
10 DE MAYO DE 1.981
Me ha dicho la Virgen:
"Hija mía, diles a todos mis hijos que están cumpliendo muy bien con el mensaje que les he dado de rezar el santo Rosario, pero que se tienen que acercar más a la Eucaristía, que muchos de ellos no lo han cumplido, que comulguen los primeros viernes de mes, que todos los que comulguen en este día pidan por la Iglesia Católica para que todos los cristianos estén más unidos."
El pecado de impureza ofende mucho al Señor, que seamos muy humildes, que la soberbia cierra las puertas del Cielo, que sigamos perseverando, que está muy contenta con nosotros, que pidamos por los sacerdotes para que sean buenos hijos de Dios; y se ha despedido de mí diciendo:
"ACERCAOS
MAS A LA EUCARISTIA, SED CONSTANTES EN RECIBIR EL CUERPO DE JESUS, PEDID POR
LA PAZ DE ESPAÑA ESPECIALMENTE POR EL PAIS VASCO".
18 DE JUNIO DE 1.981 (DIA DE CORPUS CHRISTI)
El día de CORPUS CHRISTI, pasamos el día en la huerta, mi esposo, algunos de mis hijos y un amigo nuestro que se llama Marcos; a última hora se marcharon los pequeños quedando sólo mi esposo, mi hijo Pedro, Marcos y yo. Como eran ya cerca de las 11 de la noche y este día todav ía no habíamos rezado el santo Rosario, nos pusimos a rezarlo.
En el primer misterio mi esposo, se fijó en la pradera que cae enfrente de la huerta, pues había un fuerte resplandor. Miramos todos y vimos que la luna estaba en el suelo iluminando todo de un color anaranjado y amarillo, pero de pronto se formó en el centro del resplandor una enorme Cruz.
Seguimos mirando y vimos que en lugar de la Cruz se ponía un conjunto de muchas velas elevándose unas sobre otras y en lo más alto había una muy gruesa que iluminaba mucho, en el lado izquierdo de las velas vimos la forma de una persona con una túnica blanca pero sin cuerpo. Todo esto permaneció mientras rezamos el santo Rosario, cuando terminamos todo esto desapareció.
19 DE JUNIO DE 1.981
Estaba yo trabajando cuando hizo su presencia el Arcángel San Gabriel y me explicó el significado de esta visión.
La Cruz significa: Que todos los cristianos permanezcan unidos y no escuchen doctrinas que no sean la Católica.
Las luces significan: El aviso que habrá en el Cielo antes de mandar el Señor el castigo que tiene preparado, para todos los que no han querido hacer caso a todos los avisos del Cielo.
La luna en el suelo significa: Que se estrellarán los astros contra la Tierra.
La iluminación de la pradera significa: Que se iluminará la Tierra en todo el mundo y los que no estén con el Señor no podrán resistir ese resplandor inmenso y morirán.
Las velas y la túnica blanca significan: Que Jesús estará en ese instante resplandeciente con todos los que estén llenos de Dios y de su santísima Madre, esto será la segunda venida de Jesucristo a la Tierra.
4 DE JULIO DE 1.981
Estando en la pradera rezando el santo Rosario, hizo su presencia la santísima Virgen pura, dolorosa, sobre el árbol en el que se me apareció por primera vez.
Estaba llorando como nunca la había visto hacerlo antes, tenía cinco ángeles niños a cada lado y los pies de la Virgen estaban sobre un animal horroroso, parecido a un dragón.
La santísima Virgen me dijo que lloraba por tantas ofensas y blasfemias que se cometían contra Ella, además me dijo quienes eran algunas de esas personas, y yo a algunas de ellas les dije que no volvieran a blasfemar contra Ella.
Yo no pude resistir más ver el dolor tan profundo de la santísima Virgen y también lloré.
6 DE JULIO DE 1.981
El
Señor me ha dicho:
"La humanidad no quiere escuchar las palabras de mi santísima y pura
Madre; Ella se ha manifestado en muchos lugares de España, pero no
creen en Ella. Mi Madre sufre mucho por todos; está triste, llora por
todos los pecadores y siempre está pidiéndome que tenga piedad
de todos, pero Yo le he contestado: "¿Y de Tí, Madre mía, quién
tiene piedad? Te están constantemente blasfemando, calumniando, despreciándote."
Mi santa Madre con ese manto de dolor quiere redimiros a todos, a cambio de
sus lágrimas y de sus dolores. Yo no puedo ver sufrir así a
mi Madre; por eso voy a ser Yo el que va a mandar el castigo a toda la humanidad
tan desagradecida; pero diles que todos los que crean, que no tengan miedo,
que no les afectará nada; diles que perseveren en la oración
y que se acerquen a la Eucaristía que allí estaré Yo
para ayudarles a perseverar y darles fuerzas para querer mucho a esa Madre
tan buena.
Os pido que no la hagáis sufrir. Creed en Ella, que Ella os abrirá las puertas del Cielo, y que se quite ese manto de Dolorosa y se ponga el manto blanco. Con vuestra oración, vuestra penitencia pedid mucho por los que no creen, que el tiempo del castigo está muy cerca; los tiempos son muy graves. Diles a todos que recen mucho el santo Rosario para que se aplaque la ira de Dios Padre. Los que estén con Dios y la santísima Virgen que no tengan miedo, pero para los que no quieran estar en gracia de Dios será espantoso.
EL DIA 28 DE JULIO DE 1.981 RECIBI ESTE MENSAJ E
La santísima Virgen me ha dicho que sigue muy triste y me dijo también: "Hija mía, diles a todos que si no escuchan lo que les digo, en el mundo habrá un castigo como jamás se ha visto y antes que en ningún sitio será en España. Diles que se acerquen a la Eucaristía, que recen el santo Rosario todos los días con mucha devoción; que comulguen los primeros viernes de mes, que todos los que lo hagan con devoción se salvarán. Pedid por los sacerdotes y religiosos; que mi Hijo lleva una cruz muy pesada por todos los que no cumplen con Dios; ayudadle a descargarse esa cruz que lleva constantemente. Pedid por los incrédulos; el castigo está muy cerca; diles que me escuchen, que quiero que se salven todos; que a todos los quiero y mi Corazón sangra de dolor por todos. Haced penitencia y oración."
8 DE SEPTIEMBRE DE 1.981
La
Santísima Virgen me ha dicho:
"Hija mía, pide a todos que recen mucho por mi amado hijo el Papa Juan
Pablo II, y por la paz de España. Como no cambie España, será
castigada.
Da este mensaje cuanto antes para que se llame al orden a todos los culpables, para que todos se arrepientan antes de que llegue la hora del castigo.
Diles que estén preparados, que Yo vendré a por mis escogidos; y el enemigo vendrá a por los suyos. Ese día cercano estaré con mi Hijo, y mis ángeles. Hija mía, ofrece esos dolores de las llagas, para que se salven muchas almas. Une tus dolores a los míos para salvar el mundo."
La he besado los pies y me ha bendecido.
MENSAJE DEL DIA 25 DE SEPTIEMBRE DE 1.981 (Extasis presenciado por varias personas)
HABLA
EL SEÑOR:
"Anuncia, hija mía, que soy como el padre del hijo pródigo,
que todo el que venga a M í estará salvado, que Yo estoy esperando
con los brazos abiertos. Estoy muy triste. Diles que las trompetas están
a punto de sonar. iPobre del que no esté preparado cuando oiga estos
sonidos!
En 1983 aumentarán los castigos: Habrá grandes terremotos, grandes sequías, enfermedades que causarán la muerte. Rezad, hijos míos y poneos a bien con Dios, con la oración se puede calmar la justa y divina ira de Dios Padre. Tú, hija mía, vas a sufrir mucho, pero también sufrí Yo por todos vosotros; es importante sufrir; sufriendo se alcanza el reino de Dios. Di lo que Yo decía: Padre, hágase tu voluntad y no la mía. La voluntad de mi Padre era que derramara hasta la última gota de mi sangre, y la derramé por todos vosotros.
La tercera morada se llamará Belén. Antes de llegar a esta morada hay que coger la cruz aunque sea pesada; Yo os ayudaré a Ilevarla. Hija mía, no nos defraudes. Yo vendré a por los escogidos. Te repito; no nos defraudes, lucha contra el enemigo. Yo soy el Alfa y Omega, el que crea en Mí tendrá el reino de los cielos. Llevo una cruz a cuestas para que Dios Padre derrame su divina misericordia sobre toda la humanidad.
(Aquí
el Señor da a Amparo una fecha. . .)
Te repito: diles a todos que vengan a Mí, que soy como el padre del
hijo pródigo. Sufre, hija mía. Adiós, cumple con la misión
que te he encomendado".
25 DE SEPTIEMBRE DE 1.981 - HABLA LA SANTISIMA VIRGEN:
"No hagas caso de los avisos terrenos, hija mía, pueden confundirte. Haz caso a tu director espiritual. Hija mía, sigue con el rebaño de mi Hijo, lucha contra el enemigo; mi Hijo está muy contento, has devuelto muchas ovejas al rebaño. Sufre, hija mía, extiende los brazos como mi Hijo los extendió en la cruz para salvar a la humanidad. Sigue luchando, tu camino es el de! sufrimiento. Los escogidos, hija mía, volverán al Eden del Paraíso. Yo vendré con mi Hijo a por los escogidos. Coge esa cruz, hija mía, póntela sobre la espalda y sigue a mi Hijo, como Yo le seguí hasta la cruz con mi Corazón traspasado de dolor y con mi Hijo sufriendo para salvar a la humanidad: mientras tanto la mayor parte de la humanidad, de fiesta. ¡Qué ingratos! en el abismo del infierno mi Hijo no tendrá compasión de ellos.
Los escogidos se verán en el Paraíso del amor y la felicidad. Mis ángeles lucharán contra el enemigo, será una gran guerra en el aire. La lucha está cerca. Mi Corazón estará traspasado de ver cómo a muchos de mis hijos se los llevan al fondo del abismo, pero ya no puedo más, no puedo sujetar el brazo de mi Hijo. Muchos morirán a manos del enemigo, el reinado del enemigo no durará mucho.
Lucharán los hijos con los padres, las nueras con las suegras y hermanos contra hermanos. Morirán muchos inocentes. Yo los esperaré en mi morada. Las moradas están preparadas para los escogidos. Los calabozos del infierno también están preparados. La lucha os parecerá muy larga; entonces el enemigo será vencedor. Habrá tres días de oscuridad; el Sol se oscurecerá y la Luna dará una luz muy tenue. Los verdaderos hijos de Dios seguirán con la oración y no olvidándose de Dios; serán días terribles. En esos momentos se conocerán los verdaderos imitadores de Cristo. No desenvainéis vuestra espada. Pensad que Dios dice: Quien a hierro mata a hierro muere. Oración es lo que pido, con la oración os salvaréis.
La cuarta morada está preparada para la lucha, en esos momentos Elias y Henoc harán su presencia y harán grandes prodigios para que los enemigos de mi Hijo se arrepientan y vuelvan a Dios.
Hija mía, hay que sembrar para recoger, cuando te presentes ante mi Hijo no vayas con las manos vacías, alarga los brazos, que Yo estaré allí para recogerte. Las almas necesitan mucho, no os dejéis vencer por el enemigo que lo tenéis muy cerca. A mi Hijo se le conocerá por la cruz que llevan las naves celestiales. Cuando esto vaya a suceder los niños verán y los ancianos soñarán.
Os hago un llamamiento, hijos míos, coged la cruz y seguid a mi Hijo, que mi Hijo está muy cansado, ayudadle a descargarse la cruz. Sed constantes en la oración y haced sacrificios. Elias y Henoc, testigos de Jesús serán muy eficaces para la conversión de la humanidad; serán dados muerte y después de acontecida esta muerte, habrá un gran milagro, hija mía, eso está escrito: el que tenga ojos que vea y el que tenga oídos que oiga. El que tenga sed que acuda a mi Hijo que El es la fuente de la Vida. El que esté cargado que acuda a mi Hijo, que El lo descargará. Venid a mi Hijo que El os llevará a la morada de la vida. En esa morada está escrito: "EL QUE COME MI CARNE Y BEBE MI SANGRE SERA SALVADO". Esa vida será eterna.
Hay muchos sacerdotes que están constantemente ofendiendo a mi Hijo. Hija mía, coge esta cruz y sigue a mi Hijo. Con la cruz alcanzaréis el cielo, hijos míos. Tú, hija mía, estás sembrando el camino de mi Hijo de rosas. Tú has vuelto a muchas ovejas a su rebaño, estaban perdidas.
El castigo será el día... Las moradas de mi Hijo están casi vacías, las del enemigo están llenas.
Avisa a todos que mi Hijo está sediento de almas que vayan a El, que all í estará esperando como esperó en el pozo de Jacob, para convertirlos a todos.
Procurad estar todos a la derecha del Padre, todo el que esté a la izquierda irá al fondo del abismo. No hagas caso de los avisos terrenos, que no te confundan, haz caso de los avisos del cielo. ¡Qué tristeza siente el Padre de ver que se condenan tantas almas! Pero tú, hija mía, estás haciendo una misión muy importante. ¡Cuántas ovejas descarriadas han vuelto al rebaño de Jesús! Sigue sembrando rosas en el camino de mi Hijo, mi Hijo está muy contento porque le estás quitando muchas espinas, estás uniendo su rebaño disperso.
2 DE OCTUBRE DE 1.981 - HABLA LA SANTISIMA VIRGEN:
"Mira, hija mía, cómo está mi Corazón, está traspasado de dolor. Mira, cómo sangra por todos mis hijos; por todos, sin distinción de razas. Pedid mucho por la conversión de Rusia; Rusia es el azote de la humanidad; pedid que se convierta.
Diles a todos, hija mía, que el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre acompañado de sus ángeles y retribuirá a cada uno según sus obras. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre y todos los pueblos de la tierra se darán golpes de pecho y verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo con su gran poder y su gran Majestad.
Hija mía, sufre, sufre que Yo también sufro por todos vosotros. Rezad mucho, hijos míos, haced mucha penitencia, es de la única forma que se llega a mi Hijo. Hija mía, diles a todos que no dejen de rezar el santo Rosario. El santo Rosario rezado con devoción tiene una gran fuerza; hija, díselo a todos. Diles que procuren estar arriba y buscar las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Hija, no hagas caso de nadie, te verás muy sola, muy triste, no nos defraudes, ni a mi Hijo ni a Mí; no nos defraudes, hija mía, date cuenta de que el enemigo está rodeando todo esto y no sabe por donde atacar.
Esos dolores tan terribles los pasa mi Hijo por toda la humanidad; la humanidad está vacía; no hacen caso de los mensajes de su Madre que tanto sufre por ellos; eso que te pasa a ti, hija mía, les ha pasado a muchas almas, han sido perseguidas por los mismos miembros de la Iglesia.
Si alguno os dice que Cristo está aquí, entre vosotros, no le hagáis caso, son cristos falsos que quieren confundir la doctrina de mi Hijo y quieren confundiros a todos para apoderarse de las almas. Tened cuidado, hijos míos, no vayáis a confundiros con los falsos profetas, los escogidos que no se confundan bajo ningún error.
Daos cuenta, hijos m íos, de que Satanás está a ver si puede conseguir la perdición de las almas; que está metido en la Iglesia -más confusión que esa. . .-; que Satanás se ha apoderado de muchos de mis hijos, de muchos hijos míos predilectos de mi Hijo. Sí, hija mía, no hagas caso de los avisos terrenos; ya te lo he dicho en otras ocasiones; escucha los avisos celestiales; los avisos celestiales no se confundirán con los avisos del enemigo, pues el enemigo jamás dirá que se hagan buenas obras.
Rezad mucho, hijos míos, daos cuenta de que no vale la pena nada de lo de la tierra; que mi Hijo os construirá una casa en el Cielo para toda una eternidad. Hijos míos, vale la pena sufrir; pedid por todos los pecadores, hijos míos.
Diles que comulguen los primeros sábados de mes en honor de mi Corazón que está traspasado de espinas por los dolores que me causan tantos pecadores y tantas blasfemias que están profiriendo constantemente contra mi Hijo y contra Mí. Diles a los que viven todo esto que ellos también tendrán muchas pruebas; los calumniarán por muchos motivos; que estén alerta. Muchos han recibido la gracia de ver algunos de estos prodigios; que luchen hasta el final; que no se dejen engañar por nadie.
Hija mía, nosotros te ayudaremos en la Cruz; sufre por todos los pecadores; diles que hagan una visita al Sagrario, que mi Hijo se encuentra muy triste esperando la visita de todos ellos; que no se acuerdan de nosotros y nosotros estamos constantemente pensando en todos. Diles, hija mía, que el tiempo se aproxima, que está muy cerca; que no hacen caso de mis avisos; que algunos no tendrán tiempo de arrepentirse y se condenarán.
Adiós, hija mía, sé fuerte como mi Hijo lo fue hasta el último instante. Adiós hija mía."
14 DE OCTUBRE DE 1.981
Me
ha dicho la santísima Virgen:
"Rezad el Rosario con mucha devoción todos los días, meditad
un ratito después de cada misterio, ofrecerlo por la paz del mundo,
principalmente por la paz de España, porque España está
a punto de ser castigada. Yo soy la Virgen de los Dolores, diles a todos,
también a los sacerdotes, que deseo en este lugar una Capilla en mi
honor, para que vengan de cualquier parte del mundo a compartir conmigo estos
dolores que estoy padeciendo por toda la humanidad.
Que vengan a esta Capilla a meditar la pasión de mi Hijo. Diles a todos que se acerquen a la Eucaristía, que todos los que comulguen los primeros sábados de mes en honor a mi Corazón, les estaré muy agradecida, y les compensará mi Hijo en la hora de la muerte. Os pido hijos míos, que receis mucho, que mi Hijo está esperando vuestras oraciones. Rezad, hijos míos, mucho, porque muchas almas están condenadas porque no ha habido nadie que haya rezado por ellas. Rezad mucho, hijos míos, pedid por la intención de que no haya guerra, que el mundo está muy mal: sólo vuestra Madre del Cielo puede ayudaros a todos a vencer en la lucha contra el enemigo. Si se hace todo lo que os pido, se detendrá la ira de Dios Padre. Rezad por el Vicario de Cristo, está en un gran peligro, también rezad por la conversión de Rusia, haced penitencia y visitas al Santísimo. Diles a todos que cuando esté hecha la Capilla se llame "CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES". Se ha despedido de mí diciendo: "Cumple mis mensajes, haced oración y penitencia", y haciéndome la señal de la Cruz en mi frente.
16 DE OCTUBRE DE 1.981
HABLA
LA SANTISIMA VIRGEN:
"Hija mía, sé como sufres, pero tú sabes cuánto
mérito tienen estos dolores; cuántos pecadores se están
convirtiendo y acercándose a la sagrada Eucaristía. Diles que
sigan cumpliendo, que cumplan con los mandatos de mi Hijo. Diles que Cristo
Jesús ha dicho que se reconcilien con Dios todos los días; los
que no lo hayan hecho que se confiesen de sus pecados y comulguen los primeros
sábados de mes, también los primeros viernes de mes en honor
del Corazón de mi Hijo; que todos los que lo hagan, les dará
mi Hijo vida eterna y los resucitará en el último día,
hija mía.
¡Ay, hija mía, qué dolores tan horribles! Date cuenta de lo que pasó mi Hijo en esa Cruz y lo que Yo pasé al pie de la Cruz, abrazada, destrozada, desgarrándose mi Corazón. Di, hija mía, a cuantos hicieran algún sacrificio, que lo ofrezcan por la salvación de toda la humanidad. Todos los sacrificios tienen valor, todo lo que se ofrezca a mi Hijo Cristo Jesús. Decid cuando hiciéseis algún sacrificio: "Jesús mío, por tu amor, todo te lo ofrezco por la conversión de los pecadores, por la conversión de Rusia y por el Corazón Inmaculado de tu Madre María santísima."
Ofrecedlo, hijos míos, pero que nadie se entere, que lo que haga vuestra mano derecha, que no lo sepa nunca vuestra mano izquierda, hijos míos; que el que quiera salvar su vida, la perderá y el que quiera perder su vida por amor a mi Hijo, la encontrará, por amor a mi Hijo y a Mí. Hija mía, ofrécete a Dios para soportar todos tus sufrimientos, que El te ayude en reparación por los pecadores, por tantas ofensas hechas a mi Hijo y a M í, que somos ofendidos constantemente.
Deseo repetirte, hija mía, ofrécelo todo por la conversión de los pecadores, pero sobre todo, acepta y soporta con humildad los sufrimientos que mi Hijo te envía, ofrécelo hija mía. Mira, date cuenta de que todo el que es hijo heredero de Dios y heredero con Cristo tendrá que padecer con El a fin de que perciba con El su gloria. Es muy importante salvar el alma, el cuerpo no tiene importancia, el cuerpo no vale ni para estiércol en la tierra. No decaigas, pide consejo a tu padre espiritual, que él te dirija, hija mía. Vas a tener muchas contrariedades y vas a sufrir mucho, pero sigue luchando; sigue luchando, que Yo también sigo luchando para poder salvaros a todos.
Hija mía, tienes muchas dudas; crees que son visiones tuyas, que si no estaré realmente presente en el santo Rosario. Te dije en la primera aparición que todos los días estaré presente para dar la santa bendición a todos los que vayan a rezar el santo Rosario, también te dije, hija mía, que muchos de ellos serán escogidos y marcados con una cruz en la frente. Que no te confundan, hija mía, porque Yo estoy allí como Reina gloriosa sobre la tierra, llevando a todos los pueblos la salvación y la paz. No lo dudes, puedes seguir diciéndolo en cada Rosario, todos mis hijos serán bendecidos. Hay muchos que tienen muchas dudas, son tan incrédulos que si no ven la marca del clavo en las manos no creen.
Hija mía, ¡cuánto vas a sufrir!, pero ya sabes lo que dice mi Hijo, que, si para creer tienen que ver, eso no tiene mérito. Dichoso el que cree sin ver; eso sí que tiene mérito muy grande ante mi Hijo. Te sigo insistiendo, hija mía, quiero que continuéis rezando el santo Rosario todos los días, rezad, hijos m íos, haced mucho sacrificio por los pecadores, que muchas almas están en el infierno, porque no han tenido quien rece por ellas, hija mía, y ¡qué horrible es estar en el lago de las llamas!. Hija mía, mira un instante como es: . . . (Aqu í Amparo articula interjecciones e indescriptibles expresiones de horror). No, hija mía, no te horrorices, el que va al fondo de ese lago es porque quiere; porque tiene muchas facilidades de salvarse y no las quiere coger, hija mía. Tú ayuda a todos los pecadores, pero piensa que el que se condena es por su pro- pia voluntad.
Di a todos que procuren hacer apostolado en cualquier parte del mundo; que necesitan muchas almas recibir los mensajes de su Madre Celestial. Hija mía, que recen mucho, que se salven todos, que estoy constantemente dando avisos y no me hacen caso, no quiero que se condenen, pero muchos de ellos, ni aún en el momento del castigo sentirán temor de Dios. Hija mía, ayuda a salvar muchas almas, que muchas ovejas han vuelto a su rebaño, ¡cuántas había descarriadas!, ¡cuántas! y han vuelto al redil de mi Hijo, han vuelto a su rebaño, hija mía.
Adiós, sé humilde, hija mía, es el consejo de cada día, la humildad, adiós, adiós, hija mía."
23 DE OCTUBRE DE 1.981
HABLA
EL SEÑOR:
"Llama a Elohim, hija mía, llama a Elohim, tu Padre Celestial, Rey
del Universo hija mía, para que te consuele, hija mía; ese mismo
sufrimiento lo estoy pasando constantemente Yo por la perversidad de todos
los pecadores. Diles que se conviertan, que no cometan más pecados;
que se destruirán ellos mismos. Hija mía, Ilámale para
que te consuele. Diles a todos que, como no confiesen sus culpas y se arrepientan
el Padre Eterno los mandará al lago de azufre para toda la eternidad.
Diles que tienen muy poco tiempo; que se arrepientan; que piensen un poquito en la Pasión de su Hijo; que lo mandó a la tierra para redimirlos a todos del pecado y no quieren pensar en sus culpas. Que están ofendiendo constantemente a Dios; que mediten, que piensen lo que el Hijo de Dios sufrió en la Pasión; cómo le coronaron de espinas; cómo le flagelaron; cómo derramó su última gota de sangre por todos vosotros, hija mía.
Díselo a todos, que no van a tener tiempo de arrepentirse. Que el Padre Eterno va a mandar su ira de un momento a otro; que se arrepientan. Díselo, hija mía, a todos. Que el Hijo de Dios bajará en una nube no tardando mucho y mandará a sus ángeles que sieguen la mies seca de la tierra que no da fruto; que sus escogidos estén preparados; que no hagan caso del enemigo. Sí, hija mía, diles a todos que se conviertan, que el día del juicio bajaré como juez, no como amigo, porque ya les estoy dando oportunidades; que las cojan, que no dejen para mañana lo que puedan hacer hoy; que se den cuenta de que los mil años de la bestia se han cumplido; que Satanás está entre los cuatro ángulos de la tierra, hija mía, para apoderarse de almas para la guerra. Diles a todos que procuren estar el día del juicio apuntados en el libro de la vida. Díselo a todos, que no quiero que se condenen, que mi Madre está sufriendo mucho por todos ellos. No puedo soportar que mi Madre sufra; está constantemente sufriendo, llorando. No se podrían meter en ningún envase las lágrimas que derrama mi Madre diariamente por todos vosotros. Que se arrepientan antes que llegue la hora del castigo, que la lucha será horrible. Díselo a todos, hija mía, luego que no digan que no aviso que se arrepientan, que confiesen sus pecados, que procuren estar a mi derecha el día de mi venida; que será horrible ir con el enemigo, hija mía. Diles a todos que se arrepientan y que pidan perdón al Padre Eterno, que el Padre Eterno está esperándolos a todos.
Adiós, hija mía. Sé fuerte como Yo fui hasta el último momento. No os importe esta lucha, que luego estaréis eternamente en las moradas del Padre Eterno. Adiós, hija."
23
DE OCTUBRE DE 1.981
HABLA
LA SANTISIMA VIRGEN:
"Hija
mía, aquí me tienes como Madre misericordiosa, para ayudarte
a soportar esos sufrimientos tan horribles. Ofréceselos al Padre Eterno,
hija mía, por la conversión del mundo entero; ofrece tus dolores,
hija mía. Si te desprecian, ofréceselo; si te calumnian, ofréceselo;
y sé obediente y humilde, hija mía. Tu obediencia tiene que
ser muda, hija mía, para que nadie se entere. Dales el aviso a todos,
que se arrepientan; que confiesen sus pecados, que el Padre Eterno está
muy enfadado. Diles que tienen que ser mejores de lo que son, que va a venir
un gran castigo, para toda la humanidad. Que confiesen sus culpas; que no
se dejen engañar por el enemigo; que Satanás quiere apoderarse
de toda la tierra; que se está apoderando de gran parte de los componentes
de la Iglesia; que está intentando aniquilar la tierra, hija mía.
Díselo a todos, que no se dejen engañar de ninguna forma; que
se arrepientan. No sabes qué dolores tengo en el Corazón de
verte sufrir; pero es preciso. Diles, hija mía, que el castigo será
peor que cuarenta terremotos seguidos destruyendo la tierra; que será
horrible el castigo y nadie escapará de él, nadie. Todos verán
el aviso y verán lo que significa, hija mía.
Estad preparados para no recibir el castigo. Es muy importante estar con Dios. El día que veáis el aviso habrá personas que morirán de miedo, del miedo tan horrible. Procurad estar esa noche rezando ante el Santísimo o en vuestras casas con las puertas cerradas. Hija mía, tendrás que sufrir mucho en este mundo de podredumbre y de maldad. Tendrás muchas pruebas interiores que te daré; pero, al mismo tiempo te ayudaré a soportarlas. Tú, hija mía, has tenido muchas dudas de mis avisos. No lo dudes, no dudes lo que Yo hable por mi boca, hija mía. Ayuda a tantas almas que tanto lo necesitan. Sé fuerte, te lo repito todos los días que te sucede esto.
Tienes que ser humilde; sin humildad no se ganan almas, hija mía. Date cuenta de que el pecado de soberbia es el pecado que conduce a todos los pecados del mundo. Hay que ser humildes. Piensa que mi Hijo escogió por Madre la mujer más humilde de la tierra. La humildad es la base principal de todo, hija mía. Seguid rezando el santo Rosario. También es conveniente que recéis los quince misterios, hija mía. Corre mucha prisa salvar muchas almas; y en cada Rosario se salvan muchas, hija mía. Hay que ayudar a mi Hijo y al Padre Eterno hay que consolarle también. Con vuestras oraciones hay que sujetarle el brazo de su ira. Le estoy pidiendo constantemente que os dé más oportunidades; que se están salvando muchas almas; que detenga el castigo, hija mía. Está muy próximo. Haced mucha penitencia. Rezad el santo Rosario con devoción. Es muy importante rezar todos los días el santo Rosario. Ofrece tus dolores por la conversión de Rusia, hija mía. Rusia destruirá todo. Pedid que se convierta. Cumplid con mis mensajes. Haced caso. Mandad mis mensajes por cualquier parte del mundo, hija mía. Que se lo tomen en serio, que el castigo está muy cerca. Que no quiero que se condenen, adviérteselo a todos, que es horrible hija mía, el dolor que tengo.
Adiós, hija mía, te doy mi santa bendición. Adiós."
6 DE NOVIEMBRE DE 1.981
HABLA LA SANTISIMA VIRGEN:
"Te voy a dar un mensaje; pero este mensaje va a ser muy corto, hija mía: Los humanos son muy desagradecidos; no quieren saber nada de su Madre. Diles a todos que no vendrán las gracias que necesitan sino cuando se haya satisfecho el deseo mío de hacer una Capilla en el lugar que te he indicado. Díselo a todos, hija mía, que deseo se haga una Capilla para meditar la pasión de mi Hijo; que me escuchen, hija mía, que mi Corazón es víctima del dolor; que no me hacen caso. Díselo también a los sacerdotes; que me escuchen, que sólo pido que se haga oración, que se venga a meditar; que, si hacen lo que Yo pido, estaré entre mis hijos visiblemente en la segunda venida de mi Hijo, Cristo Jesús.
Sí hija mía, no me hacen caso; quiero que me crean, que crean que Yo soy María, María Dolorosa, hija mía. iQué poco caso hacen de mis mensajes! Diles a todos mis hijos que se arrepientan y dejen de escuchar doctrinas que no sean las de mi Hijo; que escuchen la ley del Evangelio de mi Hijo, de los Evangelios de Jesús; que escuchen la palabra de Dios; que la ley del Evangelio es la ley que ha dado mi Hijo a su Iglesia Santa, porque fuera de su Iglesia no habrá salvación. Díselo; que me escuchen, que los quiero a todos.
Y tú, hija mía, no tengas miedo, porque Dios está contigo, y si Dios está contigo, ¿quién estará contra ti? Diles a todos mis hijos que no se acobarden; que vayan donde sea para ver si se cumple la voluntad de su Madre de edificar una Capilla en su honor; que hagan más oración; que se acuerden más durante el día de su Madre que no los olvida ni un instante. Díselo, hija mía.
Adiós, hija, adiós, cumplid mis mensajes; hacedme caso; no os confundan, hijos míos; luchad hasta el final.
Adiós, te doy la santa bendición. Adiós."
13 DE NOVIEMBRE DE 1.981
HABLA EL SEÑOR:
"Sí, hija mía, aquí está tu Padre Celestial como te dije en el primer día de mi aparición. Soy tu Padre Celestial; ya lo sé que sufres mucho, hija mía; fíjate si no voy a saber Yo qué tormentos tan horribles son esos y todo sufrirlo por la humanidad tan desagradecida, hija mía. Ya lo sé que no se merecen nada de esto, hija mía, pero hay que salvarlos, hay que salvarlos a costa de lo que sea, hija mía, óyeme, mi Corazón víctima se cansa de la ingratitud de mis amados hijos. No te hablo de la maldad de los impíos, sino de la malicia de los cristianos.
Voy a relatarte abiertamente la situación del mundo para que comprendas el por qué de mi pasión mística como víctima inmolada por el mundo, como Rey mártir de mi caridad por las almas y como Dios desdeñado de mis criaturas. He empleado toda mi sabiduría, hija mía, en proporcionar todos los medios de adquirir el gozo de mi reino eterno, toda mi ternura en atraerlos, mi bondad y mi misericordia, mis riquezas, mi magnificencia y mi amor; pero no quieren nada, son ingratos. He hecho por todos lo que hubiera hecho por mis propios hijos, hija mía, no se merecen nada. Todo lo que he hecho por ellos, por todos en general, lo he hecho, como lo he hecho con mis elegidos; lo hice por uno y lo hice por todos en general y para todos dí mi ejemplo en el camino de este mundo. Por todos ascendí a los cielos volviendo al seno del Padre y por todos hice el milagro de la consagración de la Eucaristía, para permanecer aqu í con ellos. Para todos estoy, no sólo para unos, encerrado en ese Sacramento día y noche triste, sufriendo. Por todos instituí mi sacerdocio privilegiado y para todos la Iglesia santa con sus auxilios de indefectible virtud y de única esperanza de eternidad. Hija mía, para todos dí mis palabras de salvación y de vida que guarda el santo Evangelio de la ley de la gracia y del amor; y con toda claridad la manifesté en aquellas palabras: "Amaos los unos a los otros." Lo dije en un lenguaje para que todos me entendiesen. Y os dije: "Permaneced todos unidos, permaneced en Mí para que seamos una sola cosa, para que seamos una sola cosa como mi Padre y Yo lo somos." Pero, hija mía, ¿qué han hecho de mi palabra, de mi doctrina, de mis deseos, sino mofa, crímenes y traición?
Mira, hija mía, se formó mi amada Iglesia, se erigió y se extendió mi reino en las almas; pero el eterno enemigo entró en la raza maldita para apoderarse de todos, se apoderó de toda la raza. También vino a poner la división en la familia, la cual surgiendo bandos, comenzó a minarse entre sí.
No me quejo del enemigo ni de sus secuaces, porque todos ellos son malditos; me quejo de los que, siendo míos, han secundado la acción del mal. El enemigo, hija mía, quiere seducir y no sabe cómo.
Acordaos siempre de mis palabras, porque si no os hubiera advertido. . ., pero estoy constantemente advirtiéndoos. Si no os hubiera advertido seríais menos responsables, pero ahora, ¿de qué os excusaréis, hijos míos?, no podéis excusaros.
Está cerca el día postrero, hija mía, y ese día postrero vendré como Juez. ¿Acaso no se lo he dicho a mi Iglesia santa?, ¿no les he socorrido con pastores? No he dejado de derramar milagros por todas partes, de derramar amor; y ellos no han querido recibir con corazón puro todas estas cosas. Claro, todos estos ¿sabes cuáles son?, los ingratos, los desagradecidos.
Hija mía, diles que todavía están a tiempo, que vengan a Mí todos, como les dije en una ocasión: "Venid a Mí todos los que estéis cargados que Yo os ayudaré a descargaros." Venid arrepentidos y contritos, haciendo esfuerzos para superar las tendencias malignas de vuestras pasiones y de las seducciones que el mundo, el demonio y la carne os presentan, como lo hizo Satán un día en el Paraíso con vuestros primeros Padres naturales.
Diles que cuando Yo les invito a que vengan a Mí, es con espíritu de cambiar la mala vida de los vicios, de los pecados, de la incredulidad, de la malicia, de las comodidades refinadas con las que cada día habéis rodeado vuestra vida humana; porque los humanos, precisamente, son los que deben sobrenaturalizar sus acciones imitándome a Mí cuando me hice humano; que busqué desde el primer momento hasta el último de mi vida el sacrificio, la pobreza, la humildad, la incomodidad en todo. Por eso nací una noche de invierno en medio de los hielos y sobre pajas de un pesebre de animales, para ofrecer a mi Padre el sacrificio reparador y propiciatorio de pagar a la Justicia Divina por vuestros pecados, hijos míos. Todos, pues, hija mía, estáis obligados a amarme; que por eso bajé a vosotros haciéndome semejante a vosotros en todos los momentos, menos en el pecado.
Diles a la juventud, hija mía, lo que es el verdadero amor; diles que se acerquen a Mí; que en silencio, con fe en mi presencia en mi Eucaristía, me pidan que les revele el secreto de la felicidad del corazón humano en esta vida y en la eternidad. Hija mía, revélales cuán dichosa te ha hecho a tí mi amor y que no hay amor que haga feliz si no está injertado en mi amor. Sí, hija mía, avísaselo a todos.
Mira, hija mía, hoy satanás está celebrando su fiesta en la profundidad del infierno; lo vas a ver: mira las cavernas cómo están llenas de malditos, de pecadores, de injustos, cómo se rebozan en el fango, son espíritus malignos, hija mía. Piensa que el infierno está lleno de pecadores y que es para toda una eternidad. Hay quien piensa que ¿cómo Dios siendo misericordioso les va a mandar ese castigo? Sí, hija mía, es misericordioso mi Padre Eterno, pero es justo y a cada uno le da lo que se merece. Mira cuántos espíritus del mal hay en medio; las almas de los pecadores cómo están sufriendo torturas, hija mía, por sus pecados. Aquí no existe la muerte, sin embargo, en las moradas del cielo existe la vida de la gracia, hija mía. Cuantos quisieran morir para no sufrir. Mira hija mía. Mira hija mía, vas a ver una parte del Cielo para que no te horrorices, no te quede ese sabor tan malo. Hija mía, mira que felicidad, mira que dulzura, mira que paz, mira que alegría; aquí no hay envidias, no hay su- frimiento, todo es amor. Donde Yo estoy no puede haber nunca sufrimiento, hija mía, donde está Satanás con sus secuaces no hay nada más que tormentos y sufrimientos. Avísales a todos, diles que se conviertan, que no quiero que se condenen; díselo hija mía, díselo a todos.
Sé humilde, hija mía, ofrece tus sufrimientos, haz un poco más de oración. Diles a los que están contigo que estoy muy contento con ellos, que cumplan muy bien con mis mensajes, que sigan de la forma que siguen, que también son hijos predilectos míos porque han tenido la oportunidad de ver todo esto. Diles que Dios cuando hace una cosa sabe cómo la hace, dónde la hace, de qué forma. Que sean humildes también, que la humildad es la base principal para llegar al Cielo, díselo a todos, hija mía.
Sí,
hija mía, verás a mi Madre, la verás un segundo. Adiós,
hija, cumplid con los mensajes de mi Madre y los mensajes de vuestro Padre
Celestial. Adiós."
13 DE NOVIEMBRE DE 1.981
HABLA LA SANTISIMA VIRGEN:
"Hija mía, hija mía, aquí me tienes hija mía, ¿cómo iba Yo a faltar, tu Madre gloriosa? No dudes que Yo me apareceré a ti, hija mía, me seguirás viendo. Recuerda que me haces sufrir cuando dudas de que soy Yo quien te habla. Soy tu Madre, estarás contenta, hija mía, del premio que te he dado de ver a tu madre terrena; está gloriosa en el Cielo gracias a tus oraciones. Sí, hija mía, sigue con humildad, sigue obedeciendo para que llegue ese día glorioso y te juntes con ella, hija mía. ¡Pobre hija mía!. Eres ciertamente muy ingenua, hija mía, por eso te he elegido Yo y te sostengo en mi propio Corazón para que el demonio no te trastorne. Prepara tu corazón, hija mía, para que cuando llegue el día, estés preparada.
Ya sabes, hija mía, que no me agradas, que no puedes agradarme si no eres humilde, sigue siendo humilde y que todos los que te rodean igualmente sean humildes; que sean servidores fieles a mi doctrina y que prediquen y defiendan la doctrina de mi Hijo, que sean fieles para practicarla y para predicarla; diles que se humillen, que sólo los humildes pueden agradarme, hija mía. Que todas las almas sean humildes, que todas necesitan ser humildes para que sus servicios me sean agradables, hija mía, reza por todos por toda la generación, por todos, todos son hijos míos. Hija mía, para Mí no hay políticas; mi política es el amor y la de mi Hijo la Cruz.
Diles que el que no tenga amor y no cumpla con los mandamientos de la Ley de Dios no se salvará, el prójimo está en cualquier ser humano. Yo no tengo distinción de razas, la política no va a servir para salvarse, hija mía, sino para condenarse, adiós hija mía, sé humilde hasta el último instante, sigue los consejos de tu padre espiritual, pues ya sabes hija mía que es un buen hijo de Dios, haz caso a mis consejos y a los consejos de tu padre espiritual. Adiós hija, adiós."
20 DE NOVIEMBRE DE 1.981
HABLA EL SENOR:
"Aquí me tienes, hija mía, como tu Padre que soy para ayudarte a soportar esos sufrimientos. Ofrécelo, hija mía, por la conversión de los pecadores, porque cada día son peor. Escucha bien lo que te digo, hija mía, y comunícaselo a todo el mundo. Como no cambien y sigan abusando de mi misericordia, el mundo se verá envuelto en una gran guerra, serán destruidas varias naciones, habrá muchas muertes, caerán nubes de fuego que abrasarán la tierra, todo esto será lo más horrible que se ha conocido por la humanidad.
Diles a todos que no hacen caso de los mensajes de mi Madre, ni de sus súplicas; pero que sepan todos que el castigo está muy cerca; que sepan todos también, que es mi Madre la que está sujetando ese castigo con sus lágrimas, con sus dolores. Todo lo está sufriendo por todos sus hijos, dando sus avisos, porque no quiere que se condenen; pero no le hacen caso. Diles a todos, hija mía, que el tiempo pasa y los hombres no cambian, que siguen cometiendo pecados sacrílegos y crímenes. No quieren salvarse, hija mía, son unos ingratos; diles que el juicio de las naciones está muy cerca; diles a todos que hagan oración, que confiesen su culpabilidad, que se arrepientan, que Dios va a castigar a toda la Humanidad; dará castigo como jamás se ha visto; que pidan perdón a Dios, que hagan oración, que el Padre Eterno está esperándolos; que se arrepientan de sus culpas, que en el mundo va a haber grandes desgracias y en varias naciones habrá grandes terremotos. Este es un castigo del Cielo, hija mía; están abusando de la misericordia de Dios. Que se arrepientan, que estamos avisando constantemente; que mi Madre santísima se está apareciendo en muchas partes y está dando mensajes para que se difundan por todo el mundo; y no le hacen caso.
Sí, hija mía, se están salvando muchas almas; pero hay muchos que están en pecado mortal; ofrece tus dolores por todos ellos; ayúdame a Mí también a soportarlos, a consolarme; ayuda a mi Madre también; que el Corazón lo tiene traspasado de dolor por la ingratitud de tantos pecadores que no quieren hacer caso. Sí hija mía, es muy duro, pero es preciso que sufras; es preciso que se salve por lo menos una tercera parte de la humanidad.
Sé humilde, hija mía, habla con tu padre espiritual que te dirija, no te dejes, hija mía, date cuenta, de que el enemigo está rodeando todo esto y no sabe como destruirlo.
Este mensaje, hija mía, lo puedes dar a todos mis hijos, díselo a todos, hija mía, que se arrepientan, que hagan mucho sacrificio, que hagan penitencia. Es muy importante rezar el santo Rosario todos los días. Sobre todo diles que lo hagan con mucha devoción, hija mía, que el mundo está muy mal, que con su oración se están salvando muchas almas, díselo a todos mis hijos, hija mía.
Adiós, hija mía, te doy mi santa Bendición,"
20 DE NOVIEMBRE DE 1.981
HABLA LA SANTISIMA VIRGEN:
"Hija mía, hija mía, aquí me tienes, para consolarte; aquí me tienes, estaré hasta el último instante contigo, hija mía; ofrece esos dolores por todos mis hijos, por todos los pecadores. Muchos de ellos no han conocido a mi Hijo, hija mía; no tienen culpa de estar materialmente en pecado mortal; no han tenido quien los enseñe, pide por todos ellos como Yo suplico a mi Hijo.
Sí, hija mía, tú no sabes cuantas almas están subiendo al Cielo por medio de vuestras oraciones; están subiendo en tropel luminoso, en bandas luminosas al Cielo, esto me causa mucha alegría, a pesar de que tengo mucha tristeza porque hay muchos pecadores que no quieren salvarse. Yo estoy suplicando por ellos, pero no me hacen caso; no quieren salvarse. Ya lo sé, hija mía, que estás pidiendo por los sacerdotes. Muchos sacerdotes no son dignos ni de una oración, son los que están constantemente ofendiendo a mi Hijo. Sí hija mía, algunos sacerdotes ministros de mi Hijo, por su mala vida, por sus errores, irreverencias, hija mía, por su mala disposición al celebrar los santos misterios, por el amor al dinero, al honor y a los placeres carecen de la debida pureza, hija mía. Los pecados de las personas consagradas claman al Cielo y atraen la venganza, hija mía, he aquí, que la venganza está a sus puertas, porque ya no se encuentra casi a nadie para implorar misericordia y perdón para el pueblo, no hay almas generosas; ni hay casi nadie digno de ofrecerle una víctima sin mancha al Eterno en favor del mundo. Dios va a castigar de una manera sin precedentes.
¡Ay, hija mía! Pobres de los habitantes de la Tierra y de los ministros de la Iglesia. Dios va a lanzar su castigo y nadie podrá sustraerse a tantos males juntos. Sí, hija mía, algunos sacerdotes ofenden mucho a mi Hijo; muchos de ellos no son dignos de celebrar los sagrados misterios de la Eucaristía por su falta de fe y por sus manos manchadas de impurezas. Vendrá un gran castigo sobre los tales, pues ellos tienen todavía más responsabilidad que otros, porque están condenando a muchas almas. Sí, hija mía, ciertos jefes y guías del pueblo de Dios han descuidado la oración y la penitencia y el demonio ha oscurecido sus inteligencias. Los malos libros abundarán en la Tierra; los espíritus de las tinieblas esparcirán por todas partes el relajamiento universal en todo lo que pide el servicio de Dios, hija mía. El Vicario de mi Hijo tendrá mucho que sufrir, porque durante un tiempo la Iglesia será entregada a grandes persecuciones; será el tiempo de las tinieblas; la Iglesia tendrá una crisis horrorosa. Sí hija mía, se abolirán el poder civil y el eclesiástico. Cada individuo tendrá que guiarse por sí mismo e imponerse a sus semejantes. Toda justicia será hollada y no se verá pronto por todas partes otra cosa que homicidios, odios, discordias, sin amor en la humanidad, ni en las familias.
Sí, hija mía, sí, muchos sacerdotes están destruyendo el amor a mi Hijo, muchos, hija mía; muchas almas se están condenando por el mal ejemplo de todos ellos. No quiero pensar el castigo que se les avecina. Hijos míos, ayudadlos a todos con vuestras oraciones; pedid por ellos y haced muchos sacrificios; pedid que se purifiquen sus almas, hijos míos. Mi Hijo lleva una Cruz muy pesada por todos ellos, no os importe sufrir, hijos míos, que luego, mira lo que os espera; qué maravilloso es todo esto. Aquí no hay envidias, hijos míos; aquí no hay maldades, todo es amor, todo es felicidad, todo es pureza. Sufrid, hijos míos, que vale la pena sufrir para alcanzar todo esto. Sé humilde, hija mía, ya sabes que la humildad es la base principal de todo y la soberbia es la que condena a todos los humanos, pues el infierno está lleno de soberbios, y Satanás ha formado su ejército con la soberbia. Sé humilde, hija mía, guarda obediencia a tu padre espiritual, haz caso de sus consejos. Distribuid mis mensajes por todos los lugares del mundo.
Adiós, hija mía, sé fuerte, hija mía. Adiós."
25 DE NOVIEMBRE DE 1.981
HABLA EL SEÑOR:
(Encontrándose
Amparo trabajando, sufre la Pasión del Señor y recibe este
mensaje): "Hija mía, ya sabes lo que te hice ayer, (rezando el santo
Rosario en Prado Nuevo Amparo quedó en éxtasis como de ordinario,
pero fue la primera vez que no sangró por las llagas), no creas que
es una prueba; no es ninguna prueba, es como si hubieses pasado la Pasión.
Lo que pasará de ahora en adelante será que sufrirás
los dolores, Yo también los pasaré contigo; pero Yo derramaré
mi Sangre para que con esa Sangre mía te purifiques, hija mía
y te fortalezcas. Tendrás las llagas pero no se te verán signos
exteriores; pero las sentirás igual que si las tuvieses. Hija mía,
sé fuerte, no creas que mi Madre y Yo no te amamos, siempre te tenemos
presente en nuestro Corazón. Hija mía, busca la humillación;
esto es lo que principalmente te encargo muchas veces. Busca tu sencillez;
es lo único que te salvará de las astucias del demonio. Hija
mía, sé humilde y sé sencilla. Adiós, hija, adiós."
25 DE NOVIEMBRE DE 1.981
HABLA LA SANTISIMA VIRGEN:
"Sí, hija mía, ya me tienes aquí con mi Corazón destrozado de dolor por tantas ofensas hechas en el mundo. Hija mía, aquí me tienes para darte un mensaje:
Dile a tu padre espiritual que no tenga tantas dudas sobre lo que dije del Cuerpo de mi Hijo que no estaba consagrado. Alguna vez, acaso no se consagre el Cuerpo de mi amado Jesús, porque el sacerdote con sus manos manchadas por el pecado ha perdido la fe en mi amadísimo Hijo y no hace intención de consagrar, y durante esa Misa que está celebrando no le invoca, no está pensando en El, no baja mi Hijo, no baja porque el sacerdote no cree en El; algunos de ellos celebran la Misa por rutina, por dinero, así que dile a tu padre espiritual que no lo dude, que hay algunos sacerdotes que no son dignos de celebrar la Misa ni de tocar el Cuerpo Sagrado de Jesús; que están constantemente cometiendo muchos pecados y mi Hijo tiene un dolor tan intenso. . . Siente en su Corazón las ofensas hechas por todos ellos. A muchos los colma de talento y ellos se lo apropian a sí y se engríen, se engríen, hija mía, su soberbia los engríe y se pierden por su soberbia, pues Yo, hija mía, estoy llamando constantemente a la puerta de sus corazones y no quieren atender. Ponen resistencia, hija mía, se resisten, por eso dejo que actúe la Justicia de mi Hijo; mi Hijo los crió sin su voluntad, pero ellos son libres de salvarse o condenarse; pide por todos ellos; rezad cada día esta invocación: "Jesús mío, por vuestro Corazón amantísimo os suplico inflaméis en el celo de vuestro amor y de vuestra gloria a todos los sacerdotes del mundo, a todos los misioneros, a todas las personas encargadas de predicar tu divina palabra para que, encendidas en santo celo, conquisten las almas y las conduzcan al asilo de vuestro Corazón donde os glorifiquen sin cesar."
Esos dolores interiores ofrécelos por todos ellos, hija mía, cuando quieras algo, pídemelo. Hija mía, guíate de tu director espiritual.
Los que están constantemente martirizando nuestro Corazón son los malos sacerdotes; ofrece cuanto hagas por ellos y díselo a tu padre espiritual que tiene un mar de confusiones y de dudas. No son pruebas lo que te pasó ayer; son los signos de las llagas, sentirás los mismos dolores pero no derramarás ni una gota de sangre, tienes que fortalecerte; nos quedan muchas misiones que cumplir todavía.
Adiós, hija, adiós."
11 DE DICIEMBRE DE 1.981
HABLA EL SEÑOR:
"No temas, aquí estoy Yo... Hija mía, sé que estás sufriendo, pero como siempre te estoy diciendo, es preciso sufrir para salvar almas.
Aquí estoy Yo... Y donde Yo estoy está la cruz... Recibe esta cruz con todo respeto, hija mía, con todo respeto y amor por la salvación de tantas almas que están en pecado mortal. Ofréceselo al Padre Eterno; dile:
"Padre Eterno, por la Pasión de tu Hijo, por lo que El sufrió, por esos dolores tan inmensos, yo me uno a esa Cruz. iOh Padre mío!, iOh Padre Celestial!, mira las llagas de tu Hijo, y dígnate recibirlas para que las almas se abran a los toques de la gracia. Que los clavos que taladraron sus manos y sus pies traspasen los corazones endurecidos por el pecado. Que su Sangre los ablande y los mueva a hacer penitencia. Que el peso de la Cruz sobre los hombros de tu Divino Hijo mueva a las almas a descargar el peso de sus delitos en el Tribunal de la Penitencia. Te pido, Padre Eterno, por todas esas almas.
Por la Pasión de tu Hijo te ofrezco todos mis dolores. También te ofrezco, iOh Padre Celestial! esta corona de espinas de tu amado Hijo; por estos dolores te pido por los sacerdotes: que su vocación sea más grande, que sean puros, que sean buenos hijos de Dios, dignos de consagrar los santos misterios de la santa Misa. También te ofrezco lo que padeció tu Hijo clavado en esa Cruz, su ardiente sed y todos los demás tormentos de su agonía por todos los pecadores, para que se arrepientan de sus culpas y para que por esa perseverancia con que tu Hijo te rogó por los mismos que le estaban crucificando y con esa humildad te pedía: "Perdónalos, que no saben lo que hacen", te ruego concedas a todas las almas que tengan un gran amor al prójimo y que sean fieles a tu Hijo. Sí, Dios mío, te lo ruego porque Jesús me lo pide."
Cuando te veas afligida, hija, reza siempre esa oración. Cuando te veas triste, encomiéndate a mi Santísima Madre, que Ella te ayudará, hija mía, ¡Cuánto consuelo me das, hija, cuando cumples todos mis mandatos!.
Pídeme que te ayude, que Yo te reconfortaré, date cuenta de que al que más amo es el que más sufre. Déjate poseer por Mí y consumir. Vive por Mí, y por la salvación de las almas ofrécelo todo; no lo olvides, hija, que las almas que Yo escojo tienen que ser víctimas del dolor, pero vale la pena el sufrimiento y el dolor. Ayuda a salvar muchas almas, no consientas que se alejen de Mí. No temas, Yo no te pido nada más que buena voluntad, esfuérzate cuanto puedas para mostrar que me quieres. Date cuenta de que Yo te quiero muy pequeña, tan pequeña que puedas colocarte dentro de Mí. Se están salvando muchas almas con el Rosario, seguid rezándolo con devoción, ofrecedlo por la conversión de Rusia, porque Rusia es el flagelo de la humanidad.
Haz mucha penitencia, ofrécelo por Rusia. No mezcles políticas en mis doctrinas, no consientas que nadie mezcle políticas en la doctrina de Cristo, diles que Cristo no quiere terrenas políticas. Pide sufrimientos y pide amor, Yo estoy con la Cruz para redimirlos a todos. Pero no me hacen caso, no hacen caso de los mensajes de mi Madre. Quiero que se arrepientan, que cumplan con los santos Mandamientos, que confiesen sus culpas, que pidan perdón; que estoy esperándolos con los brazos abiertos.
No tengas miedo del enemigo; date cuenta de que soy tu Rey, no temas a los enemigos. El enemigo está rabioso; date cuenta de que se están salvando muchas almas; date cuenta de que estoy aquí para defenderte. No temas, te sabré defender; quiero que seas muy pequeña con la humildad, con la sencillez, la plenitud en la obediencia; es el aguinaldo que te voy a pedir: que seas humilde; es de la única forma que se puede salvar uno, con humildad. Mira, hija, ofrece todo por la conversión de las almas; vamos a reparar juntos las ofensas que hacen constantemente los pecadores.
Ponte de rodillas cuando te veas afligida y adora la Majestad Divina tan despreciada por los hombres; haz un acto de desagravio y repite en cada momento:
"iOH DIOS INFINITAMENTE SANTO! ME POSTRO HUMILDEMENTE DELANTE DE TU DIVINA MAJESTAD; TE ADORO, Y, POR lOS MERITOS DE TU DIVINO HIJO, TE PIDO POR El PAPA, TAMBIEN TE PIDO QUE PERDONES A TANTOS PECADORES QUE TE OFENDEN."
Y ofrece toda tu vida y tus deseos en reparación de tanta ingratitud. Pide por el Vicario de Cristo; sé constante en tus oraciones; humíllate, pide por el Santo Padre; va a sufrir mucho; Yo estaré con él hasta el último instante para recibir su sacrificio y su vida.
El mundo está al borde del precipicio; la masonería se ha metido en la Iglesia; la sociedad está próxima a los más terribles castigos. Habrá muchas muertes; habrá enfermedades; habrá grandes guerras; rezad, que la oración lo puede todo, rezad mucho por la salvación de las almas, por la salvación del mundo entero. Adiós, hija, adiós."
11 DE DICIEMBRE DE 1.981
HABLA LA SANTISIMA VIRGEN:
"Sí, hija mía, aquí tienes a tu Madre. No podía faltar tu Madre y Madre de todos mis hijos, ya lo dijo mi Hijo estando Yo al pie de la Cruz:
"Madre mía, he ahí a mis hermanos, cuídalos y ámalos." Y también dijo:
"No estais solos vosotros por quienes he dejado mi vida, tenéis ahora una Madre a la que podéis recurrir en todas vuestras necesidades."
Hija mía, cada día los humanos son peores: hasta algunos ministros de Dios, sacerdotes y obispos han descuidado la oración y la penitencia y el demonio se ha apoderado de ellos; han llegado a ser esas estrellas errantes que el viejo dragón arrastrará con su cola para destruirlos. Dios permitirá a Satanás sembrar la división entre los gobernantes, las sociedades y las familias. Habrá muchas penas físicas y morales. Dios abandonará a todos ellos y les mandará muchos castigos.
Hija mía, con tu oración y las de todos mis hijos haced que se salven muchas almas; que no se condenen; que no hacen caso. La Misericordia de Dios es muy grande; pero no quieren salvarse. Los tormentos que se aproxi- man son horribles, explica lo que ves en este momento":
Estoy viendo un planeta oscuro lleno de cieno que huele mal; veo muchos seres abominables luchando unos contra otros, blasfemando, están metidos hasta la cintura; ahora huele a azufre; se oyen gemidos por todas partes; es horrible. "Sí hija mía, mira sus rostros desencajados por los sufrimientos; no se oye nada más que lamentos; mira, no hay ni un bosque, ni un río, no hay nada más que obscuridad, tinieblas, ¿no es triste pensar que se condenan todos por su voluntad? No te creas hija m ía, que para eso les estoy dando constantemente avisos, porque no quiero que se condenen. Pero son ingratos, no quieren hacer caso.
Mira, hija mía, qué distinto es este astro; estas estrellas que están separadas de la Tierra, son las moradas en las que está la vida eterna. Mira que separación hay tan inmensa de la Tierra; mira qué lagos tan inmensos de colores; mira que almas más puras; mira que prados más llenos de bellas flores; mira qué árboles de bellos frutos como jamás has visto en ninguna parte de la Tierra. Yo creo que vale la pena sufrir para gozar aquí toda la eternidad, hija mía.
No te descuides -te sigo diciendo-, pide consejos a tu padre espiritual; él te dirigirá, mi Hijo le iluminará para dirigirte. No tengas miedo, ya estaremos aquí para dirigiros a los dos. Mi Hijo y Yo estaremos constantemente sufriendo por la perversidad del mundo. No se dan cuenta de que el tiempo se aproxima, y ellos no cambian. Hija mía, tu miseria no te debe desanimar, reconócela con humildad; pero no pierdas el ánimo, pues ya sabes que, pese a tu miseria y a tu indignidad, mi Hijo Jesús ha puesto en ti los ojos, pide mucha humildad, pero ten mucha confianza.
Sufre, hija mía, y ofréceselo todo al Padre Eterno por la salvación del mundo.
El mundo está en un gran peligro, diles a mis hijos que hagan más oración; que empiecen una nueva fase de su vida; que se marquen un horario para su trabajo y les dará tiempo a hacer oración; que ellos pueden ayudar a muchas almas; que hagan apostolado; que pidan consejo a algún sacerdote, que les aconseje de qué forma pueden hacer apostolado.
Adiós, hija mía; rezad el santo Rosario todos los días; meditad un ratito cada misterio, es aconsejable que se recen los quince misterios del Rosario, pues en cada Rosario se salvan muchas almas.
Adiós, hija; adiós, hija mía."
18 DE DICIEMBRE DE 1.981
HABLA EL SEÑOR:
"Sí, hija mía, aquí estoy, como todos los días, presente en tus dolores, en este sufrimiento; pero aquí estoy hoy también para consolarte, para animarte a soportarlos.
El mundo cada vez está peor. ¿Qué más he de hacer para que se salven? Están cometiendo crímenes, pecados de impureza, sacrilegios..., el mundo está invadido de pecado. Date cuenta de que no hay nada más que perversidad, no hay amor al prójimo, no hacen caso de los avisos; estoy avisando constantemente, pero cierran sus oídos.
El castigo está muy cerca. ¿De qué forma se van a purificar el mundo y mi Iglesia?
Estoy dando muchas oportunidades y voy a arrancar de cuajo toda la mala hierba y preparar un renacimiento esplendoroso para el triunfo de mi misericordia.
Daos cuenta de que Dios Padre va a enviar dos castigos muy grandes. Uno en forma de guerra, revoluciones y peligros revolucionarios. Y el otro enviado por el Cielo: Vendrá sobre la Tierra una oscuridad intensa que durará tres días y tres noches. Nada será visible; el aire se volverá pestilente y nocivo, y dañará, aunque no exclusivamente a los enemigos de la religión; durante los tres días de tinieblas la luz artificial será imposible; sólo las velas benditas arderán durante estos días de tinieblas; los fieles deberán permanecer en sus casas rezando el santo Rosario y pidiendo a Dios misericordia.
Todos los enemigos de la Iglesia, visibles y desconocidos, perecerán en toda la Tierra durante esta oscuridad universal con excepción de algunos que se conviertan.
Cuando esto suceda San Pedro y San Pablo intervendrán para elegir un nuevo Papa. Mira (Aquí, Amparo ve la Tierra envuelta en llamas, muchos muertos y la mayor parte de los edificios hundiéndose), se verá la Tierra en- vuelta en llamas, se hundirán numerosos edificios de la tierra y el cielo parecerá que está agonizando. Millones de hombres morirán por el hierro; unos en guerra, otros en lucha, otros millones perecerán de muerte imprevista. Esto ocurrirá cuando parezca que la Iglesia ha perdido los medios humanos de hacer frente a la persecución.
Date cuenta, hija mía, de que la ira de Dios Padre tiene que descargar muy pronto porque el Padre Eterno está muy enfadado. No hacen caso y el cáliz se está derramando, está lleno hasta el borde. Descuidan la oración en la Iglesia algunos obispos, algunos sacerdotes; algunos de los ministros de Cristo no tienen fe. Por eso vendré mandado por mi Padre Celestial, haré un acto de justicia y de misericordia hacia los justos. Ordenaré a mis ángeles que todos mis enemigos sean muertos; de momento los perseguidores de la Iglesia de Cristo y todos los hombres dados al pecado perecerán; la Tierra quedará como un desierto.
Entonces será la paz y la reconciliación entre Dios y los hombres. Yo seré servido, adorado y glorificado; la caridad brillará por todas partes; los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Iglesia. El Evangelio será predicado por todas partes y los hombres vivirán en el temor de Dios. Mi santa Iglesia será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa imitadora de las virtudes de Jesucristo; pero hay que pedir, hay que rezar mucho para que se den oportunidades a más almas, que pidan perdón de sus pecados, que hagan penitencia.
Tú, hija mía sufre tu pasión, imítame, esos dolores salvan muchas almas; mira lo que sufro; mira qué cuadro de dolor (durante el éxtasis Amparo ve unas escenas de la pasión del Señor). iEs horrible, esto es horrible! ¡Ay, qué dolor!.
Sí, hija mía, esto constantemente lo estoy sintiendo Yo por los pecadores, por la perversidad del mundo, por los pecados de impureza.
En otro momento seguirás viendo toda la crueldad que hicieron conmigo. Ya sé que estás sintiendo esos dolores tan profundos, pero ofrécelos por la salvación del mundo; también ofrécelo por la conducta del clero y la relaja- ción futura de los conventos; por todos mis sacerdotes; por los pecados de impureza que algunos están cometiendo constantemente.
Han descuidado la oración, tienen olvidadas las cosas de Dios; ellos con sus oraciones podían salvar muchas almas.
También pide por la conversión de Rusia. Rusia sería convertida si los obispos atienden los deseos del Padre Celestial y emprenden una verdadera reforma en el clero, pues en mi Iglesia hay muchas políticas, y las políticas desvirtuan mi religión católica. En muchos conventos se está destruyendo la fe católica y no me hacen caso; pero, si no hacen caso, Rusia será una vez más el castigo con que Dios les castigue fuertemente. No hacen caso, tienen amor al dinero. Viven como el rico avariento. Ofrece por sus almas la víctima Divina al Padre Eterno. Esos dolores sirven para purificación de muchas almas.
Ese dolor que sientes es una centella de mi Corazón que lo tengo traspasado por la ingratitud de tantos pecadores. Cuando lo sientas muy fuerte cuida de ofrecerlo por esas almas que no quieren saber, que quieren condenarse por su propia voluntad. Hija, ofrece todo al Padre Eterno en unión de mis sufrimientos, de mi muerte en la Cruz, de los dolores de mi Madre; ofrécelo todo por la salvación del mundo en unión mía. Todos los días te daré dos horas de agonía, ofrécelas por los sacerdotes, que estoy constantemente sufriendo por ellos. No tengas miedo de sufrir; el sufrimiento es un tesoro que luego te lo recompensarán. Quiero que hagas mucha penitencia y que reces con mucha devoción. No dejes de recibir mi Cuerpo, que Yo te confortaré. Tampoco dejes de pedir consejos a tu padre espiritual, que te dirija, ya parece que se le van quitando las dudas; Yo le iluminaré para que te dirija, reza por él, que también lo va a necesitar mucho; pero cuanto más le persigan, cuanto más os calum- nien, más cerca estáis de Dios. Daos cuenta de que Yo vengo para sufrir juntos; Yo he sufrido esas calumnias, esas impurezas que hicieron conmigo, esas blasfemias. . .
En un segundo podría haber destruido el mundo; pero no lo hice; quise redimir a la humanidad para que se salvasen todos; pero los ingratos me corresponden clavándome cada día. Son unos desagradecidos, no quieren escuchar los mensajes; pide por ellos, que se salven todos.
Adiós, hija te doy la santa Bendición."
18 DE DICIEMBRE DE 1.981
La Santísima Virgen nos dice por medio de Amparo: "Hija mía, hija mía, créeme, siempre estoy contigo, hija mía. Sí, haz todo lo que mi Hijo te manda; ámale, agradécele todo lo que te ha dicho, el favor que te ha hecho llamándote y escogiéndote como instrumento suyo. Amale mucho.
Date cuenta de que El también está sufriendo contigo. No te dejes guiar por tus propias fuerzas, sino en unión con Jesús. El te dará la fuerza necesaria y Yo te ayudaré. Esto lo hacemos constantemente con muchas almas. Esto que te estoy diciendo a ti se lo he dicho a otras almas anteriormente. Sé constante en la oración. Rezad el santo Rosario con devoción; ofrécelo por la salvación del mundo y por la salvación de las almas.
Hay que hacer mucho sacrificio y mucha penitencia. Hay que visitar mucho el Santísimo Sacramento, pues mi Hijo está muy triste y muy sólo; pero antes hay que ser muy buenos. Díselo a todos: hay que confesar las culpas; que se confiesen y se arrepientan; que lo hagan, que queremos que os salvéis todos. Si no lo hacéis vendrá un gran castigo para toda la humanidad. Haz que se conozcan mis mensajes por cualquier parte del mundo, pues estoy dando muchos avisos. Hay sacerdotes, obispos, cardenales, y parte del clero, que van por camino de perdición y por ellos se están condenando muchas almas. Hay que rezar por ellos. Ofrece estas dos horas de agonía por ellos. Diles a todos que pidan perdón al Padre Celestial que los está esperando con los brazos abiertos. Diles que recen las tres partes del Rosario, los quince misterios diariamente; que lo ofrezcan por la salvación de las almas, por la conversión de los pecadores.
El mundo está en un gran peligro.
Adiós, hija mía, sé muy humilde: no olvides que eres nada, que únicamente con la misericordia de Dios puedes ser algo; ten confianza. Date cuenta de que nada puedes; déjate guiar. Da gracias a Dios diariamente.
Adiós,
hija mía, adiós."
25 DE DICIEMBRE DE 1.981
¡Ay, ay, Señor! ¡Ay, Dios mío! (Amparo pasa unos momentos de intensos dolores).
"Sí, hija mía, ya estoy aquí; ya vengo a hacerte compañía; los dos estamos juntos con la cruz; colócate junto a Mí, junto a mi pecho, a Mí para defenderte del enemigo; pero tú también defiéndeme de los ultrajes e insultos de que fui víctima en la corte de Herodes. Contempla la vergüenza y la confusión que allí pasé al oír las risas, las burlas que este hombre lanzaba contra Mí. Ofrece sin cesar tus actos de adoración y de reparación y de amor para la salvación de las almas. Hoy me vas a consolar. Te voy a dar un mensaje, pero este mensaje no va a ser muy largo. Hoy quiero que me consueles porque en estas fechas se condenan muchas almas: Quiero que no te separes de Mí; pídelo a mi Padre que perdone a tantas almas ingratas que le están ofendiendo; dile también que con tu pequeñez estás dispuesta a reparar las ofensas que recibe; dile también que aunque eres una víctima muy miserable, que te cubra con la sangre de mi Corazón. Pide perdón para todas esas almas, une tus sentimientos al celo y al ardor que me devora; no quiero que esas almas se aparten de Mí; las amo tanto aunque me están ofendiendo constantemente; las amo y quiero decirles a todas que quiero que sepan que estoy sufriendo por todas ellas; si supieran la predilección que tengo por esas almas que piden perdón de sus culpas y que se arrepienten.
No me dejes solo, date cuenta de que hay muchos que me tienen olvidado y hay tantos que se preocupan sólo de divertirse y no se preocupan de su alma; hasta mis propias almas escogidas me abandonan y me dejan solo días enteros; aunque las hablo no quieren escucharme porque su corazón está demasiado apegado a las cosas de la tierra. Tú no sabes, hija mía, cuánto consuelo siento con esas almas cuando me hacen compañía; no se pueden figurar hasta qué punto las ama mi Corazón.
Hay almas que son unas grandes pecadoras, pero veo que se arretienten y estas almas son las que verdaderamente llevan mi Cruz. ¡Qué alegría cuando esas almas confiesan sus culpas y qué alivio siento sobre mis sufrimientos cuando se arrepienten esas almas que han pecado tanto!. Muchas son las que aman de veras. Sí, hija mía, ¡qué dolor tengo cuando veo que hay muchas almas que no quieren aceptar mi cruz! Por eso tenemos que sufrir los dos juntos para ayudar a esas almas que no se quieren arrimar a Mí. Pide a mi Padre Celestial y dile cuando tengas esos sufrimientos:
"Oh Padre mío, Padre Celestial, te ofrezco estos dolores y estos sufrimientos y esta soledad para que te dignes perdonar y sostener a esas almas cuando pasen del tiempo a la eternidad."
Ya verás, hija mía; te doy esta cruz; verás qué sufrimiento; cuenta, cuenta lo que sigues viendo en mi pasión. Hoy jesús sigue por el camino todo lleno de piedras con la cruz al hombro. ¡Ay, está todo lleno de sangre! ¡Ay, ay, ay, ay! Los verdugos le vuelven a dar golpes, le vuelven a empujar con la cruz; el Señor no puede más. ¡Ay, va andando, tropezando, le van dando latigazos! iAy, ay, lo que pesa! ¡Ay, si no puede tampoco! ¡Ay! El hombro derecho lo tiene todo ensangrentado; le han tirado de la ropa; le han roto la túnica; le caen chorros de sudor con sangre por toda la cara. iCómo sufre el Señor! Mira a todo el mundo; nadie se compadece de El. Hace muecas de dolor; nadie tiene compasión de El. ¡Ay, cómo le miran con rabia! Tiene mucha fatiga; se cae, se cae debajo de la madera; le levantan esos hombres fuertes; a tirones le rompen la ropa; se le ve la espalda llena de sangre; le faltan los trozos; le dan patadas para que se levante. ¡Ay, los vestidos se le vé los tiene pegados en las heridas! Le agarran del cuello; le tiran del pelo; le dan con un látigo sobre el cuerpo; con los puños cerrados le dan golpes en la cara; le vuelven a dar patadas; vuelve a caer la cruz encima de El; vuelve a sangrar a chorros; la cara le cae sobre la tierra, sobre las piedras iAy, cómo sangra, cómo tiene la cara llena de polvo, llena de barro; no parece mi Jesús siquiera!
Viene la Virgen, le está viendo de esta forma; la Virgen se agarra el pecho; se marea la Santísima Virgen; la cogen entre dos mujeres; el Señor la mira, le dice: Madre mía, no sufras. ¡Qué dolor más grande! ¡Ay, qué dolor! ¡Ay! La Virgen le mira con los ojos muy abiertos; el Señor no la puede mirar, tiene los ojos que no los puede abrir; los tiene ensangrentados. ¡Qué cara tiene! ¡Ay, Señor! ¡Qué dolor siento! ¡Ay! El Señor sigue andando con la cruz, la Virgen sigue detrás de El; no puede más, se dice uno a otro de los verdugos: este hombre va a morir antes de llegar al Calvario. Entonces llaman a un hombre que sale de entre todos los que hay allí y le dicen: ¿Cuánto nos cobras por llevar la cruz, ayudarle al Nazareno a llevar la cruz? ¡Ay, Señor!, se llama Simón, ha cogido la cruz del Señor, se ha vuelto a caer el Señor, le escupen otra vez, le dan golpes, el Señor mira otra vez a su Madre; su Madre le sigue llorando, agarrada a las dos mujeres. ¡Ay, el hombro le tiene todo destrozado! Mira hacia todos; todos se están riendo de El. iAy, que suplicio le están dando Dios mío! ¡Ay, ay! Le dicen: Vaya un Rey que no puede ni con un madero. ¡Ay, ay, yo no puedo ver más esto! ¡No puedo más verlo! iAy, no puedo Señor!. Sí, hija mía, ya lo sé que estás sintiendo el mismo dolor. Todo por la humanidad, esta humanidad tan vacía. Date cuenta de que mi boca no se abrió para nada durante las afrentas de que fui víctima en mi pasión. Y sigo sufriendo durante todos los días por tantos pecadores; y con este sufrimiento no tengo más deseo que el de salvar almas y el de glorificar a mi Padre y devolverle la honra que el pecado le había quitado, y no pienso nada más que reparar las ofensas de los hombres. Por eso me someto constantemente con profunda humildad a todo lo que El dispone. Hago su voluntad.
AÑO 1.982
MENSAJE DEL DÍA 1 DE ENERO DE 1.982
Serían las 14 horas, estando Amparo en su domicilio, acompañada de su familia y de unos amigos, sufrió la Pasión y quedando posteriormente en éxtasis, por su boca dio la santísima Virgen el siguiente mensaje:
"Hijos míos, Yo traigo paz a la Tierra, quiero que haya paz en la Tierra. Quiero que os améis unos a otros, de esa manera, podéis conseguir el Reino de los Cielos. Rezad mucho por la salvación del mundo.
Algunos sacerdotes están dañando a muchas almas. Rezad por los que no rezan y haced penitencia por los que no la hacen. Rezad por España, porque está en un gran peligro. El comunismo está metido en la Iglesia.
Hija mía, di a mis hijos que he bajado a traer la paz, visitad al Santísimo, que mi Hijo está muy solo esperándoos a todos. Quiero que hagan una capilla, en honor a mi nombre, para hacer retiros y ejercicios espirituales.
Hija mía, el tiempo está muy cerca. Algunos sacerdotes, obispos, arzobispos y cardenales, no quieren arrepentirse, están sembrando ellos mismos la semilla de la condenación.
Estoy contenta, hija mía, porque muchos rezan con devoción, pero hay muchas almas que no se acercan a la Eucaristía. Diles que confiesen sus culpas. Que mi Hijo los está esperando con los brazos abiertos. También diles, que bajará pronto y escogerá a todos sus elegidos. Diles a todos que recen por la conversión de Rusia. Rusia se está infiltrando en todo el mundo. Diles a todos que sean humildes, que pidan y acudan a mi Hijo. Rezad por los pecadores, mi Hijo está sufriendo mucho por esas almas.
Mira, hija mía, qué espinas tengo en el Corazón, esas espinas son de los sacerdotes que no cumplen, (aquí, Amparo ve el Corazón de la santísima Virgen atravesado de espinas).
Hija mía, para llegar al Cielo, tiene que ser por el camino del dolor. Vale la pena sufrir aquí en la Tierra, para recibir la recompensa en el Cielo.
Adiós, hija mía, sé humilde."
8 DE ENERO DE 1.982
Desde el fondo de su sufrimiento Amparo expresa su dolor, y el Señor le dice:
"Sí, hija mía, ya sé que sufres como Yo sufro; pero ya te he dicho muchas veces que es preciso ayudar a los humanos, y esto tiene que ser a costa de tu sufrimiento, del mío y del de otras almas escogidas para purificar a las demás. Date cuenta de que Yo dí el ejemplo de salvarlos a todos; los quiero a todos mucho, no quiero que mis almas se aparten de Mí; las amo tanto. . . y quiero que sepan que Yo deseo ser su recompensa y su premio y el de todas las almas que confiesan sus culpas, que piden perdón de sus pecados, que se arrepienten con humildad: por eso amo a mi sociedad hija mía, por eso sufro por todos; porque Yo, como te he manifestado en otras ocasiones, en un segundo podría hacer arder toda la Tierra; pero estoy constantemente dándoles oportunidad de salvarse poniendo a mi Madre por mensajera, porque sé que son débiles y que caen una y otra vez en el mismo pecado; por eso dí mi sangre para poder redimir a todas esas almas; pero lo único que pido es que pidan perdón; que mi Padre está esperándolos a todos.
¡Qué alegría, si en este año que empieza empezasen con amor, con humildad, amándose unos a otros como Yo he amado a todos!.
Date cuenta de que lo único que queremos es que se salven. Te voy a dar un mensaje para este año que empieza:
Diles que muchos de ellos van equivocados por el camino que llevan, todos aquellos que de lo más profundo de su corazón gimen en secreto, pero que no les vale por su soberbia porque les impide tener humildad por su miserable condición, que se detengan, que se arrepientan, que vengan a Mí, que Yo he venido a la Tierra para enseñaros a todos que Yo soy el camino de la salvación y la senda segura para ir al Cielo.
Diles que abracen mi cruz con amor, que sólo eso les salvará; también diles que no escuchen ninguna doctrina que sea falsa porque todas, fuera de la mía, los llevarán al fondo del abismo; todas esas doctrinas falsas los precipitarán en una vida de amargura, de desesperación, de odio hacia los demás; también diles que esas doctrinas son satánicas y van en contra de la palabra de mi Padre Celestial. Diles que todo se lo dejé dicho en mis santos Evangelios; que me escuchen, que les hablo por medio de mis almas humildes escogidas; por eso rechazan mis mensajes porque no quieren admitir que Yo, siendo Rey de Cielos y Tierra, pueda escoger un alma tan humilde y tan poca cosa, pero Yo lo hago para que no piensen que es falso; para que vean que esas almas no valen para confundir a los poderosos, por eso cojo a las almas más pequeñas de la Tierra.
Que se den cuenta de que siempre mi santísima Madre da los mensajes a las almas más incultas y a las más humildes; por eso os pido que creáis mis mensajes, los mensajes de mi santísima y pura Madre, porque pongo por mensajera a mi santa Madre para que los extendáis por todo el mundo.
Diles que se arrepientan, que crean en Dios Padre, en Dios Hijo y en Dios Espíritu Santo; que todo el que no crea en una de estas Tres Personas no cree en Dios.
Diles que tengan humildad, que honren a mi Padre y que me honren a Mí, porque el que honra a mi Padre me honra a Mí, porque Yo bendigo a mi Padre, porque oculta sus secretos a los grandes y los descubre a los humildes, porque así lo manda El y Yo siempre hago la voluntad de mi Padre, pues El es el que me envió para estar entre vosotros.
Amaos los unos a los otros como Yo os he amado, hasta el punto de cumplir la voluntad de mi Padre. Cumplí la voluntad de mi Padre y derramé hasta la última gota de mi sangre por redimiros a todos del pecado.
Y ahora vas a seguir viendo otro cuadro de mi pasión."
Veo al Señor, ya no lleva la cruz, va entre mucha gente, hay muchísima gente, va tropezando, le van empujando veo una mujer que sale de entre la gente, coge un paño, se lo da al Señor que tiene la cara toda ensangrentada, el Señor se limpia toda la cara con ese paño; se ha secado toda la cara, se lo devuelve otra vez a esa señora, ella lo coge, se lo guarda.
Todos le lanzan muchos gritos: ¡Vaya un rey cobarde!. Pídele a tu Padre que te salve. Le insultan y dicen palabras muy feas. Hay muchas mujeres que sacan a niños hacia donde va el Señor, el Señor les pone las manos a los niños por encima de la cabeza; a algunos de ellos los aprieta contra Sí, así contra un lado, la gente se pone en medio del camino, no dejan pasar al Señor; entonces los verdugos empujan a la gente; empiezan a darle empujones otra vez al Señor; el Señor los mira a todos y les hace con la mano la señal de la cruz; entonces uno le da en la mano con un palo.
Al Señor le vuelven a empujar y le tiran, le vuelven a dar patadas unos por un lado, otros por otro. Los oigo que dicen unas palabras que yo no entiendo. Señor dímelo que lo entienda, ¡ay, que no entiendo lo que están diciendo!.
Ahora el Señor está sentado en una roca grande de piedra. El Señor mira para arriba al cielo y le implora a su Padre y le dice: "iPadre mío, Padre mío!". Luego mira a toda la gente que está allí; mira a todos con una mirada de pena. Otra vez vuelve a mirar para el cielo y le dice: "¡Ayúdame!."
Entonces empiezan a reirse de El y le dicen: "Mírale, el de los milagros y pide ayuda; haz un milagro y te dejaremos libre." El Señor no les dice nada.
Van cuatro soldados; los mismos verdugos que le han estado azotando; le tiran de la ropa, le dan unos tirones... se le arranca la carne; tiene la espalda que le faltan pedazos.
Ahora le quitan la corona de espinas de un tirón. Le vuelven a poner otra vez una ropa de color blanco, le ponen la corona y empujan para abajo con fuerza; le empieza otra vez a correr la sangre por toda la cara. ¡Ay, Dios mío!, iAy!. La ropa la tiene mojada de sangre otra vez. Le han empujado otra vez, otra vez. El Señor va fatigado no puede más; va cuesta arriba tropezando con las piedras. Llegan arriba, al monte; allí tiene la cruz extendida en el suelo. No es una cruz como la que vemos nosotros; tiene dos palos para arriba, dos palos. Le mandan al Señor que se tienda sobre la cruz; el Señor mira para el cielo; le caen lágrimas de los ojos como sangre; le atan con unas cuerdas a la madera. Ahora le clavan la mano derecha; empiezan a estirar del brazo izquierdo, pero el palo es más largo que el brazo y no le llega a donde han hecho el agujero. Coge uno de los verdugos y se pone encima del Señor, le aprieta, le aprieta; le tiran del brazo fuertemente; el Señor se retuerce de dolores; el del lado izquierdo empieza a tirar otra vez del brazo. ¡Ay, Dios mío!. Cuando le están clavando se oyen los ruidos de los martillazos, brota sangre de las manos. ¡Ay! Se retuerce el Señor de los dolores; el Señor dobla las piernas; se retuerce para un lado y para otro; le estiran otra vez las piernas con cuerdas, y le atan la cintura y le aprietan.
Los pies se los atan con una cuerda a la madera. Empiezo de nuevo a sentir los martillazos en los pies; el Señor mira para arriba, para el cielo; toda la cara la tiene ensangrentada; el Señor está hablando y mira para el cielo y pide a su Padre que le ayude.
¡Ay, Dios mío, esto es horrible, esto es horrible!. ¡Ay, Señor!.
"Sí, hija mía, este tormento que tú sientes es el que siento Yo todos los días por esas almas que me ofenden con tantos pecados de impurezas. ¡Cómo profanan mi Cuerpo!. Esto lo hacen diariamente; me clavan todos los días; por eso te pido hija mía, que seas víctima de mi pasión porque Yo acepté con resignación la última voluntad de mi Padre, que era sufrir, sufrir hasta el fin; y todo lo hice para borrar el pecado de tantos pecadores; para que todos pudiesen alcanzar mi Reino; pero no tienen corazón, son crueles, están cometiendo ofensas constantemente, agraviando nuestros corazones, el de mi Madre purísma y el Mío. Date cuenta de que si me quieres dar gloria, hija mía, y quieres que se salven tantas almas, deja que haga de ti lo que quiera, y abandónate en mi amor.
Sé humilde, no contestes nunca con soberbia, contesta con humildad a cualquier humillación, sé humilde, porque con la humildad se consigue todo; date cuenta de que con humildad puedes ayudar a salvar muchas almas. Ofrece todo estos días en que tanto se ofende; quiero que seas como aquel buen hombre que me ayudó a llevar la cruz, que era un gran pecador; pero, ¡con qué amor me ayudó a llevar esa cruz, esa cruz de amor!.
Tú me consolarás, hija mía, y los dos sufriremos con esa cruz, date cuenta cuánto ofende la humanidad a nuestros Corazones; sufre, ofrece todo con amor por la salvación de esas almas, porque esas almas me crucifican de nuevo, mi Corazón es un abismo de dolor; esas almas ingratas me pisotean, me desprecian, no se dan cuenta de que ellas solas se van marcando el camino de su condenación; por eso, hija mía, tu sacrificio y el de muchas almas escogidas y la oración es la salvación de las almas y del mundo entero; no te asombres, hija mía, hay muchos pecadores, pero también hay muchas almas buenas que aman a su Creador y Redentor. Ya sé que se pierden muchas almas, iqué tristeza tan grande!. Pero por ello no disminuye mi amor hacia ellas; todas esas almas que me aman pueden reparar las ofensas de tantos y tantos pecadores que me están ofendiendo y consolar la amargura de este Corazón y del Corazón de mi purísima Madre que está traspasado con esa espada de dolor.
Me pesa tanto la cruz. . ., por eso vengo a que me ayudes; quisiera repartir esta cruz entre tantas almas escogidas. Una parte de este peso y un poquito de mi agonía en cada alma escogida, hasta tal punto, que mi Corazón se regocije de amor hacia todas ellas; ya que muchas almas ofenden tanto, vosotros, almas escogidas, no pisoteéis la Divina Majestad de Dios, ni la Sangre de su Hijo, ayudadme a descargarme esta cruz que llevo tan pesada.
Te sigo repitiendo, hija mía, sé humilde, recibe con amor todos los insultos, todas las calumnias.
Adiós,
hija. Recibe mi santa Bendición."
8 DE ENERO DE 1.982
HABLA LA SANTISIMA VIRGEN:
"Hija mía, hija mía, aquí me tienes con el Corazón traspasado de dolor por tantas almas que nos están ofendiendo todos estos días constantemente; están ultrajando nuestros Corazones; Yo traigo un mensaje de paz, de amor; pero los hombres hacen la guerra y la desunión, icuántas almas, hija mía, están buscando su propia condenación!.
Yo traigo como Madre, la paz para todos mis hijos, el amor y la humildad; pero no quieren aceptarlo, no hacen caso, hija mía. ¡Cuántas veces he pedido que hagan una capilla en mi nombre para hacer meditación sobre la pa- sión de mi Hijo, que no piensan lo que pasó muriendo en la cruz por todos ellos!.
También pido que eso sirva para hacer ejercicios espirituales para preparar sus almas porque el tiempo se aproxima y queremos que estén preparados; pero no hacen caso.
Hija mía, pide mucho, pero no mezcléis políticas en mis rosarios, que la política no sirve frecuentemente nada más que para odios y para destrucción del mundo.
Pedid paz para todas las naciones. Diles a todos, hija mía que ayuden a mi Hijo a salvar muchas almas, que muchas están esperando que alguien les lleve un mensaje de su Madre; por ignorancia se condenan, por no haber tenido quien les hable; sí, hija mía, tú no sabes cuanto dolor sentimos por esas almas que están condenadas y que no quieren salvarse.
Adiós, hija mía, ten humildad, recibe con amor el peso de la cruz que mi Hijo te manda.
Adiós, Yo os traigo la paz; pedid por la paz del mundo, pues el mundo está al borde de la desesperación.
Pedid por Rusia; Rusia es el azote de toda la humanidad; pedid que se convierta, rezad el santo Rosario con mucha devoción porque por él se están salvando muchas almas.
Adiós, hija."
15 DE ENERO DE 1.982, VIERNES
HABLA EL SEÑOR:
"Sí, hija mía, aquí estoy. No digas que no puedes más. Coge m i Cruz y sigue conmigo estos dolores. Ya sé que sufres mucho, pero es preciso que sufras; sufre con ánimo y con valor. Date cuenta de que, gracias a este sufrimiento, se están salvando muchas almas. Así, hija mía, recibe con alegría y con humildad todos estos dolores.
Vamos a participar los dos en estos sufrimientos; es muy iportante recibirlos con humildad y con amor. No tengas miedo de nada. Date cuenta de que te he escogido porque eres muy miserable; para que vean una vez más que no busco la grandeza ni la apariencia de santidad; que busco las almas más pequeñas y más insignificantes para todos. ¡Cuántas almas hay que ante los ojos de los demás son justas y ante los ojos de mi Padre están condenadas! No te importe, hija mía, que te calumnien, que te desprecien, porque esto lo hacían conmigo, lo hacían con mis discípulos, porque ya les decía Yo a mis discípulos: "Porque no sois del mundo os aborrece el mundo." Y a ti te digo, hija mía, que te des cuenta de que, porque no eres del diablo, el diablo te rersigue; pero tú tienes que ser fuerte y vencer al enemigo. Acepta con humildad este sufrimiento. Ya sé que te pesa mucho esta cruz de dolores; pero es preciso, porque hay muchas almas que están ofendiendo a la Divina Majestad de mi Padre y pisoteando mi Sangre.
Me pesa tanto esta Cruz porque muchas veces no saben apreciar este sufrimiento tan horrible. Date cuenta de que se están condenando constantemente tantas almas. ¡Cuánto estamos sufriendo para salvarlas! Tú date cuenta de que estoy contigo, que no estás sola. Quiero que seas humilde, que seas bondadosa con todos, porque el que tiene amor a los demás, me tiene amor a Mí. Tienes que abandonarte, hija mía, abandonarte a mi sufrimiento; por eso te digo, hija mía: Sigue luchando. Sé fuerte. Date cuenta de que todo lo de aquí, de la tierra, pasará; pero el Cielo no se acabará nunca, nunca jamás se acabará. Por eso te pido que recibas mi cruz con alegría y con humildad.
Date cuenta de que cuántas almas se condenan por su propia voluntad. ¡Pobres almas esas que no han querido salvarse! Porque no se condenarán aquellas almas que no me conocen; pero las que me conocen y, aún conociéndome, me han despreciado para seguir una vida de placeres, de pecados, esas almas no saben lo que les espera. Porque no te hablo sólo de las almas del mundo; sino también de mis almas escogidas. Porque hay muchas que, aún siendo escogidas, desean gozar de los placeres de la vida y se pierden, porque mi camino es el camino del sufrimiento y del dolor, y lo único que les daría fuerzas para seguir sería la cruz; pero la desprecian, la pisotean, no quieren saber nada de ella; esos se condenan por su propia voluntad, hija mía; ellos se lo han buscado; Yo les entregué mi Cruz y ellos me la despreciaron; por eso, hija mía, diles a todos mis hijos que se arrepientan, que dejen el pecado, que vuelvan sobre sí y sean humildes, que no hacen caso de la ley de mi Evangelio que es la ley de mi Iglesia Santa, Católica y Apostólica. Porque fuera de mi Iglesia, diles que no habrá salvación; que dejen el pecado, que crean en Mí, que hagan penitencia, que guarden mi doctrina, que se aparten de todas aquellas doctrinas falsas, de aquellos pastores falsos que predican las doctrinas contrarias a las mías y a las de mis primeros apóstoles. Que no hagan caso, que el tiempo se aproxima; que todos esos que publican esas doctrinas están equivocados, que tengan humildad, que vengan a Mí; que Yo vine a la tierra con mi Cruz para salvarlos a todos; que me hagan caso, que no quieren escuchar la perfecta observancia de la pobreza evangé!ica; que me escuchen ¿Cómo avisarles para que nos hagan caso? Mira, hija mía, hay veces que el sufrimiento no sirve para nada; sé humilde, hija mía, sobre todo te pido la humildad. Sé constante en la oración. Adiós hija, adiós."
15 DE ENERO DE 1.982
HABLA LA SANTISIMA VIRGEN:
"Sí, hija mía, ya estoy aquí como tu Madre gloriosa, como la Madre de todos mis hijos. Escucha, hija mía, lo que te voy a decir:
Diles a todos que no piensen en otra cosa que en hacer oración; que recen el santo Rosario, que el castigo está muy cerca, que caerá pronto, muy pronto, sobre toda la humanidad; que no sean tan desdichados y tan desagradecidos; que hagan oración, que están en un gran peligro.
Diles a todos que sigo repitiendo que hagan oración y penitencia, que el mundo está al borde del precipicio, que soy su Madre y quiero que se salven todos; que Yo he llorado muchas veces por todos ellos y sigo llorando y pido sólo por la salvación de sus almas.
Diles, hija mía, que tengan confianza en Dios y que confiesen sus culpas, que se arrepientan, que se den prisa, que recen el santo Rosario todos los días, que pido mi Rosario en todos los lugares del mundo. El Rosario puede salvar al mundo, pues, de lo contrario, va a perecer la mayor parte de la humanidad, de esta pobre humanidad que está ciega y se deja cegar por el demonio que está siempre acechándolos a todos; que dejen el vicio, que me escuchen, que piensen más en hacer oración; que estáis al borde de los últimos tiempos; que el Padre Celestial los está esperando a todos; que el gran castigo está muy próximo.
Diles a todos que he recorrido todo el mundo haciendo milagros y dando gracias por toda la humanidad. Diles a todos, hija mía, que estoy sosteniendo la ira de Dios Padre, pero que no puede ser más; que recen el santo Rosario, que el santo Rosario es lo que más me agrada; mi Rosario, hija mía. Yo quiero que recen mi plegaria preferida. El castigo es horrible, hija mía, y mi Hijo vendrá a castigar a todos los que no han querido atender a sus llamadas.
Diles que se arrepientan, hija mía, que mi Corazón sangra de dolor por todos ellos. ¡Qué pena, hija mía! algunos morirán ese día sólo de la impresión. Satanás está al acecho de todas esas almas, hija mía; quiero que se salven todas.
Dad los mensajes de vuestra Madre misericordiosa por todo el mundo. Daos cuenta de que hay muchas almas que no nos conocen. Que se acerquen a la Eucaristía, que mi Hijo está muy sólo, que no esperen hasta el último instante. La humanidad está amenazada, está en un gran peligro, hija mía; que me escuchen; estoy muy triste, me he aparecido en muchos sitios de la tierra y no me escuchan; el castigo se aproxima; la segunda venida de mi Hijo Jesús está cerca, hija mía; que estén preparados, que estén a la derecha del Padre, hija mía; que confiesen sus culpas, que se arrepientan, que mi Hijo está con los brazos abiertos esperándolos a todos. ¡Qué dolor más grande, hija mía! No quieren salvarse los humanos, son unos desagradecidos. Hija mía, sé humilde; la humildad es la base principal de todo. Hija mía ayuda a todos a salvar muchas almas. Diles a todos los que están contigo que me agrada mucho lo que han empezado; que sean constantes en seguir esa obra tan importante que es el santo Rosario. Es lo que más me agrada, hija mía; lo que más poder tiene y fuerza para salvación del mundo, el santo Rosario. Que sean constantes, que Yo les daré fuerzas a todos para poder extender el santo Rosario por cualquier parte del mundo. Que no se acobarden, que vayan de pueblo en pueblo. Tendrán muchos obstáculos, les pondrán en algunos sitios muchos inconvenientes; pero que sigan, que sigan con el santo Rosario, que es muy importante. Con el santo Rosario se puede salvar toda la humanidad y evitar una gran guerra.
Qué alegría, hlja mía, más grande ver que todavía tengo almas que van sembrando buena semilla y que luego recibirán el fruto en el Paraíso Celestial. Diles, hija mía, que es muy importante ayudar a las almas; que sigan con esta misión, que les estaré muy agradecida. iCuánto odia el demonio las plegarias de vuestra santa Madre! Daos cuenta de que para ser salvados hace falta rezar. Lo que más cuesta es rezar el santo Rosario. Lo que más os cuesta a vosotros y lo que más me agrada a Mí. Sed constantes en la oración, hijos míos. Seguid extendiendo las plegarias de vuestra Madre. Por lo menos, a ver si podemos salvar la tercera parte de la humanidad; y seguid luchando, hijos míos, daos cuenta de que la humanidad está en un gran peligro y que el Padre Celestial quiere mandar sobre los hombres su justicia y esta vez castigará mucho más severamente que cuando castigó con el diluvio. Los grandes perecerán, porque ante los ojos de los hombres son grandes, pero ante los ojos de Dios son miseria; son fariseos hipócritas que están engañando, arrastrando muchas almas al pe- cado; y de eso recibirán su justicia, su merecido. Dios los castigará muy severamente porque tienen doble pecado. ¡Qué pena, hija mía, qué pena de Humanidad! Están vacíos, no piensan nada más que en divertirse. Date cuenta de que no se salvarán, hija mía, nada más que los verdaderos cristianos; los que crean en Dios Padre, en Dios Hijo y en Dios Espíritu Santo. Diles que se arrepientan, hija mía, que los estamos esperando a todos, hija mía. Seguid rezando el santo Rosario todos los días y diles que los que puedan que recen los quince misterios. Adiós, hija mía sé humilde."
22 DE ENERO DE 1.982
HABLA EL SEÑOR:
"Sí, aquí me tienes, no temas ¿por qué temes, por qué tienes miedo? Si soy Yo el que te lo manda. Yo te lo mando, pero te ayudo a llevar esa cruz. Date cuenta de que es preciso; que los hombres no cambian, que cada día cometen más pecados; que se arrepientan, que el castigo está muy próximo; que viven los últimos segundos antes de la catástrofe; para Mí son segundos; por eso vuestra Madre os manda los mensajes y no hacéis caso.
El castigo alcanzará y destruirá las dos terceras partes de la humanidad, pero, a pesar de eso, de todos los avisos, no hacen caso, que se arrepientan, que hagan caso de los mensajes de su Madre. Que Yo pongo a mi Madre por mensajera, mensajera para toda la humanidad.
El mundo, hija mía, camina hacia el abismo por la maldad de los hombres, por sus pecados; cerca está el día del juicio final de las naciones y la sentencia del Padre. Yo quiero salvar a todos. Si ellos quisieran salvar a los demás con sus oraciones, con sus buenos ejemplos, pero no hacen caso.
A muchas almas como a ti les revelo mi agonía, mi amor; también les revelo la profecía del desastre que el mundo traerá sobre sí, y también les revelo el amor inmenso de mi Corazón; pero cierran sus oídos, no quieren escuchar. Como a ti a muchas almas he revelado todo esto, he dado mis mensajes para el mundo para que les dé tiempo a arrepentirse; pero se hacen los sordos. Satanás se muestra bajo fingidas apariciones; apariencias para seducir a muchos; y a él sí le creen. Pero tú, hija mía, dilo, dilo a todo el mundo; afírmales que soy Yo el que te habla; aunque no te crean, aunque te calumnien, aunque te llamen farsanta, aunque tengas que sufrir mucho. Diles que el tiempo se aproxima, que como no se arrepientan el castigo será horrible. Díselo a todos, hija.
Hoy para ti este mensaje es muy corto, te pido humildad, aunque te humillen ofréceselo al Padre, aunque te calumnien, ofrécelo todo.
Adiós, hija, adiós."
5 DE FEBRERO DE 1.982
El Señor muestra otro cuadro de su pasión:
Jesús está en la cruz retorciéndose. Se ven muchos soldados a caballo; uno de ellos lleva un papel, lo extiende y toca una trompeta para que escuche la gente y lo lee: "Jesús Nazareno Rey de los Judíos." Este letrero será puesto sobre la cruz del Nazareno.
Empiezan a gritar todos: Nosotros no tenemos más rey que el Emperador de Roma, ¡fuera el cartel! Están gritando: Pilato, no escribas Rey de los Judíos; escribe: este blasfemo ha dicho: Soy el Rey de los Judíos. Pilato les está diciendo muy enfadado: "Lo escrito, escrito está."
Hay muchos soldados con espadas. Van a crucificar a dos hombres con Jesús; están atándolos, los clavan.
La gente se burla; le sacan la lengua; le escupen; se ríen. El Señor los mira; no puede abrir los ojos; inclina la cabeza para abajo; se está muriendo. iDios mío, se está muriendo! ¡Qué dolor siento más horrible!.
Otra vez levanta el Señor la cabeza. Le están insultando unos que llevan unas túnicas blancas y verdes largas, se ríen y están diciendo: Mira el milagrero hipócrita, ¿no curas enfermos? ¿no destruyes el templo y lo construyes en tres días? Sálvate; bájate de esa cruz. Se están riendo: Mirad, a otros ha salvado y no se salva El. Vaya un Rey de Israel; baja, sálvate y te creemos. Y si no, que te salve tu Padre, que es tan poderoso y tanto te quiere. ¡Hipócrita, farsante!. Los dos que han sido crucificados también le insultan y le están diciendo: ¿No eres el Cristo? ¿Por qué no te salvas y nos salvas a nosotros también? Tú no eres el Cristo, eres un malhechor.
El Señor mira al cielo y dice: "Padre mío, Padre mío, no los condenes; perdónales, no saben lo que están diciendo. "Uno de ellos le dice al Señor: "Tú eres el verdadero Hijo de Dios; Jesús Nazareno, acuérdate de mí cuando estés delante de tu Padre. Perdóname todos mis pecados."
El Señor le mira; no se le entiende lo que dice; se está muriendo. Le mira otra vez y le dice: "Todos tus pecados te son perdonados, hoy vendrás conmigo al paraíso."
"Sí, hija mía, sufrimos mucho, pero también hay almas buenas que se arrepienten de sus culpas, que piden perdón y, su Padre misericordioso los está esperando para darles su herencia, que son las moradas celestiales. Esa es la mejor herencia. Esa herencia es para toda la eternidad. Por eso te repito que vale la pena este sufrimiento. Tú date cuenta, hija mía, de que no eres tú la que me has elegido, sino Yo el que te ha elegido; por eso el fruto que des tiene que ser bueno, si tú aceptas todos tus sufrimientos con humildad. Aunque te persigan y te calumnien, acéptalo con humildad. Date cuenta de que tú no eres más que YO; si a Mí me lo hicieron, me persiguieron y me calumniaron, ¿qué no van a hacer contigo? Todo eso lo harán contigo por causa de mi nom- bre. Date cuenta de estas palabras: "Dichosos los que son calumniados por mi causa." Date cuenta de que muchas almas que se creen hijas predilectas de Dios, creen que esto tuyo es obra de Satanás. No lo creas, hija mía, Satanás destruye, no construye. Sigue pidiendo por los sacerdotes y por las almas consagradas a Dios.
Muchos de ellos están obrando su propia condenación. Hay sacerdotes que, por su vida de placeres, por su soberbia y su poco amor a Dios celebran los santos misterios por amor al dinero. Me están crucificando diariamente por su falta de amor a los demás. Por su impiedad Dios va a castigar sin piedad; muchos de ellos creen que están dando culto a Dios y lo que hacen es hacer culto al diablo. También pide por mi amado hijo, mi Vicario, está en un gran peligro; va a sufrir mucho. Habrá grandes castigos sobre los humanos; habrá grandes terremotos.
Todos aquellos falsos ministros de Cristo que mezclan políticas y doctrinas falsas no serán llamados hijos de Dios. Para Mí, mis verdaderos hijos y servidores de mi santa Iglesia tienen que sentir el amor a Dios y tener las virtu- des que me son más queridas. Para Mí, las almas más queridas son las humildes. Estoy dando grandes avisos a los verdaderos servidores de mi Iglesia Católica Apostólica. También llamo a todos los que han vivido en mi pobreza, en la humildad. Llamo a los que han sido humillados, calumniados por mi causa. Hijos míos, estoy en vosotros, y estando en vosotros, la quién podéis tener miedo? Tenéis que ser fuertes. Date cuenta, hija mía, de que Yo estoy con todo el que tiene buena voluntad y, estando Yo, nada temas.
Vamos a pedir a su Divina Majestad por esas almas consagradas que se precipitan al pecado, ¡pobres almas, qué pena me dan! Vamos a reparar tantas ofensas. Coge tu cruz, carga con ella, y ofrece esos dolores por todas esas almas; están tan necesitadas. . .
Pide
consejo a tu padre espiritual. No te descuides en la oración. Seguid
rezando el santo Rosario. Sé humilde. Lleva esta cruz con humildad.
Seguid haciendo apostolado. Adiós, hija mía."
11 DE FEBRERO DE 1.982
HABLA LA SANTISIMA VIRGEN:
"Quiero, hija mía, que hagáis penitencia, que hagáis oración, que recéis por los que no rezan, que améis por los que no aman.
Hijos míos, rezad el santo Rosario. El Rosario tiene mucho poder. Quiero que pidáis por todos los obispos, cardenales, arzobispos, muchos de ellos son políticos de destrucción. Hija mía, date cuenta de que estoy pidiendo constantemente por la conversión de Rusia. Rusia está metida en mi Iglesia, en algunos de mis obispos, de mis cardenales, de mis arzobispos, y en muchos de mis sacerdotes; están destruyendo las cosas de Dios, hija mía. No saben el castigo que se les avecina. El castigo está cerca; consistirá, hija mía, en que los astros chocarán sobre la tierra; están a punto de destruir la mayor parte de la humanidad. El astro Eros, hará iluminación sobre toda la humanidad; será horrible, hija mía, parecerá que el mundo está en llamas, sólo será unos segundos; muchos de los humanos quisieran estar muertos en ese momento. Hasta los justos lo verán, pero no les afectará absolutamente en nada. También muchos humanos morirán de esa gran impresión, será como lluvia de fuego; temblará toda la tierra, hija mía, será horrible.
Humildad
os pido, sed humildes. Mira qué humilde fue mi Hijo hasta la Cruz.
La humildad es el buen camino para llegar al cielo. Siempre ha dicho mi
Hijo: "Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón",
y el que es manso y humilde, alcanzará los bienes de Dios. Hijos
míos, siempre tomad vuestra cruz con humildad. Pensad en el Buen
Jesús, como se calló por todos vosotros, y era inocente
y puro. Pues vosotros que sois polvo sucio y cardo, pensad que con la
ayuda de mi Hijo os enmendaréis y seguiréis su camino, hijos
míos."
12 DE FEBRERO DE 1.982
HABLA EL SEÑOR:
"Sí, hija mía, vamos a ofrecernos como víctimas al Padre Eterno por la salvación del mundo, por la salvación de esas almas que cada día se retiran de Mí, me desprecian, me blasfeman; me están recibiendo sacrílegamente, no tienen compasión de Mí. Os manifiesto a todos la amargura que siente mi Corazón cuando veo que esas almas cada día sienten menos comprensión para Mí.
Fue una alegría desde mi última Cena, hacerme compañero de los hombres hasta el fin del mundo y darles alimento de vino con mi Cuerpo. ¡Qué triste me encuentro algunas veces cautivo por ellos, cuando veo que me abandonan en el Sagrario y cuando veo que no creen en mi presencia real!, ¡En cuántos corazones manchados tengo que entrar y cómo veo mi Cuerpo y mi Sangre profanados!, ¡Cómo veo todos los días los sacrilegios, ultrajes y tremendas abominaciones que hacen contra Mí!.
Estoy de día y de noche en el Sagrario por todos ellos, y ¡cómo rechazan mis llamamientos desde esta morada fría y triste en la que me encuentro! Por el amor de las almas estoy prisionero en la Eucaristía; pero ¡qué desagradecidos son muchos! ¡Cuántas veces pido consuelo a muchos corazones para que vengan a consolarme y me rechazan! Me encuentro allí presente como el mejor de los padres, como el amigo más fiel, con un amor inmenso que siento por esas almas, pero no soy comprendido, hija mía, ¡pobres pecadores! No son merecedores de estos sacrificios tuyos, míos y de los de muchas almas escogidas para su salvación. Tú, hija mía, no te alejes de Mí; te espero día y noche, dame consuelo, abandónate en Mí y diles a todos que me hagan una visita que los espero y quiero salvarlos a todos con la Sangre de mis llagas; que vengan a Mí, que soy su Padre y los quiero a todos con todo mi Corazón; que visiten al Prisionero; que si su alma está enferma, que vengan a Mí, que Yo los sanaré. Que si su cuerpo está enfermo, que vengan a Mí, que Yo los fortaleceré; que se den cuenta de que Yo les puedo hacer recobrar la fuerza del cuerpo y la salud del alma; que den amor, limosna de amor a este pobre mendigo que los está esperando de día y de noche; que mi Corazón está triste por todos; que no me hagan sufrir más, que lo que quiero es que se salven. ¡Desgraciados los habitantes de la tierra, cómo buscan su propia condenación!.
Vamos a ofrecernos los dos al Padre Eterno por esas almas que están publicando las doctrinas de Jehová su rey, las están publicando falsamente, estoy muy apenado por esas falsas doctrinas que publican; mi verdadera doctrina es la Católica; que amen a mi Madre y me amen a Mí. Yo no admito que desprecien a mi Madre, esa Reina que sufre por todos porque todos son sus hijos, por los cuales pide diariamente al Padre Eterno y derrama sus lágrimas por la salvación de sus almas.
No les sirve para nada ese amor falso que tienen hacia Mí, porque el que no quiere a mi Madre no me quiere a Mí, pues Yo les dije agonizando al pie de la Cruz: "He ahí vuestra Madre". También le dije: "Madre mía, da amor a todos tus hijos." Pero, ¡qué poco corresponden a mis palabras! Mi Madre está ultrajada y despreciada por todos ellos; están buscando ellos mismos su propia condenación, ¡qué pena me dan, hija mía!, vamos a ofrecer la escena de la pasión por la salvación de esas almas ingratas y desagradecidas."
Jesús se retuerce en la Cruz, ¡cómo está! Está todo ensangrentado, le han quitado la ropa a tirones; están repartiéndosela. Hay cuatro hombres. La túnica la quieren los cuatro, se están peleando por ella. Coge uno una moneda y les dice: "A ver si adivináis qué cara sale." Lo adivina uno; es el más gordo; le ha tocado la túnica; se ha quedado con ella; los otros quieren también la túnica, pero uno riéndose le dice: "Quédate con ella, vístete de rey." Se la pone y los otros tres empiezan a reír. "Mira -dice uno- si se parece al Nazareno. ¿También haces milagros?" Y se ríen los cuatro. ¡Ay, cómo está Jesús! Dios mío, se está muriendo, ¡ay, ay Dios mío, ay, qué dolores tan grandes siento! iAy, que dolores Madre mía! iQué negro tiene el cuerpo el Señor! iQué dolores siento tan horribles! ¡Ay, ay, ay, qué dolor, ay, qué dolor, ay, cómo abrasa el sol, qué dolor tan horrible...! Se está nublando el sol, iAy! parece que va a llover. ¡Qué oscuro se está poniendo, qué truenos! ¡Ay! No se ve, hay mucha niebla, ¡Ay! La gente corre, ¡cómo corre la gente! Hay muchos truenos; el Señor se está quedando sólo, nadie le hace caso. ¡Oh Dios mío! El Señor dice: "Todos me abandonan." La Virgen se agarra a la cruz, está llorando amargamente ¡Ay, qué dolor! ¡Ay, está llorando!.
El Señor la mira; hay otras dos mujeres con Ella; se abrazan a la Cruz. También hay un hombre con el pelo muy largo. No sé quien es. Coge a la Virgen por los hombros y la abraza. Dicen que es Juan, ¡Ay! El Señor dice a la Virgen: "Mujer he ahí a tus hijos." Y luego dice: "Hijos, ahí está vuestra Madre, cuidadla".
El Señor se está muriendo. Ahora sí que se está muriendo. ¡Qué dolor! Siento mucha sed. El también tiene mucha sed; por eso dice: "Tengo sed". Mojan un trapo en la vara del látigo en un vaso que tiene un líquido como vino; lo mojan y se lo ponen en la boca. ¡Ay, qué malo está! ¡Ay, qué malo! Pero ¿cómo le dan eso? Pero ¡qué malos son! ¿cómo le dan eso? El gordo ese ¡qué malo es! No darle ni un poquito de agua... ¡Ay, Dios mío! ¡Oh, pobrecito, qué mal está! ¡Ay, Dios mío, qué pena! El Señor abre la boca, tiene mucha fatiga, se está muriendo, ¡Ay, qué fatiga! ¡Ay, qué fatiga! ¡Ay, qué fatiga! El Señor dice: "Todo está consumado, Padre mío, Padre mío, ¿por qué me has abandonado? En tus manos encomiendo mi Espíritu."
"Sí, hija mía, todos me abandonaron, todos, hasta mis discípulos me dejaron sólo en ese momento. Yo gritaba, pero a pesar de mis gritos, nadie me oía en esos momentos tan terribles. Se ríen de Mí, se burlan, me llaman farsante, no tienen compasión de Mí; mis huesos están descoyuntados; mi Corazón se derrite en mis entrañas por el fuego del sol; mi garganta está seca; la lengua se me pega al paladar; la muerte me llega; pero nadie siente compasión, me taladraron los pies y las manos; me miran con burlas, se mofan de mi dolor. ¡Hasta donde llega la ingratitud de los hombres! No tienen compasión, son crueles, me ven en la agonía y se siguen burlando.
Todo esto por la ingratitud de los hombres, por mis almas consagradas. Quiero cumplas todos los días este sufrimiento. Hay que seguir pidiendo por todas ellas. ¡Pobres almas! Tú, hija mía, da gloria a Dios, ofrece tus sufrimientos, piensa hija mía, que el dolor es el don de la salvación, ayúdame hija mía, dame pruebas de amor con tu dolor, con tu sufrimiento, con tu humildad, por esas almas. Piensa que al hombre ¿de qué le vale tener el mundo entero si pierde su alma?. Seguid rezando el santo Rosario; que sigan haciendo apostolado, que están ayudando a muchas almas; que recen el Rosario, que es lo que más le agrada a mi Madre. No le quitéis su plegaria favorita, es lo que más le agrada.
Tú,
hija mía, date cuenta de que eres un instrumento miserable, que
me he valido de ti para que por tus medios ayudes a salvar a los demás.
Ahora haz un acto de humildad; besa el suelo y sé humilde; no te
abandones en la oración. Adiós, hija mía, te doy
mi santa Bendición."
26 DE FEBRERO DE 1.982
HABLA EL SEÑOR:
"Sé que sufres, hija mía, pero por medio de tus dolores y los dolores de otras almas están volviendo a mi rebaño muchas ovejas perdidas. Es tanto el amor que siento por todas las almas que están en pecado, me dan tanta pena, que las busco y corro detrás de ellas para que me encuentren y perdonarlas; pero no quieren ver, no quieren apartarse del pecado, buscan los placeres de la vida. ¡Pobres almas, qué pena me dan!.
También hay muchas almas que siguen a medias, se comprometen a ayudarme, a llevar la cruz, se comprometen, pero cuando pesa un poco la tiran, la pisan y gritan: ¡Quiero ser libre, fuera la cruz, quiero gozar! Estas almas son mis almas consagradas, por gozar un segundo se condenan por una eternidad.
Tú, hija mía, no te descuides en tus oraciones; abandónate en nuestros Corazones, en el de mi Madre purísima y en el mío. Piensa que el mundo pasa; pero la gloria es eterna. Sufre, déjate humillar, déjate calumniar, ofrécelo por la salvación de esas pobres almas que pierden el tiempo de esa manera; están tan necesitadas de oración. Sé fuerte, hija mía, no tengas miedo de nada, sé que has sido una miserable pecadora; pero Yo te he escogido a ti, no has sido tú a Mí. Por eso Yo te ayudaré. Piensa que siempre busco a los pecadores, son los que necesitan ayuda. Sé humilde, hija mía, y ora mucho para no caer en la tentación.
Adiós,
te bendigo en el nombre del Padre Eterno, del Hijo y del Espíritu
Santo."
26 DE FEBRERO DE 1.982
HABLA LA SANTISIMA VIRGEN:
"Hija mía, te repito como he repetido a otras almas muchas veces: sé humilde y sigue el camino que mi Hijo te ha marcado. Todos los que siguen el camino hacia la luz tienen que cargar con la cruz y seguir el camino del sufrimiento. Pero los humanos no piensan nada más que en divertirse y en cometer pecados. Diles a todos que, como no cambien y pidan perdón de sus pecados y se arrepientan, el castigo está muy cerca; que el toque de las trompetas va a sonar muy pronto y en ese momento la tierra temblará y el sol girará sobre sí con grandes explosiones y la luna se oscurecerá y en todo el planeta Tierra se verán muchos fenómenos. Un astro iluminará la Tierra. Parecerá que está envuelta en llamas, durará veinte minutos; el pánico cundirá por todas partes. Todos los que crean en Dios y la Santísima Virgen quedarán como en éxtasis durante esos veinte minutos.
Esto está muy próximo, hija mía, di a todos aquellos que están publicando doctrinas falsas que no entrarán en el Reino de Dios; que se arrepientan y dejen de publicar esas doctrinas; que se sometan a la ley de los Evangelios de mi Hijo, que es la que ha dado la Iglesia Santa, Católica y Apostólica. Porque fuera de la Iglesia de Cristo no hay salvación.
Adiós,
hija mía, sé humilde, pide consejo a tu padre espiritual;
di que sigan haciendo apostolado, que estoy muy contenta con esa gran
obra que están haciendo con mi plegaria favorita; mi santo Rosario;
me agrada tanto... Adiós te doy mi santa Bendición."
5 DE MARZO DE 1.982
HABLA EL SEÑOR:
"Sí, hija, muchas almas como tú sufren para dar fuerzas a otras almas; para evitar que caigan en el pecado. Sigue ofreciendo tus dolores por esas dos almas que están cambiando.
Hija mía, sigue pidiendo por ellas. Por las almas, mis almas escogidas, mis almas consagradas; las quiero tanto, que ardo en deseos de unirme con ellas.
Cuanto más ardo en deseos por ellas, más me desprecian. Deseo que me reciban en la comunión todos los días con humildad, con amor; me ofrezco como un viajero devorado por la sed, al que se le ofrece una gota de agua y, después de haberla recibido en sus labios, queda mucho más sediento que antes. Así, hija mía, suspiro Yo constantemente por esas almas que me desprecian. Así sufro Yo por todas mis almas. ¡Qué pena me dan! Sufro tanto por ellas. . . Tú hija mía, no dejes de recibirme; te estoy esperando; no me abandones. Haz oración, llégate a la Eucaristía, que Yo te daré fuerzas para sufrir y para seguir adelante.
Sé humilde, no te abandones. Pide consejo a tu padre espiritual. Haz penitencia por los pobres pecadores.
Adiós, hija mía."
HABLA LA SANTÍSIMA VIRGEN:
"Sí, hija mía, soy tu Madre, la Virgen de los Dolores, hija mía. Me he aparecido en varios lugares del mundo pero no hacen caso de mis apariciones. La humanidad corre un gran peligro. No se corrigen de sus pecados. No vuelven sus ojos a Dios. Rezad el Rosario diariamente, hija mía, para la conversión de los pecadores, por la paz del mundo, porque si no se arrepienten, el Padre Eterno va a descargar su ira sobre toda la humanidad. ¡Qué ingratos son! Profanan el Cuerpo de mi Hijo; desprecian la Sangre redentora de Cristo. Viven en pecado mortal sin miedo; no hacen caso de mis avisos ¡Pobres almas, qué pena me dan! Diles a todos que quiero que recen el santo Rosario con mucha devoción; que hagan oración por todos los pecadores; que deseo una capilla en mi lugar preferido; que me hagan caso; que si hacen lo que Yo pido, habrá curaciones.
También diles a todos que me agrada mucho que vayan de pueblo en pueblo rezando el santo Rosario. El santo Rosario es lo que más poder tiene. Con el santo Rosario, hija mía, se puede salvar toda la humanidad.
YO PROMETO A TODO EL QUE RECE EL SANTO ROSARIO DIARIAMENTE Y COMULGUEN LOS PRIMEROS SÁBADOS DE MES, ASISTIRLES EN LA HORA DE SU MUERTE.
Rezad el Rosario. Con el Rosario practicaréis los santos mandamientos, aprovecharéis la frecuencia de los Sacramentos, procuraréis cumplir con perfección vuestros deberes de cristianos, lo que Dios quiere de cada uno de vosotros. Hacedlo, hija mía, con mucha devoción. Por cada Rosario que rezáis se salvan muchas almas.
Aplicadlo por la conversión de los pecadores, es de lo que más necesidad tenemos. Esas pobres almas que se arrepientan, que pidan perdón de sus pecados. También decid en el apostolado, hijos míos, que se acerquen a la Eucaristía; que mi Hijo está triste y sólo, esperándolos a todos.
Os estoy muy agradecida, hijos míos. Os doy mi santa Bendición.
Sed humildes, hijos míos, llevad vuestro ejemplo por todas las partes del mundo. Sed buenos apóstoles, ejemplos de amor y de humildad. Y tú, hija mía, sé fuerte, sigue ofreciendo todos tus dolores por la salvación del mundo; está en un gran peligro. Sé humilde; no te abandones.
Adiós,
hija mía, te doy mi santa Bendición."
12 DE MARZO DE 1.982
HABLA EL SEÑOR:
"No temas, hija mía, aquí estoy, no temas nada; piensa en la divina voluntad de Dios. También te digo lo que he dicho a otras almas: Tengo sed, sed de almas que ofrezcan a mi Corazón un consuelo proporcionado al dolor que me causan tantos pecadores. Tengo mucha necesidad de víctimas pero de víctimas fuertes. Para calmar la ira justa y divina del Padre Eterno, necesito almas cuyos padecimientos, tribulaciones, incomodidades de la vida reparen la malicia, la ira y la ingratitud de los hombres.
Sufre, hija mía; ofrécelo por la salvación de los pobres pecadores. Piensa que para llegar al Cielo, se va, de ordinario, por el camino del dolor. También diles a todos que dejen de pecar; que en estos días tan señalados para Mí, que se mortifiquen, que hagan oración, que me hagan una visita, que les estoy esperando; que estoy muy triste; que estos días se aparten de las diversiones; que confiesen sus pecados; que cumplan con los mandamientos de la ley de Dios, que vivan la doctrina que Yo enseñé. Que no escuchen doctrinas falsas, que crean en Mí que soy el Buen Pastor, y Yo conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a Mí; por eso dí mi vida para salvar a mi rebaño, aunque hay muchas ovejas que están fuera de mi rebaño.
Esos que no quieren escuchar la palabra de mi santa y pura Madre, que la desprecian, no pueden entrar dentro de mi rebaño. Todos esos son los que publican esas doctrinas falsas; ¡esas no son mis ovejas! Mis ovejas escuchan mi voz y Yo las conozco a ellas y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y ellas no perecerán nunca jamás. Las guarda mi Padre y estando con mi Padre están conmigo. Porque Yo y el Padre somos Uno. Tú, hija mía, sigue acercándote; atrae ovejas a mi rebaño. Se están salvando muchas almas. Sé humilde, y no dejes de recibirme. Recíbeme todos los días. Yo te daré fuerzas para perseverar y salvarte. Seguid rezando el santo Rosario. También te pido, hija mía, que seas humilde.
Adiós, te doy mi santa Bendición.
También diles a todos que hagan apostolado. A mí me agradó tanto ir de pueblo en pueblo sin tener miedo al frío, ni a la lluvia... Pasamos mucha hambre. En muchos lugares tendrán grandes dificultades. También las tuvimos nosotros. Seguid adelante. Donde os cierren las puertas, no volváis la vista atrás. Sed humildes; no os rebeléis contra nadie ni contra nada. Dad ejemplo de vuestra humildad, hijos míos. También tenéis que ser prudentes.
Adiós,
hijos míos, os doy mi santa Bendición."
19 DE MARZO DE 1982
HABLA EL SEÑOR:
"Hija mía, mi mensaje va a ser muy corto, como anteriormente te he dicho. Te repito que comuniques a los humanos que hagan penitencia en reparación de todos sus pecados. Penitencia, penitencia es lo que pido. Comunícales que el día del Creador está próximo; que procuren estar a la derecha de mis escogidos para llevarlos a la tierra prometida. Mira, hija mía, ¿ves esos puntos luminosos qué pequeños son? parecen una luz de una bombilla; pues son astros sobre los que hay una vida eterna. Esa es la tierra prometida. Nunca el hombre podrá descubrir la grandeza de este tesoro rodeado de tanto misterio.
Adiós, hija mía, te doy mi santa Bendición."
19 DE MARZO DE 1.982
Rezando el santo Rosario en la pradera, en el cuarto misterio, Amparo quedó en éxtasis al hacer su aparición la Santísima Virgen de los Dolores con el Arcángel San Miguel en medio de un resplandor de varios colores que fue visto por algunos de los allí presentes.
El Arcángel por boca de Amparo transmitió este mensaje:
"Soy el Arcángel San Miguel. Si los hombres no cambian y dejan de ofender a Dios, habrá manifestaciones que causarán terror a los habitantes de la tierra; se oirán grandes sonidos en el aire; habrá toda clase de temblores; las casas volarán por los aires; muchos cuerpos volarán y la piel se desprenderá de su cuerpo. Todos los ojos lo verán y aún muchos no lo creerán. Así de endurecidos están los corazones de los humanos. Haced penitencia y haced oración. Acercaos a la Eucaristía; confesad vuestras culpas. Pedid al Padre Eterno.
Apresuraos a escuchar mis palabras, que el tiempo se aproxima. Pedid por los que no rezan y haced penitencia por los que no la hacen."
Una
vez terminado el mensaje la Santísima Virgen bendijo a todos los
allí presentes.
JUEVES 25 DE MARZO DE 1.982
Amparo al ir a rezar el santo Rosario donde se reza lunes y jueves, comenzó a pasar la pasión de Jesús, entrando en éxtasis. Su marido y su hija Amparo la llevaron al garaje de la casa donde Amparo trabaja. Entró en el éxtasis, como de ordinario, con muy dolorosos lamentos. Cesando estos, prosiguió con el siguiente mensaje sugerido por la Santísima Virgen:
"Hija mía, los humanos no dejan de ofender a Dios. Pedid al Padre Eterno que detenga su ira. El mundo está lleno de pecados y la Divina ira está muy próxima a caer sobre toda la humanidad; pedid que se detenga. Habrá grandes sequías, terremotos, huracanes y erupciones sobre todos los habitantes de la tierra. Pedid, hijos míos. Haced penitencia por los que no la hacen, pedid al Padre Eterno que detenga su brazo, que tenga misericordia de todos los humanos.
Los hombres no dejan de cometer pecados de impureza, de profanar el Cuerpo de Cristo. Haced penitencia. Rezad el santo Rosario. No tienen compasión de mi Divino Hijo. Su Corazón sangra por todos los pecadores, tened piedad de El, hijos míos. Pedid misericordia para todos los pecadores. No quiero que os condenéis."
Aquí durante algunos minutos, habla un idioma extraño. Luego prosigue el mensaje: "Este idioma, hijos míos no lo entenderá nadie; es celestial.
Mis avisos corren mucha prisa, hijos míos, cumplid con mis mensajes, confesad vuestras culpas; estad preparados para el día del juicio de las naciones. Mi Corazón Inmaculado está dolorido de tantas ofensas hechas a mi Hijo. Haced penitencia. Sed humildes. Las moradas están preparadas. Es vuestra herencia y la conseguiréis con oración y sacrificio. Quitad un poco de agonía a mi Hijo con vuestra oración y penitencia. ¡Qué ingratos sois los humanos! No correspondéis al dolor del Corazón de vuestra Madre Inmaculada. Di a todos que se arrepientan; que pidan perdón; que procuren estar en gracia de Dios el día del gran castigo; será horrible; se oirán sonidos tan terribles que parecerá el fin del mundo, pero los corazones de los humanos seguirán endurecidos; no querrán ver ni oír. ¡Qué ingratos sois! ¡Qué pena me dais!.
Adiós,
hija mía. La humildad es una base muy principal para llegar al
Cielo."
26 DE MARZO DE 1.982
HABLA EL SEÑOR:
"Sí, hija mía, aquí estoy, vengo a compartir contigo estos dolores; sufriremos los dos, aunque los humanos creen que Yo no sufro. Yo sigo sufriendo porque el mundo sigue; para Mí no hay pasado ni futuro, para Mí todo es presente; sigo sufriendo por toda la humanidad, no quiero que se condenen; doy avisos para que preparen su alma, pero los rechazan; rechazan los avisos celestiales; los avisos están a punto de acabar y ellos tendrán que valerse por sí solos.
Di que hagan penitencia y oración que confiesen sus culpas y que amen a su prójimo; que el juicio está próximo, que hagan caso. Tú, hija, sigue haciendo penitencia, ofrécete al Padre Eterno, sé humilde.
Adiós,
hija mía, te doy mi santa Bendición."
26 DE MARZO DE 1.982
HABLA LA SANTÍSIMA VIRGEN:
"Hija mía, sufre por la conversión de los pobres pecadores. Diles a todos que pidan al Padre Eterno para que detenga su ira. Para que detenga los astros con su ejército de ángeles. Decid a menudo:
"PADRE ETERNO, POR TU INMENSO PODER, TEN MISERICORDIA DE TODOS LOS HABITANTES DE LA TIERRA."
Hija mía, el Padre Eterno está muy enfadado porque los hombres no cambian. No se preocupan nada más que de pedir por su cuerpo. Pero ¡qué poco piden por la curación de su alma! Que no se preocupen tanto de su cuerpo; que su cuerpo no les va a servir; no les va a valer ni para estiércol. Que el Padre Eterno está muy deseoso de que le pidan en oración por todos.
NOS GUSTARÍA QUE LAS ALMAS CONSAGRADAS FUERAN MAS ESFORZADAS EN LA VOLUNTAD, MAS LEALES EN LAS PRUEBAS, MAS ENTREGADAS A LA ORACIÓN, Y MAS POBRES Y MORTIFICADAS.
Hija mía, sigue rezando por los pobres pecadores. Sé humilde. Pide por tu padre espiritual. Ofrece tus dolores por él, pues va a tener muchas contrariedades. Pero, que sea fuerte; que no se deje engañar por nadie; porque, si Dios está con vosotros, ¿quién va a ir en contra de vosotros?.
No tengáis miedo, hijos míos, de nada. Seguid luchando. Seguid haciendo apostolado, hijos míos; ¡estoy tan contenta de esa obra...!, ¡me agrada tanto...! Dad ejemplo con vuestra humildad y con vuestra caridad.
Adiós, hijos míos, os doy la santa Bendición. Y tú, hija mía, abandónate en mi Hijo, que Él te ayudará y te dará fuerzas. Sé humilde.
Adiós, adiós."
31 DE MARZO DE 1982 (MIÉRCOLES)
Este mensaje lo recibió Amparo en el éxtasis que tuvo a las 14'15 horas en un comercio de Madrid. Comenzó sangrando por frente y manos con intensos dolores y amargos lamentos; a continuación estuvo hablando un idioma extraño durante unos minutos, pasados los cuales, comenzó el siguiente mensaje que por medio de Amparo nos da el Señor:
"Di a todos que no ofendan más a Dios; que le están ofendiendo con sus impurezas. Mira que coro tan inmenso de ángeles; están todos preparados para la batalla final; pide oración; que hagan penitencia.
Entre las nubes habrá una gran batalla; todos los ángeles intentarán destruir al enemigo. Haced oración, hijos míos, y penitencia por los pecadores. (Aquí Amparo hace un acto de humildad besando tres veces el suelo).
Oración y penitencia, hijos míos, por los sacerdotes y religiosos. (Otra vez besa el suelo).
Por los pecados de impureza que se cometen diariamente. En muchos Sagrarios se está profanando mi Cuerpo; pedid y haced oración para que no se cometan profanaciones. Tú, hija mía, sé humilde y constante en la oración; di a todos que no ofendan más a Dios, que está muy ofendido por toda la humanidad tan desagradecida; que pidan perdón al Padre Eterno, que el Padre Eterno, está esperando con las puertas de las moradas celestiales abiertas.
Oración, oración y penitencia, hijos míos.
Adiós,
hija mía, adiós; te pido humildad". (De nuevo besa el suelo).
2 DE ABRIL DE 1.982
HABLA EL SEÑOR:
"Sí hija mía, di a toda la humanidad que la misericordia del Padre Eterno se está acabando y su ira está a punto de caer sobre la tierra, que enmienden sus vidas, que vistan con pudor sus cuerpos; que no cometan tantos pecados de impureza; que dejen de ofender a Dios, que han de confesar sus culpas antes de recibir mi Cuerpo, que dejen de cometer sacrilegios; me agradaría que me recibieran de rodillas y con amor; que, a ser posible, no toquen mi Cuerpo manos que no estén consagradas. Dichosos todos los que cumplan esto, hija, porque a medida del amor que recibo así recibirán su premio.
Sé humilde, hija mía, déjate calumniar, déjate humillar, sólo los humildes me agradan. Sigue rezando el santo Rosario que agrada tanto a mi Madre, consoladla con su plegaria; y vosotros, hijos míos, id por todo el mundo rezando el santo Rosario y propagando la ley de los santos Mandamientos de Dios.
También fomentad humildad con vuestro ejemplo. Seguiréis teniendo muchas dificultades, pero seguid adelante; se puede ayudar a muchas almas, pues, todo el que cumpla con todas mis palabras, tendrá su recompensa en el Cielo.
Adiós,
hija mía, adiós."
9 DE ABRIL DE 1.982
Amparo en éxtasis ve al Señor sufrir su pasión y El le dice:
"Sí, hija mía, este tormento lo acepté por amor a toda la humanidad; por amor a los humanos, acepté las burlas, las bofetadas, los salivazos, las calumnias; estos sufrimientos los recibe mi Cuerpo diariamente arrastrándose multitud de almas al abismo. Esos malos pastores que rehusan entrar en mi rebaño, que son veletas y cambian mi doctrina como el viento. Todos estos no entrarán en mi Reino. El que quiera entrar en mi Reino tiene que tomar mi Cruz y seguirme. El camino para llegar a Mí es la luz, la oración y el sufrimiento.
Haz penitencia, hija mía, sé fuerte, vas a sufrir mucho; piensa en mi sufrimiento por todas esas almas tan ingratas, piensa en mis palabras: Dichosos los que sufren por mi causa, porque ellos serán premiados. Hija mía, sé fuerte y sé humilde; abandónate en Mí, que Yo te ayudaré.
Adiós, hija mía, adiós, te doy mi santa Bendición."
16 DE ABRIL DE 1.982
Mensaje del Señor transmitido por el Arcángel San Miguel:
"Recibe este mensaje. Este es el último mensaje que daré a los humanos. Pero di a todos que todos esos mensajes que he dado serán cumplidos desde el primero hasta el último y que la ira de Dios Padre se derramará sobre la humanidad, sobre los hipócritas, los farsantes de mi lglesia, los impuros. Tú, hija mía, cumple con todo lo que he manifestado; publica todo lo que has visto, todo lo que te he enseñado y di a todos que enmienden sus vidas, que cumplan los Mandamientos de la ley de Dios. Me manifestaré muchas veces a ti; pero no te daré más mensajes para la humanidad; sólo te digo que todo lo que te he manifestado será cumplido. Diles a todos que hagan oración y penitencia y amen al prójimo. Te sigo repitiendo, hija mía, que fuera de mi Iglesia, de la Iglesia de Cristo, no hay salvación. Todo lo dejé escrito en la ley de mis Evangelios. Hija mía, no tengas miedo y sigue repitiéndolo que sin Cristo no hay salvación. Di a todos mis hijos, hija mía, que hagan apostolado. Esa obra tan bonita me agrada mucho. Tendrán muchos impedimentos, hija mía, por los mismos que se llaman hijos de Dios. Tendrán persecución, como a mis discípulos también los persiguieron; pero que sigan adelante, vale la pena hacer apostolado y recibir la recompensa eterna.
Tú,
hija mía, sé humilde, que la humildad es lo que más
me gusta. Sé humilde; ofrece todo por la salvación de mi
Iglesia, hija mía. Adiós; os doy a todos mi santa Bendición.
Sed humildes, hijos míos, sed humildes."
MENSAJE DEL SÁBADO 29 DE MAYO DE 1.982
Rezad por los que no rezan. Haced oración por los pecadores. Hijos míos, haced caso de mis mensajes. Pedid al Padre Eterno por la conversión de Rusia, hijos míos. Pedid por todos los sacerdotes, hijos míos. La Iglesia está en un gran peligro.
Adiós, hijos míos, haced caso de mis mensajes. Os bendigo a todos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo."
(Este
mensaje fue tomado por unas personas asistentes al Rosario.)
12 DE AGOSTO DE 1.982
Encontrándose Amparo trabajando quedó estigmatizada y transmitió este mensaje que fue lo que se logró captar cuando ya llevaba un rato hablando:
"Están formando planes diabólicos contra ti. . . (está hablando la santísima Virgen por boca de Amparo) porque intentarán destruir todo esto... Haz penitencia por mis almas consagradas; que muchos conventos están muy relajados porque han aflojado en la oración y en la penitencia...
Satanás es el enemigo que está rodeando todo esto. Se está metiendo en la Iglesia santa de Cristo. La están destruyendo ellos mismos. No hables con nadie, hija mía, a no ser con el Cardenal o el Obispo. No te dejes sorprender por los lobos con piel de oveja, que están tratando...
¿Qué ha sido de mi Iglesia? La Iglesia de mi Hijo se destruye poco a poco; no tiene humildad... Pide oración y sacrificio. Hazlo tú por todos ellos; por la perversidad de la humanidad; por todos mis hijos.
Haced penitencia y oración; haced sacrificios. Tú, hija mía, no te abandones; extiende mis mensajes por todo el mundo; no hacen caso, les espera un castigo muy grande. Haced oración al Padre Eterno. Oración y penitencia.
(Le dice la voz):
- Besa el suelo, hija mía.
Lo besa y prosigue la voz hablando:
Esas mis almas consagradas hay que salvarlas; a mi Hijo... lo ponen en cruz esos falsos pastores. Besa el suelo otra vez. (Lo besa). Levántate de este acto de penitencia. (Ella se levanta) Arrodíllate. (Se arrodilla y sigue la voz):
Ofrécete como víctima al Padre Eterno, que El haga lo que quiera de ti. Ofrécete como un juguete en sus manos. Sé humilde...
Yo también sufro. Mira mi Corazón cómo está por esas almas consagradas. ¡Qué falsos profetas! El anticristo está en mi Iglesia. Está entre todos ellos. No se ha dado a conocer. Que salgan mis mensajes por el mundo para redimir a todos. Tu director que no se acobarde, aunque sea un mártir como tantos otros que ha habido en la tierra. Pensad en el alma, que el cuerpo no vale nada. Hija mía, besa mi mano. Te doy la bendición en el nombre del Padre Eterno, y del Hijo y del Espíritu Santo.
La cruz es lo más importante para llegar al Cielo. Llevadla sobre los hombros. Mi Corazón está dolorido. Mi Corazón reinará, hija mía, en todo el mundo. Será la salvación de la humanidad, hija mía. Está transido de dolor por la agonía y pasión de Cristo. Meditad en la pasión, hijos míos que está olvidada. ¡Cuántas almas se salvarían si la meditaran! Pero ¡Qué ingratitud hay en el mundo de los humanos! Vas a sufrir mucho, hija mía. ¡Pobre Vicario!, cuánto tiene que sufrir por algunos de los que le rodean. ¡Qué ingratos son!. Son fariseos hipócritas, destructores de la doctrina de mi Hijo. No saben lo que les espera. Será horrible el castigo.
Tú, hija mía, dedícate el viernes entero a la pasión. La tienen olvidada. No se acuerdan de sus tormentos. Haced oración y penitencia y alcanzaréis el reino de Dios.
Humildad, humildad es lo que pido. Vuelve a besar el suelo (lo besa)...
Hoy no me puedes quitar ninguna espina, están muy clavadas por los pecados de mis almas consagradas. No intentes tocarlas, hija mía. No, hija mía. Tú dolor vale para ayudar a salvar la humanidad.
Adiós,
hija mía, adiós."
14
DE AGOSTO DE 1.982, VIGILIA DE LA ASUNCIÓN
(Mensaje dado en Prado Nuevo a las 12 de la noche)
Hijos míos, hijos míos, si no cambia la humanidad me veré obligada a permitir el gran castigo. Penitencia, hijos míos, penitencia; penitencia y oración. Hijos míos, haced visitas al Santísimo, que mi Hijo está muy triste; no quiero que os condenéis; quiero que todo el mundo se salve. Oración, hijos míos, oración y penitencia es lo que pido. Si la humanidad no cambia hijos míos me veré obligada a dejar caer el brazo de mi Hijo Jesús.
El Padre Eterno, hijos míos, está muy enfadado. Besa el suelo, hija mía, en reparación por todos los pecadores; por mis almas consagradas. No quiero que se condenen, hija mía, la Iglesia está en un gran peligro, haced penitencia y oración, hijos míos. El mundo está en un gran peligro. No me hacen caso, hija mía, ¡qué ingratos son mis hijos! El castigo será horrible; se oirán grandes terremotos, hija mía; desaparecerán grandes naciones. Quiero que se salve, por lo menos, la tercera parte de la humanidad; haced penitencia y haced oración, hijos míos. Pedid al Padre Eterno que detenga su ira, que la ira del Padre Eterno está muy próxima. Os bendigo, hijos míos, en el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo."
MENSAJE
DEL 19 DE AGOSTO DE 1.982
Amparo, acompañada de su esposo, tres de sus hijos y una cuñada, se desplaza a Alicante, cerca de donde vive su hija Mari.
A las 5'30 aproximadamente Amparo comenzó con fuertes dolores al sufrir la pasión del Señor, y transmitió este mensaje que la santísima Virgen le comunicaba y que fue tomado por su hija Lourdes.
Repite, hija mía: Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor está contigo, bendita eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre Jesús. Así me gusta hija mía, que recéis pensando en la humanidad.
En estos momentos el mundo necesita oración y penitencia. Son unos momentos muy difíciles para la humanidad, la humanidad está en un gran peligro, oración, oración y penitencia hija mía, pero que esta oración sea salida del corazón, te voy a repetir como me gusta que recéis el santo Rosario, con el Rosario se salvará la mayor parte de la humanidad.
Pedid a mi Inmaculado Corazón que cambie el mundo; que mi Corazón os salvará, haced oración y penitencia.
Bebe del cáliz, hija mía, este es el cáliz, hija mía, que está rebosando para la salvación de la humanidad.
Te voy a repetir hija mía, como me gusta que recéis: Dios te salve María, llena eres de gracia el Señor está contigo, bendita eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Que contenta me pongo cada vez que oigo el Ave María.
Pedid por los pecadores, vas a sufrir mucho, hija mía, te calumniarán, piensa que también calumniaron a Jesús y ofrécete hija mía, como víctima al Padre, por la salvación de la humanidad.
Besa mi mano, hija mía.
Te
bendigo, hija mía, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Adiós, hija mía."
VIGILIA NOCTURNA EN HONOR DE NTRA. SRA. DE LOS DOLORES
Durante el rezo del santo Rosario en Prado Nuevo a las 12'30 horas de la noche del 14 al 15 de Septiembre de 1.982. Durante el rezo de la Letanía Amparo quedó en éxtasis y transmitió este mensaje:
"Hija mía, hija mía, haced caso de mis mensajes. Os salvaréis por María, hijos míos. Los mensajes, hijos míos, serán cumplidos desde los primeros hasta los postreros.
Hijos míos, haced oración, haced penitencia. No seáis incrédulos, hijos míos, me manifiesto a los humildes y a los incultos para confundir a los poderosos, hijos míos.
Soy la Virgen de los Dolores, hijos míos. Mira como está mi Corazón, hija mía (Amparo llora al ver el Corazón de la Virgen lleno de espinas). Hija mía, este es el cáliz del dolor. Mira como sangra mi Corazón, hija mía (Amparo, entre sollozos ve como sangra el Corazón de la santísima Virgen).
Que cambien de vida, hija mía, di a todos mis hijos que enmienden sus vidas.
Mira el castigo, hija mía (Amparo da un grito al ver el infierno). Hija mía, todo el que va aquí, es porque quiere, hija mía, porque no hacen caso de mis mensajes. No quiero que se condenen, hija mía ¡Cuántos hijos se burlan de mis mensajes, hija mía! ¡Qué pena me dan! Más les valiera no haber nacido, hija mía.
Mira otro castigo, hija mía (ante la visión del castigo, castigo que vendrá del cielo, Amparo llora nuevamente). Todo esto, hija mía, está a punto de pasar (Amparo continúa gimiendo al seguir viendo el castigo que espera a la humanidad).
Que se arrepientan, que pidan perdón, que no puedo sostener el brazo de mi Hijo, hija mía, el brazo de mi Hijo está muy pesado y va a caer sobre la humanidad.
Pedid por el Vicario de Cristo, está en un gran peligro, hijos míos.
Sacrificio, sacrificio es lo que os pido, hijos míos.
Escribe en el libro de la vida otro nombre, hija mía. Besa el libro, hija mía (Amparo escribe figuradamente en el aire de derecha a izquierda, toma un objeto, que no se ve, y lo besa, volviéndolo a entregar;. Jamás se podrá borrar esta firma, hija mía.
Serás calumniada, serás mortificada, hija mía, pero ¿qué te importa para el premio que te espera, hija mía? Sufre, hija mía, sufre como Yo sufro por todos mis hijos, por el bien de la humanidad.
Adiós,
hija mía, os doy la santa Bendición, en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo."
MENSAJE DEL DÍA 16 DE SEPTIEMBRE DE 1.982
Al ir a rezar el santo Rosario a Prado Nuevo, Amparo, en el camino que conduce a dicho lugar, comenzó con intensos dolores y fuertes lamentos y empezó a sangrar copiosamente por la frente, manos y pies. Muchas personas que iban acompañándola fueron testigos presenciales de dicha estigmatización. Los presentes -la mayoría de ellos personas que venían por primera vez al Rosario- quedaron profundamente impresionados, manifestando después que habían venido por curiosidad, pero que su vida cambiaba desde ese momento. Estas personas escribieron el mensaje que Amparo transmitía:
HABLA LA SANTÍSIMA VIRGEN: "La salvación del mundo, hija mía, será por intercesión de María, vuestra Madre gloriosa. Haced sacrificio y penitencia. Rezad el santo Rosario. Pedid al Padre Eterno. Las moradas celestiales están preparadas, hija mía, para toda la humanidad que quiera salvarse. Diles a todos que confiesen sus culpas, que el castigo está muy próximo. Oración y penitencia es lo que pido, hijos míos. Hija mía, reza por la conversión de los pecadores.
Mira cómo está mi Corazón por todos mis hijos, hija mía, sin distinción de razas (Aquí Amparo ve el Corazón de la santísima Virgen sangrando de dolor por toda la humanidad). Diles a todos mis hijos, hija mía, que el que quiera seguir el camino de Cristo tiene que coger la cruz. El tiempo se aproxima, hija mía, y el Hijo del Hombre vendrá para dar la recompensa a cada uno según sus obras.
El Vicario de Cristo está en un gran peligro. Haced penitencia y oración. Publicad mis mensajes por todo el mundo; no os acobardéis, hija mía. Tienes que sufrir mucho, pero piensa que Cristo sufrió por toda la humanidad hasta el final.
Recibid las calumnias con humildad, hijos míos, y haced lo que os pido. Mira qué morada, hija mía; las moradas celestiales están preparadas y son la recompensa que espera para todo aquel que quiera seguir por el camino del dolor (Aquí Amparo muestra alegría al contemplar la morada). Pensad, hijos míos, que esta recompensa será para toda la eternidad. ¿De qué sirve el placer del mundo si se pierde el alma?.
También te voy a enseñar las cavernas del enemigo (Aquí Amparo ve el infierno y muestra su dolor). El venir aquí será horrible. Hija mía, pide que se conviertan; que quiero que se salven todos mis hijos. Hija mía, esto que has visto no es nada para lo que les espera a todos los que no quieran salvarse. No sufras, que el que viene aquí es porque quiere; estoy dando oportunidades de salvarse.
Rezad por mis almas consagradas. La Iglesia de Cristo se está destruyendo. Satanás se está metiendo en la Iglesia. Han abandonado la oración. Muchas almas consagradas, por su mala vida, por su impiedad, han abandonado la oración y el sacrificio y el enemigo se ha apoderado de ellos; muchos de ellos son lobos disfrazados con piel de cordero ¡Qué pena me da!.
Rezad las tres partes del Rosario; con el santo Rosario se puede salvar la la mayor parte de la humanidad, es mi plegaria favorita. El anticristo se va a desenmascarar; está ya en la humanidad. Haced oración. Tú, hija mía, serás calumniada y te verás muy sola. Serás calumniada por las almas consagradas. Sé fuerte, hija mía, hasta el final como lo fue mi Hijo hasta la cruz.
Hijos míos, meditad la pasión de Cristo que está olvidada. Pensad en los dolores que pasé Yo viendo morir a mi Hijo siendo inocente.
Tú, hija mía, no te abandones. Visitad todos los días al Santísimo, que mi Hijo está muy triste y sólo esperándoos a todos. Con vuestro sufrimiento se pueden salvar muchas almas. Deja que hagan lo que quieran de ti. Sé como un juguete en manos de un niño. Piensa lo que te he dicho otras veces, que el cuerpo no vale ni para estiércol; el alma es lo que vale. Que se vista el cuerpo con pudor; que se están cometiendo muchos pecados de impureza. Ofrécete, hija mía. Haced penitencia y oración por los que no quieren salvarse. Tú, hija mía, sé humilde.
Adiós, hija mía."
2 DE OCTUBRE DE 1.982 PRIMER SÁBADO
Prado Nuevo, El Escorial. Miles de personas rezan la plegaria favorita de la santísima Virgen, el santo Rosario. Amparo quedó en éxtasis y transmitió este mensaje:
"Hijos míos, rezad el santo Rosario con mucha devoción, es la base de vuestra salvación. Repartid todos los mensajes, que lleguen a Rusia, hijos míos; Rusia será el azote de la humanidad; se tiene que convertir. Haced caso de los mensajes, rezad por mis almas consagradas, por la santificación de todas ellas. La Iglesia está en un gran peligro. Oración, oración y penitencia.
Escribe un nombre, hija mía (Amparo, escribe figuradamente en el aire de derecha a izquierda). Este nombre nunca jamás se borrará, hija mía. Besa el libro, hija mía (Amparo hace ademán de recoger un objeto voluminoso, lo besa y lo vuelve a entregar).
Besa el suelo, hija mía, por la conversión de todos los pecadores. Levántate, hija mía; bebe del cáliz del dolor. Arrodíllate, hija mía.Vuelve a besar el suelo por mis almas consagradas. Por mis almas consagradas. Quita las espinas de mi Corazón, hija mía (Amparo, gime y con la mano derecha hace ademán de arrancar alguna cosa en el aire). No quites más, hija mía; estas otras están sin purificar.
Mira mi Corazón, hija mía, cómo está por toda la humanidad (Amparo, gime varias veces al ver el Corazón de la santísima Virgen). Es preciso sufrir, hija mía, para la salvación de toda la humanidad. Así son los hombres de desagradecidos, hija mía. Es la ingratitud de toda la humanidad.
Hija mía, coge el Crucifijo (Amparo toma el Crucifijo de su Rosario y lo levanta en el aire).
Adiós, hija mía, adiós."
7 DE OCTUBRE DE 1.982
Refiere Amparo Barderas, hija de Amparo Cuevas.
HABLA LA VIRGEN:
"Hija mía, toca el Rosario, hija mía (levanta los brazos y hace ademán de besar algo y está así unos cinco minutos). Toca las cuentas de este Rosario. ¿Qué sientes en estas cuentas? Por cada bola mira qué luz entra en el purgatorio. Por cada avemaría mira cómo salva almas. Cada cuenta del Rosario puede salvar un alma que está sufriendo. Mira qué luz desprenden las cuentas de mi Rosario. Así quiero que salga luz, ¡me agrada tanto...! Besa mi Rosario. (Se lo acerca a los labios y lo besa; se queda con las manos juntas en el pecho). Quiero, hija mía que la luz de tu Rosario se propague por todo el mundo. El Rosario será vuestra salvación. Díselo a todos mis hijos; que no se acuesten sin rezar diariamente esta plegaria, ime agrada tanto... ! Hija mía, por el Rosario se salvan muchas almas. Mira estas almas qué luz reciben. La salvación del mundo está en este Rosario rezado de esta forma: "Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo, y bendita eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús". Meditad en cada avemaría, hijos míos, es muy importante; rezad el santo Rosario, es el ancla de la salvación de la humanidad.
Bebe un trago del cáliz del dolor (levanta la cabeza, se arrima algo a la boca y bebe) ¡Qué amargura sientes! Es la amargura de la humanidad. Tienes que apurar el cáliz hasta la última gota; acábalo, hija mía. Este es el camino para llegar a Mí, el camino del dolor, y la humanidad no cambia, ¡qué pena me dan! Mira estas almas; con tus oraciones van a las moradas que tienen preparadas. Mira qué luz desprenden sus cuerpos (Intenta tocarlas con las manos; intenta alcanzar algo). No puedes tocarlos; no te verán; la tierra está llena de pecado y homicidio; un alma gloriosa no puede entrar en la tierra. Besa el libro de la vida (levanta la cabeza y da un beso). Escribe otro nombre (en este momento levanta la mano y escribe, pero de derecha a izquierda, es decir, al revés); bésale. Otra firma que no se borrará jamás; ya hay seis firmas. Toca el pie (levanta la mano, toca el pie y después se besa la mano).
Mira otra clase de castigo (pone una cara horrible de dolor y llora moviendo la cabeza y haciendo gestos con la cara). Es horrible esto que sientes en tu cuerpo. Las almas que se condenan lo sienten constantemente. Quiero que se salven. Reza por las almas consagradas. Muchos de ellos han abandonado la oración y la penitencia y están entregados al vicio ¡pobres almas, qué ingratas son! Sufre por el bien de las almas. Tienes que ser valiente para su salvación. iQué poco caso hacen a la gracia que han recibido! Que hagan caso hija mía. Por el bien de todas las almas, mira mi Corazón como lo tengo: diariamente está lleno de espinas. Quita tres. No toques ninguna de las otras; siguen en pecado (llora con amargura a la vez que quita las espinas). Estira, hija mía; tira sin miedo; no quites ninguna más. Una de estas espinas está muy clavada; es la de X; por tu sacrificio intentaremos salvarle; pero, hija mía, no hace caso a mis llamadas (llora mucho). Hija mía, te digo lo que a Abraham cuando le dijo Dios que sacrificara a su hijo y le preguntó: ¿Dónde está la víctima padre? La víctima eres tú. Sufre, que te espera la recompensa para toda la eternidad. Todavía te queda que sufrir mucho.
Humildad te pido. Te doy la santa Bendición, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. (Enseguida despertó del éxtasis).
Amparo Barderas
12
DE OCTUBRE DE 1.982
FESTIVIDAD DE NTRA. SRA. DEL PILAR
Rezando el santo Rosario en Prado Nuevo, la santísima Virgen hizo su presencia bajó la advocación de Ntra. Sra. del Pilar. Vestía de amarillo y llevaba una capa sobre los hombros. La capa iba sujeta al cuello de la santísima Virgen con un broche dorado muy brillante y llevaba tiras bordadas en oro sobre los hombros. Venía rodeada de ángeles.
Llevaba una banda de color amarillo más intenso colgante desde el cuello hasta más abajo de la cintura. En el centro de la banda, a la altura del pecho, tenía un mapa de España. Sobre el mapa figuraba la inscripción: "ESPAÑA" y debajo del mapa se leía: "España está en peligro".
Amparo quedó en éxtasis y transmitió este mensaje:
"Hija mía, hija mía, rezad por la paz de España. Hijos míos, España está en un gran peligro, haced oración y penitencia. Con el santo Rosario, hijos míos, se puede salvar toda una humanidad. Haced oración, que el mundo está en peligro; no hacen caso, hija mía, ¡qué pena me da! Reza mucho por España, que empezará el castigo por España. Hijos míos, soy vuestra Madre gloriosa, hijos míos, la Virgen del Pilar; pedid, que os escucho, hijos míos, con María y por medio de María os salvaréis. Todo el que no crea en María no entrará en el reino del cielo, hija mía.
Os bendigo, como bendigo a España, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Escribe, un nombre, hija mía, en el Libro de la Vida; ya hay otro nombre más, hija mía. Besa el Libro.
Este mensaje es para ti, hija mía. (Aquí Amparo recibe un mensaje privado).
Por la paz del mundo, hija mía, por la paz del mundo entero, besad el suelo, hijos míos. Este acto es un acto de humildad en reparación por todos los pecados del mundo.
Serás calumniada, hija mía; vas a sufrir mucho; recíbelo con humildad, hija mía; piensa en mi humildad.
Reza por mis almas consagradas; la Iglesia está en un gran peligro ¡qué pena me dan esas almas! Pagarán su castigo por las almas que arrastran. Haz penitencia por todos ellos ilos amo tanto, hija mía! pero qué ingratos son.
Rezad por el Vicario de Cristo, está en un peligro por muchos de los que le rodean, hija mía. Será martirizado.
Penitencia, hijos míos; haced visitas al Santísimo, hijos míos; rezad mi plegaria ime agrada tanto, hijos míos! Y tú, hija mía, sé humilde.
Adiós, hija mía."
6 DE NOVIEMBRE DE 1.982. PRIMER SÁBADO DE MES
Durante todo el día estuvo lloviendo torrencialmente, sobre todo a las 5 de la tarde, hora en la que, diariamente, se reza el santo Rosario en Prado Nuevo, a la intemperie, junto al fresno donde se aparece la santísima Virgen los primeros sábados. Pero, pese al chaparrón, todo el gentío, inmóvil bajo un mar de paraguas, rezó con intenso fervor el santo Rosario, la plegaria tan inculcada por la Virgen.
En el tercer misterio, hizo su aparición la santísima Virgen, con un vestido amarillo y una capa blanca. En el lado derecho de la capa llevaba el escudo del Papa. La santísima Virgen comunicó a Amparo que el venir así vestida era para celebrar la estancia del Papa en España. Finalizando el tercer misterio Amparo quedó en éxtasis, transmitiendo el siguiente mensaje:
"Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Hija mía, soy vuestra Madre; soy vuestra Madre que os puede salvar, hijos míos; os quiero salvar, hijos míos. Os pido, hijos míos que publiquéis por todas las partes del mundo mi plegaria favorita, hijos míos, esta plegaria del santo Rosario, hijos míos; con la luz de mi Rosario os salvaréis. Hijos míos, con el santo Rosario venceréis a Satanás, hijos míos.
Mira, hija mía (Amparo ve cómo sangra el Corazón de la santísima Virgen, lleno de espinas), cómo sufre mi Corazón Inmaculado por todos los pecadores. ¡Ayúdame, hija mía, a salvar almas! Tú también eres madre, hija mía. Si uno de tus hijos fuese al fondo del abismo, piensa en el dolor que sentirías por él; pero piensa en Mí, hija mía, que todos los días van al abismo montones de mis hijos, hija mía.
Mira mi Corazón, hija mía, cómo sufro (Amparo solloza al ver el sufrimiento de la santísima Virgen) por todos mis hijos sin distinción de razas; hija mía, para mí siempre existe el dolor, hija mía, piensa que no sólo sufrí al pie de la Cruz, hija mía, sino que sigo sufriendo día a día por toda la humanidad, hija mía.
Pedid, hijos míos, a mi Inmaculado Corazón; pedid, hijos míos, por la consagración de Rusia; hijos míos, el mundo está en un gran peligro.
España no quiere salvarse, hijos míos, no se quiere salvar.
Escribe otro nombre, hija mía (Amparo escribe figuradamente en el Libro de la Vida); este nombre no se borrará jamás.
Hija mía, no permitáis que el enemigo se apodere de vosotros; pedid mi ayuda, hijos míos; Yo estaré siempre contigo, hija mía. ¿Qué madre buena, como te he dicho anteriormente, puede abandonar a sus hijos?.
Levantad los objetos, hijos míos (aquí la santísima Virgen bendice los objetos que le presentan las personas asistentes al Rosario: rosarios, medallas, crucifijos, etc.).
Hija, sé humilde.
Adiós."
Durante este éxtasis, el gentío presenció, con viva emoción, cómo salían destellos de un intenso amarillo anaranjado, a modo de relámpagos zigzagueantes, de la base del fresno, de su copa y de a unos pasos de distancia. Esto lo atestiguan la mayoría de los presentes, en los que el impacto fue enorme.
No deja tampoco de causar una gran impresión el hecho de constatar, posteriormente, que nadie ni siquiera se resfrió, a pesar de que los asistentes se calaron hasta los huesos.
También es de notar que durante el rezo de este Rosario se percibió con más intensidad que de ordinario el misterioso aroma, el cual, varias personas, lo siguieron percibiendo en el tren.
9 DE NOVIEMBRE DE 1.982
Serían las diez de la mañana, estaba en mi habitación haciendo el ofrecimiento de obras del día y oí la voz del Señor que me dijo: "Hija mía, ofrece este sacrificio (sacrificio que no ha podido decir) por el clero." A continuación me indicó que cogiera un bolígrafo y escribiera el mensaje:
"En el pasado numerosos avisos se han dado por medio de videntes a través del mundo. Mis hijos, muchos santos fueron dotados de vista para ver que hay un gran precio por la habilidad, hija mía, de ver que debajo de cada rosa hay una cruz muy pesada.
Te uniré a Teresa, tienes que cumplir otra misión. Te advierto, hija mía, acudirás a esa cita aunque esas personas intentarán tirar el conocimiento de lo sobrenatural. Te advierto, hija mía, no dejes entrar a nadie en tu casa, a nadie que no sea de asociación íntima; no tiene que entrar a tu casa ninguna persona desconocida, ya sea hombre, mujer o niño. No aceptes alimentos fuera de tu casa ni bebidas. Acude con tus familiares o con personas de tu confianza. En ningún momento te quedes sola sin alguno de esos acompañantes. No te dejes inyectar nada y tampoco te dejes escudriñar las intimidades del cuerpo; sé muy astuta, hija mía, porque hay quienes se llaman hijos de Dios y son hijos de la maldad y el placer. También te digo: No respondas a ninguna pregunta que no entiendas; habla poco; intentarán destruirlo, pero tu firma está en el Libro de la Vida que está en la morada del Padre y nunca podrá borrarse porque es la morada de la Luz eterna. Adiós, te bendigo con la bendición de mi Padre y de mi santísima Madre; te doy la luz por medio del Espíritu Santo. "
Una vez terminado el mensaje se hizo visible el Señor rodeado de luz, viéndosele perfectamente de medio cuerpo hacia arriba con el Corazón lleno de espinas y me volvió a repetir que fuera muy astuta al contestar. Le pregunté la razón de tantas espinas en su Corazón y me contestó que todas esas espinas eran por los que se llamaban sus almas consagradas. Le insistí: ¿todas? El Señor hizo un movimiento afirmativo con la cabeza poniendo su cara una expresión de dolor.
A
continuación, dándome la Bendición y haciéndome
una cruz en la frente, desapareció.
4 DE DICIEMBRE DE 1.982. PRIMER SÁBADO DE MES
Rezando el santo Rosario en Prado Nuevo, El Escorial, en el inicio del cuarto misterio glorioso, Amparo indica que hace su aparición la santísima Virgen, vestida de blanco y azul, y que va a bendecir a todos los asistentes:
"YO OS BENDIGO EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO"
A continuación Amparo queda en éxtasis y transmite el siguiente mensaje que le comunica la santísima Virgen:
"VOY A HACER UN LLAMAMIENTO MUY URGENTE A LA TIERRA. Este llamamiento va a ser para todos los discípulos de Dios; los discípulos del Dios vivo, Rey de Reyes en el cielo. También hago este llamamiento para todos los imitadores de Cristo en la tierra, a todos aquellos que han vivido en la pobreza, en la humildad, en el sacrificio y en la castidad, todos aquellos que han estado olvidados de ellos mismos y del mundo. También llamo a mis verdaderos hijos y devotos de mi Inmaculado Corazón, a todos aquellos que han confiado en Mí.
Quiero, hijos míos, que salgáis para llevar la luz por todas las partes de la tierra, esa luz de la fe, hijos míos. Estos son los apóstoles de los últimos tiempos. Apresuraos, hijos míos, no tengáis miedo ¿Adelante! Si está Dios con vosotros a quién podéis tener miedo. No os avergoncéis, hijos míos, de publicar por todos los rincones de la tierra la palabra de Dios. Hijos míos, que todo aquel que niegue a Cristo en la tierra, los ángeles le negarán ante el Padre Celestial. Salid, hijos míos, salid a publicar la luz y la oración; esta oración que es la del santo Rosario.
HA LLEGADO EL FIN DE LOS TIEMPOS, EL FIN DE LOS FINES, HIJOS MÍOS. Apresuraos a salvar almas, hijos míos, pedid por las almas consagradas.
Hija mía, besa el libro, el Libro de la Vida, (Amparo besa figuradamente un objeto que no se ve). Escribe otro nombre, hija mía, (Amparo escribe de derecha a izquierda en el aire). Ya tienes otro nombre escrito, este nombre como los demás, no se borrará jamás.
Aquí Amparo habla unas palabras que no se entienden.
Quita dos espinas, hija mía (Amparo ve el Corazón de la santísima Virgen lleno de espinas por los pecados del mundo). No toques más, hija mía, éstas no están purificadas. Ve apurando el cáliz del dolor (se percibe perfectamente como Amparo bebe algo que no se ve). Está amargo, hija mía. Qué amargura sienten nuestros Corazones por toda la humanidad y por esas almas que se llaman pastores de mi Iglesia y que son lobos revestidos con piel de oveja. Rezad por ellos, hijos míos, ¡me dan tanta pena!.
HIJA MÍA, PRONTO HABRÁ UN AVISO. ESTE AVISO SERA PARA TODA LA HUMANIDAD. Muchos, hija mía, se ríen de mis mensajes. ¡Pobres, más les valiera no haber nacido! Mira otra clase de castigo (Amparo ve una clase de infierno, con todos sus horrores). Todo esto, hija mía, es para los que no cumplen con los santos Mandamientos de la ley de Dios.
Y tú, hija mía, vas a sufrir mucho. Ofrécelo por los pobres pecadores. Rezad el santo Rosario por todo el mundo. Es mi plegaria favorita.
Sed humildes, sin humildad no se consigue el cielo, hija mía. Besa mis pies. (Amparo asegura que ha besado los pies de la santísima Virgen).
Adiós".
8 DE DICIEMBRE DE 1.982 (LA INMACULADA CONCEPCIÓN)
Prado Nuevo. El Escorial. Rezando el santo Rosario, en el cuarto misterio quedó en éxtasis y transmitió este mensaje que le comunicó la santísima Virgen:
"Hija mía, soy la Inmaculada Concepción. El primer título en el mundo, hija mía, que me pudo otorgar mi Creador y Señor, fue ser Pura e Inmaculada. Ninguna, hija mía, ninguna criatura humana tuvo ese privilegio, hija mía, también tuve el privilegio, después de ser Inmaculada y Pura, ser Madre de mi Creador y Señor.
Hijos míos, sed imitadores de mi pureza ¡Qué virtud tan importante es la pureza, hijos míos! Después la humildad, la pobreza y el sacrificio, hijos míos. Yo prometo a todo aquel que crea en mi pureza y que se haya encomendado a mi Inmaculado Corazón, darle todas las gracias necesarias para entrar en el reino del cielo.
Hijos míos, hijos míos, oración y penitencia es lo que pido; vuelvo a deciros, hijos míos, que prometo que mi Inmaculado Corazón, salvará a todo aquel que pida la gracia necesaria, lo mismo, hijos míos, que prometí un día que Rusia sería convertida. Rusia será convertida, hijos míos.
Llevad mis mensajes por todos los rincones de la tierra. Haced caso, hijos míos, el tiempo se aproxima, hijos míos. Os quiero salvar a todos.
Hija mía, vuelve a escribir otro nombre (Amparo escribe en el aire de derecha a izquierda). Besa el libro, hija mía. Otro nombre, hija mía; no se borrará jamás esté nombre. Está escrito en el Libro de la Vida.
Besa el suelo, hija mía, por mis almas consagradas (Amparo besa el suelo).
Procurad, hijos míos, estar preparados para que cuando el Hijo del Hombre se presente le recibáis con buena disposición, hijos míos. Levántate, hija mía; arrodíllate. Esto, hija mía, es un acto de humildad, ofrécelo por los pobres pecadores.
Mira mi Corazón, hija mía, cada vez está más lleno de espinas. ¡Que ingratos son los humanos, hija mía! Sólo puedes quitar una, sólo se ha purificado una, hija mía. Mi Corazón está cercado y traspasado de dolor por toda la humanidad. (Amparo llora desconsoladamente al arrancar la espina). No toques más, hija mía. Cada día se cerca más mi Corazón de espinas.
Apura otro poco del cáliz del dolor (se oye perfectamente como Amparo deglute y como se atraganta, dándole arcadas). Está muy amargo, hija mía. Esta amargura es lo que siente mi Corazón por todos mis hijos sin distinción de razas, hija mía.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Sé humilde, hija mía, sin humildad no se consigue el cielo.
Adiós."
MENSAJE DADO POR LA SANTÍSIMA VIRGEN A TRAVÉS DE AMPARO EL DÍA 25 DE DICIEMBRE DE 1.982, DÍA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR EN PRADO NUEVO, EL ESCORIAL.
Durante el quinto misterio hizo su presencia la santísima Virgen. A continuación, Amparo entra en éxtasis, estando de rodillas, y por su boca, comunicó la santísima Virgen el siguiente mensaje:
"Hija mía, quiero que se hagan vigilias en reparación de tantos pecados como se cometen estos días por la juventud ¡Qué pena me da, hija mía! También quiero que en estas vigilias se haga el Vía - Crucis, hija mía, y se medite la pasión de mi Hijo; hacedlo, hijos míos y ofrecedlo en reparación de tantos pecados y tanto dolor como siente mi Inmaculado Corazón.
Hija mía, no os pido nada más que oración y penitencia; el mundo está al borde del precipicio, no hacen caso de mis mensajes, ¡qué dolor siente mi Corazón por esta humanidad tan desagradecida!
Hija mía, como los hombres no cambien está cerca el castigo. (Amparo habla durante unos minutos en un idioma desconocido). Entonces, hija mía, llegará el castigo en estas fechas que te he dado. Hija mía, que enmienden sus vidas, el castigo está muy cerca; te he dado el mes y la fecha de cuando será el castigo, hija mía, en este idioma, sólo es celestial. Tú lo entiendes, pero no lo revelarás; hija mía, hasta que yo no te avise.
Mira, hija mía, cómo está mi Corazón de tantos pecados como se están cometiendo diariamente.
Besa el suelo, hija mía, en reparación de todos los pecados. Levántante, hija mía. Arrodíllate. Esto, hija mía, son actos de humildad por la salvación de las almas; ¡cuántos se ríen, hija mía, de todas estas cosas! Hija mía, tú no te avergüences, humíllate por la salvación de toda la humanidad.
Besa otra vez el suelo, hija mía. ¡Cuántas almas se pueden salvar cada vez que otra alma se humilla!. Rezad el santo Rosario, hijos míos; con el santo Rosario podéis salvar muchas almas. Arrimaos a la Eucaristía, que en estas fechas os espera mi Hijo; está muy triste y muy solo por los pecados de toda la humanidad.
Pedid por las almas consagradas, ¡las amo tanto, hijos míos! y qué mal camino llevan, muchos arrastran montones de almas al camino de la perdición...
Mira, hija mía, quita solo una espina (aquí Amparo llora amargamente al ver el Corazón de la santísima Virgen) ¡Qué pena, hija mía, qué pena siente tu corazón de ver el mío!. Pues esta pena tengo Yo de ver la ingratitud de todos los corazones endurecidos.
Escribe otro nombre, hija mía, en el Libro de la Vida. Besa el libro, hija mía, (aquí parece que le dan un libro a Amparo, lo toma en sus manos y escribe un nombre, lo besa y lo entrega de nuevo). Ya hay otro nombre más en el Libro de la Vida, jamás se borrará, hija mía.
Coge el cáliz, hija mía, bebe otras gotas del cáliz del dolor, ¡Ay, qué amargura, hija mía! pero es preciso sentir esta amargura para salvar muchas almas.
Mira, hija mía, en lo que consistirá el aviso, (Amparo llora amargamente). Parecerá, hija mía, que el mundo está envuelto en llamas, ipobrecito del que no esté en gracia de Dios! (Amparo sigue llorando). Haced caso, hijos míos, os estoy dando muchos avisos. Me estoy manifestando en muchos lugares del mundo, para poder salvar por lo menos la tercera parte de la humanidad; no seáis ingratos, hijos míos. Y tú, hija mía, sé humilde, la humildad es la base principal de todo.
Os bendigo, hijos míos; como os bendice mi Hijo: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, hijos míos.
Adiós,
hija mía, adiós."
26 DE DICIEMBRE DE 1.982, FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA
Mensaje recibido por Amparo, durante el rezo del santo Rosario en Prado Nuevo (El Escorial).
La santísima Virgen hizo su aparición vestida de azul y con un velo blanco que la cubría la cabeza y el busto. Se hallaba rodeada de ángeles.
"Hija mía, (Amparo habla durante segundos, en un idioma ininteligible) sí, hija mía, todo esto sucederá si los humanos no cambian, hija mía. Que todos los padres eduquen a sus hijos en el santo temor de Dios, hija mía. Pobres hijos, cuántos se están metiendo en el camino de la perdición; cuántos pecados de impureza se están cometiendo diariamente, qué ofensas están haciendo al Padre Eterno, hija mía. Todo el que está ofendiendo al Espíritu Santo, no tendrá perdón del Padre Eterno. Que confiesen sus pecados; que estén preparados, que la ira del Padre está próxima, hija mía. ¡Cómo pesa el brazo de mi Hijo! Ya no lo puedo sujetar por más tiempo. Haced visitas al Santísimo, que mi Hijo os espera, hijos míos. Haced penitencia, que no hacéis penitencia por los pobres pecadores; ayudad a salvar esas pobres almas con vuestro sacrificio, hijos míos.
Mira, hija mía, mira mi Corazón: por medio de vuestras oraciones se ha purificado otra pobre alma; quita una espina (Amparo hace ademán de arrancar una espina del Corazón de la santísima Virgen mientras llora de dolor). No toques más, hija mía, no toques más; las demás no están purificadas. Rezad mucho, haced mucho sacrificio, hijos míos. Mira, ya no caben más espinas en mi Corazón. Todos estos días se están cometiendo muchos pecados de impureza, hija mía ¡pobres almas! (Amparo sigue sollozando).
Puedes escribir otro nombre, hija mía, (Amparo escribe en el aire de derecha a izquierda). Besa el libro, hija mía. Coge el cáliz, hija mía. Bebe otras gotas de él (se oye como Amparo traga algo). Qué amargura, qué amargura siente mi Corazón por todos mis pobres hijos, diariamente, hija mía, se están condenando muchas almas, ¡qué pena tiene mi Corazón!.
Hija mía, rezad con atención: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Dios te salve María llena eres de gracia, el Señor está contigo, bendita eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Hacedlo, hijos míos, pensando en cada palabra el significado que tiene.
Mira, hija mía, lo que estás viendo (Amparo ve una morada, en la que hay mucha luz irradiada de las rocas). En esta morada se halla San José vestido de túnica blanca. Hay también muchos niños igualmente vestidos con túnicas blancas. Entre ellos ve al niño Jesús que de todo su cuerpo emite un resplandor azul. Los ve desplazarse hacia adelante y hacia atrás; pero sin mover los pies, como si estuvieran flotando.
Esta morada estaba pavimentada de un césped blanco que por nadie era pisado.
¡Qué felicidad sientes, hija mía! Este es el premio que está preparado para todo aquel que cumpla con los Mandamientos de la ley de Dios.
También repito otra vez, hija mía, que me gustaría tanto que levantasen una capilla en honor a mi nombre para meditar la pasión de mi Hijo, que está muy olvidada, hija mía, y que todo aquel que haya recibido alguna gracia especial, lo comunique, porque, hija mía, son cirios encendidos con el fin de dar testimonio para la salvación de muchas almas. Pedid, hijos míos, que todas las familias vivan en el santo temor de Dios.
También os bendigo, hijos míos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Haced un acto de humildad, hijos míos, besad el suelo. Este acto de humildad es en reparación de tantos pecados como se cometen todos estos días; en reparación por todos los pecadores, hijos míos, pedid por todos ellos. Penitencia, oración y sacrificio, hijos míos. Si queréis una recompensa, tenéis que ir por el camino del dolor y del sufrimiento. Sed imitadores de Cristo en la tierra; todo aquel que sea imitador de Jesús recibirá su recompensa en el cielo. Sigo repitiendo, rezad por el santo Vicario, sigue estando en un gran peligro. Penitencia y oración, rezad el santo Rosario, me agrada tanto, hijos míos... Y tú, hija mía, sé humilde, sé humilde.
Adiós, hija mía, adiós.
FINAL DE LOS MENSAJES DE 1981 - 1982
EL RESTO DE LOS MENSAJES SE ENCUENTRAN EN: MENSAJES 1983 -2002